Capítulo doce: Tipos con máscaras de muñeca

66 4 8
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Después de que Ruff empujó a Andrea inició lo que creo, es la raíz del problema. Hayley, Ruff, Jennifer, Kendall y Jim se quedaron a nuestro lado cuando Jim tomó la palabra por primera vez.

—Dios, Andrea, ¿A caso estás loca?, ¿Cómo se te ocurre hacer una cosa así? —Empezó mientras miraba cómo la rubia agachaba la cabeza, lo peor, cuando hacía eso no daba pena, daba terror, porque minutos antes había una oscuridad inmensa en su mirada, algo que la volvía tenebrosa—, perdónanos por esto, pero yo no te quiero cerca ni de Ashley ni de ninguna de nosotras.

—¿Qué me estás queriendo decir? —Interrogó Andrea sin dejar de mirar el suelo o jugar con el cuchillo, estaba haciendo varias marcas en el piso con la punta filosa del arma blanca lo cual hizo que me mi estómago se contrajera al pensar que en cualquier momento podría matarnos a todas.

—Que no nos vuelvas a hablar, ver, o escribir. Has propasado una línea, Andrea, una línea que no debiste propasar, le ibas a clavar un cuchillo en el ojo a Ashley —Añadió Ruff, yo solo me quedé en total silencio mirando a Hayley por el rabillo del ojo, que por cierto, tampoco decía nada.

Hubieron tantas cosas extrañas esa noche, tantas... Cosas tenebrosas, vimos y conocimos a una Andrea Grey que quería matarnos a las seis, ¿Y ahora?

Ahora Jason quiere que caigamos una por una.

Sonrío fascinada ante lo que ocurre ante mis ojos, todo está tan frío pero hermoso a la vez, es... Simplemente fascinante. Cruzo las piernas al estilo de un indio en la cama de Catrie y veo como con sus manos arroja un rayo de luz azul hacia el techo.

Lo cual hace que éste empiece a escarcharse de hielo y poco después caigan copos de nieve.

Dios, esto es increíble.

—Nieve... —Musito con fascinación casi infantil e inclino mi cabeza hacia atrás para que caigan justo sobre mi cara.

—Pareces una niña pequeña.

—Quisiera serlo, crecer es triste —Planto mis ojos en ella y ésta sonríe.

Es la verdad, cuando somos niños solo queremos crecer para hacer las cosas que los adolescentes y adultos hace, y cuando ya hemos crecido, solo queremos volver a ser niños.

Porque la inocencia infantil es hermosa.

Y porque a medida que creces se te va pudriendo la mente.

—Estás en lo cierto, a veces, solo quisiera volver a ser una niña...

Y ahí solo nos quedamos hablando cómo queremos volver a nuestra infancia, a ser las niñas inocentes que éramos.

Los niños están ciegos de la maldad que puede haber en el mundo, no se preocupan por otra cosa que no sea jugar.

Te escribo desde mi tumbaWhere stories live. Discover now