Capítulo 32

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-Vuelvo pronto.

Subió a su camioneta, arrancó y se fue. Se fue, dejándome con un vacío que no sé cómo explicarlo. No si ni porque lo siento.

Tengo el cabello todavía hecho un nido y no puedo aplacar ese desorden. Voy al baño y me tardo cerca de quince minutos en deshacer todos los nudos dejándolo casi como estaba ayer. Aún está un poco esponjado pero menos comparado a cuando me desperté.

Subí a mi cuarto y tomé una ducha rápida porque mi cabello no cedió por mucho tiempo al cepillo.

Estoy emocionada y me siento increíblemente alegre y con mucha energía. Incluso no tengo hambre. Siento como si lo que pasó anoche lo tuviera que decir, lo quiero decir, peor no puedo. La única persona en quien confió es Clarisa, a ella le puedo contar todo y no me juzgara. Bueno, generalmente no lo hace.

Tomé mi celular y encontré a Clarisa en la lista de marcados frecuentes y marque.

-Hola, nena. –Contestó.

-Clari. –Chillé. –Ay.

-¿Qué pasa?

-Sat. –Lo único que sale de mi boca.

-¿Te hizo algo ese? –Sonaba preocupada.

-No, es decir sí. Algo bueno. Ay. –No puedo controlar la emoción.

-¿Qué, mujer, qué? –No sé cómo explicarlo.

-Él y yo. –Solo me salen fragmentos. –Ayer. O Dios.

-Oh. –Fue un oh, profundo del otro lado de la línea. –Te, te. Te acostaste con él.

-Sí. –Sonaba más alegre de lo que me sentía.

-Eso, no creo que sea bueno.

-¿Por qué?

-Porque es Sat.

-No le digas así. –Dije enojada.

-¿Cómo, Sat? Todos lo llaman así. –Hizo una pausa y mi respiración volvió a la normalidad. –No me digas que te dijo su nombre. –No respondí. –Lo hizo. ¿Cierto?

-Sí. –Ladré.

-O por Dios. –Chilló. –Te dijo su nombre. –Gritó. -¿Cuál es?

-No te lo diré.

-Ay, por favor. Sabes que no le diría a nadie.

-Sé que tú no dirías nada, pero él me dijo que no quería que nadie más lo supiera.

-¿No se lo dirás a tu mejor amiga? –Sonó indignada.

-Mira. –Comencé. –Eres mi mejor amiga y todo, pero eso es algo que él me confió a mí. Y no es que no quiera contarte, si quiero pero no puedo.

-Bah, así que solo tú lo sabes.

-Eso me parece.

-¿Cómo sabes que no inventó ese nombre?

-Estoy segura de que no.

-Ay cariño. ¿Tú crees que este enamorado? –No respondí. Es algo que me quiero guardar para los dos. –El legendario Sat Civatti enamorado. –Dijo en tono de burla. Gemí.

-Te hablé para contarte algo importante para mí y terminas burlándote. –Regañé.

-Perdón pero un tema saca el otro, querida.

-Aja, si claro. –Dije irritada.

-Así que, ya no eres virgen. –Rodeé los ojos.

-No.

BestiaWhere stories live. Discover now