Capítulo cuatro: Llevarse un cuchillo a la garganta

275 20 8
                                    


—Miren, trío de imbéciles, si me hacen esto juro por Dios que los mataré —Amenacé intentando darles miedo a mis tres bromistas amigos, pero solo logré sacarles una carcajada mientras me posicionaba en la patineta con el casco puesto—. Si es que yo no muero primero —Continué diciendo, para luego hacerme la señal de la cruz.

—¿No que eras ateo? —Preguntó Ruff.

—Sí, si lo soy. Pero en este momento no me queda de otra que creer en lo que no veo, digo, estoy a punto de cometer un suicidio.

—No exageres, la calle no es tan empinada —Dijo Ashley, mientras agarraba mis hombros.

—Vivimos en Shaftesbury que está en una montaña... ¡Las montañas son empinadas! —Aclaré con enojo.


—Bueno Nat, una apuesta es una apuesta. Reza por salir vivo... —Intercedió Josh con un tono muy calmado. Acto seguido, los tres me empujaron haciéndome rodar en la patineta, desde la parte más alta de la calle.

Todo iba bien, bueno, quitando el hecho de que quizás me estrellaría contra un poste de luz... Hasta que me topé con una piedra, rodé por el piso, y ahí me quedé tendido hasta que una chica se acercó.

—¿Estás bien? —Preguntó Hayley, yo me levanté del suelo al instante, no quería quedar como un debilucho frente a una chica, si es que no lo soy.

—Ah... eh... si... yo... sí, estoy bien —Titubeé nervioso.

—Suenas como alguien que está nervioso porque no logró su intento de suicidio —Bromeó con una sonrisa en el rostro, lo cual me llevó a mi primera observación sobre Hayley: Tiene una linda sonrisa.

Josh, Ashley y Ruff vinieron corriendo y me revisaron todo el cuerpo buscando heridas, haciéndome quedar en ridículo.

—¿Huesos rotos? —Preguntó Josh.

—No, creo que no.

—Entremos a tu casa —Añadió Ashley.

—Bueno, fue un gusto conocerte...


—Nathaniel, ¿Y tú? —Le extendí mi mano.

—Hayley.

¿Y ahora? Ahora tengo un celular pegado a la oreja, con el cual escucho la respiración de quien sabe quién, con el cual también le escribo a una chica que posiblemente no esté muerta, la misma chica de la cual estuve enamorado por dos años, sueno como un lunático, si le dijera eso a alguien me llevarían a un hospital psiquiátrico de inmediato.

—Estás en peligro.

—¡Espera! ¡¿Qué?! —Respondo de inmediato, pero ya es tarde, ya colgó.

La voz se escuchaba distorsionada, como si estuviera tapando el celular con un pañuelo, pero esas palabras aún resuenan en mi cabeza «Estás en peligro» ¿Peligro de qué o quién?


Me siento en mi cama con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza gacha. Miro hacia mi teléfono, son las tres de la madrugada, miro hacia el espejo y noto que parezco un muerto viviente.

Estoy extremadamente pálido, debajo de mis ojos se ven manchas moradas; ojeras. A todo eso tengo que sumarle que mi cabello parece un nido de pájaro.

ˍ*ˍ*ˍ*ˍ*ˍ*ˍ*ˍ*ˍ*ˍ

Te escribo desde mi tumbaWhere stories live. Discover now