XXIII. EL AMOR DE LAUREN

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"Para nosotros los creyentes, ante el dolor y la muerte, siempre hay una luz de esperanza y de consuelo. Y es porque nosotros creemos en un Dios que ha sufrido y ha muerto, pero sobre todo, creemos en un Dios que ha Resucitado, y que ahora vive junto a nosotros. Nuestro Dios en el que creemos, no es un Dios ajeno a los problemas humanos. Ha experimentado en su misma carne, las dificultades y dolores de la vida humana".

 —Del mismo modo, creemos firmemente en la esperanza de la resurrección y que al final de los tiempos, nos encontraremos con nuestro hermano Mike en la vida eterna. Así sea. 

Los presentes en el cementerio escuchaban reflexivamente las palabras del sacerdote mientras despedía los restos mortales de Michael Jauregui. Su viuda, Clara, lloraba desconsoladamente abrazada a Paul que fingía estar muy conmovido por la pérdida de su amigo. Entre los presentes, estaban los ángeles, así como familiares, amigos; los socios de Mike y varios clientes y proveedores que observaban con tristeza la ceremonia. Los sollozos de las personas contrastaban con la seriedad que su única hija mantenía ante el féretro. A su lado, estaba Camila sosteniendo con fuerza su mano; Lauren no lloraba, simplemente estaba ahí mirando inexpresiva el elegante ataúd de caoba, el cual, poco a poco fue bajado a la fosa. En ese momento, una rosa blanca cayó encima y entonces ella levantó la vista para encontrarse con los enigmáticos y profundos ojos azules que reconocía bastante bien. Alexa hizo una leve inclinación de cabeza que Lauren correspondió con cortesía. 

Al término de la ceremonia, los dolientes se acercaba a Clara y a Lauren para darles un abrazo de pésame. Lauren mantenía la rigidez y el semblante inexpresivo y era Camila quien se encargaba de agradecer en su nombre. La gente comprendió que tal vez, la chica estaba en shock. Los ángeles la miraron serios y Lauren les dirigió una mirada asesina. 

—Lauren, hija. Lo siento mucho. Quiero que sepas que me encargaré de que tu madre y tu estén bien y no les haga falta nada. —Paul se había acercado a Lauren para darle un abrazo de condolencias, pero ella dio un paso atrás antes de que él pudiera tocarla. 

—No necesitamos de ti. 

—Lauren, no seas grosera con Paul, él sólo quiere ayudar. 

 —Ya ha hecho suficiente. Espero no tener que verte cerca de nosotras.  

Lauren se dio la media vuelta tomando de la mano a Camila y caminando con firmeza rumbo a su automóvil escuchando la voz de su madre llamándola, al tiempo que se disculpaba con Paul y los presentes por la descortesía de su hija. Cuando llegó hasta donde se habían estacionado, vio a su amiga Alexandra esperándola, la chica le dio un abrazo de consuelo que Lauren si correspondió. 

—Siento mucho tu pérdida Estoy contigo. 

 —Gracias, Alexa. Sé que me comprendes. 

  —Hola, Camila. Me da gusto verte. 

 —Hola. También a mi. 

 —¿Creen que podamos hablar un momento?

  —Síguenos en tu auto, vamos a la casa de los ángeles. 

Lauren había configurado previamente su automóvil para que Camila lo manejara, por lo que luego de poner su huella digital para el encendido, se subió al asiento del copiloto y de inmediato lo inclinó para recostarse y cerrar los ojos suspirando pesadamente. Camila se acomodó frente al volante y antes de emprender la marcha, le acarició con ternura el rostro a su amada y frotó levemente su rodilla con un gesto cariñoso para reconfortarla.  Ella sonrió ante esa caricia.

Una vez que llegaron a la casa de los ángeles, las tres chicas se dirigieron al jardín donde se sentaron en el césped, bajo la sombra de un árbol. Camila abrazó a Lauren por la cintura y ella se acomodó en su pecho.  Alexandra sonrió. 

LA CASA DE LOS ÁNGELES (Camren Fanfic)Where stories live. Discover now