Capítulo 31

23.4K 1.4K 259
                                    


-Entonces, puedo quedarme toda la semana. –Me dijo al oído.

-Como tú quieras.

Estamos tumbados en el sillón frente al televisor, con mi película favorita en pantalla. (Obvio búsqueda implacable). Tengo la cabeza recargada en su pecho y mis piernas estiradas por todo lo largo.

-Es tú casa. –Me dijo.

-Tú no tienes ningún problema en hacerlo, ¿o sí?

-Para nada, solo que me da un poco de pereza empacar.

-Puedo ir a tu casa y ayudarte.

-Para que veas mi ropa interior, no gracias.

-Por favor, ¿Qué puede tener un hombre aparte de boxers?

-No lo sé.

-O Dios, no me digas que usas tanga. –Soltó una carcajada.

-No, Christina. No uso tanga.

-Bien, eso es bueno. Sería muy gay.

Ambos estallamos en risas y hasta después de un rato nos pudimos tranquilizar. Me concentré de nuevo en la película por un buen rato hasta que sentí los labios de Asaiah en mi cuello.

-¿No era que no querías? –Le dije en voz baja.

-Cómo no voy a querer si tengo tu hermosa piel a mi alcance.

Me sonroje completamente y una sonrisa tonta de oreja a oreja apareció en mi rostro. Sus manos bajaron por mis costados hasta llegar a mis muslos.

-¿Es en serio que estas segura de esto? –Me dijo algo preocupado en mi oído.

-Asaiah, ¿no entiendes que te quiero?

-Es que a mí nadie me puede querer y menos una persona tan pura como ti.

-Pero lo hago y sé que es genuino.

-Me encanta que digas palabras que nadie usa, es tan. –Me dio un beso en la nuca que hizo que me estremeciera. –Irresistible.

Me puse de pie y tomé el control de la TV para apagarla. Estiré la mano para ayudarlo a levantar (pero obviamente no sería capaz con su peso, así que fue para decirle que me siguiera) en cuanto se levantó alzó una ceja y yo sonreí con picardía.

-¿A dónde me llevas? –Preguntó aun con una ceja alzada.

-Te voy a secuestrar, no le digas a nadie. –Susurré.

-No pondré resistencia, entonces.

Sonreí satisfecha y comencé a caminar de espaldas, subí las escaleras de espaldas con mis ojos centrados en los suyos, esos ojos verdes con dorado que me hacían trastabillar y nublaban mis sentidos.

Llegamos a mi cuarto y él sonrió. Se agachó y me tomó en brazos, chillé y comencé a reír. Me llevó en brazos hasta mi cama y me recostó ahí. Bajo su cara a mi cuello, pasando su lengua por ahí causándome cosquillas.

-Te quiero. –Repetí entre dientes.

-Te necesito. –Respondió.

Tal como en mí sueño comencé a sentir algo más. Era deseo, un deseo intenso que nunca antes había sentido. Lo quiero, lo necesito, lo deseo. O Dios, ¿Qué hace este hombre en mí? Tomó mis manos y las colocó a los costados de mi cabeza, entrelazando nuestros dedos mientras seguía besándome el cuello. Algo lo paró y me miró con los ojos bien abiertos.

BestiaWhere stories live. Discover now