Capítulo 14 - Sonidos del espacio

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Sonidos del espacio

Jim



Era imposible el caminar por los corredores de la Enterprise sin que algún miembro de la tripulación me tocara el vientre o me diera alguna chuchería para comer, mientras un vulcano posesivo les gruñía a todos.

Me arrepentía del día en que le dije a la tripulación sobre mi milagroso embarazo.

Decírselo a la flota fue una cosa aparte y monumentalmente más sencillo, solo fue el presentar el papeleo concerniente a mi situación de salud, hablar con algunos almirantes a los que les caía bien y listo.

Pero hablar con los miembros de mi tripulación, aquellos con los que convivía día a día había sido estresante en un inicio.

Consideré varias reacciones que podría acarrear mi confesión; entre ellas que algunos miembros del personal se sintieran adversos en mi presencia o decepcionados, pero la realidad es que todos se habían emocionado e incluso celebraron cuando les notifiqué que la flota estelar no había tenido ningún problema con respecto a mi embarazo y que al igual que con cualquier capitán femenino en esa situación solo estaría de baja por maternidad para mi último trimestre y después de un mes después de que los bebes nacieran regresaría al mando. Aunque no negare que las caras de algunos de ellos al saber que Spock y yo estábamos en una relación romántica y mis bebés eran suyos, fue épica.

Después de eso inició mi infierno.

Ya tenía suficiente con dos paranoicos locos sobreprotectores, para ahora tener a toda una tripulación sobreprotectora...

—¡Pareciera que nunca hubieran visto a alguien embarazado! ¡Hasta alientan a Spock a que siga vigilándome y cuidándome todo el tiempo!

—No seas paranoico, Jim —me respondió Bones mientras se servía otro trago frente a mí—. Solo te atosigaron los primeros días y te llenaron de demasiadas chucherías insalubres que por cierto te dije no te comieras y las aspiraste cual pastillas —me regañó—, ahora si bien te va, solo recibes unos cuantos dulces y sobadas a tu vientre, tu único acosador personal es el duende.

Gruñí ante eso. Extrañaba mis chucherías. Bones soltó una carcajada.

—Es vulcano y estás esperando a sus hijos, déjalo acosarte por un tiempo, cuando ya no lo haga lo extrañarás.

Estaba por quejarme de que no lo extrañaría cuando el monitor de la oficina de Bones sonó. Me levanté desganado de la silla en la que estaba descansando, sospechaba quien era el que llamaba.

—Spock, espero que no sea otra llamada para saber cómo esta mi estado de salud.

—Desafortunadamente, capitán...—me puse serio al instante, ahora solo me llamaba capitán cuando algo de suma importancia acontecía en la nave— esta llamada no es para eso, estamos recibiendo una extraña comunicación procedente de un planeta clase L cercano. Hemos mandado diversos saludos pero ninguno parece ser recibido o son ignorados, consideré que estaría interesado en escucharlo usted mismo.

—Voy en camino —anuncié.

—Entendido.

La comunicación terminó. Me despedí vagamente de Bones y salí de su oficina rumbo al primer turboascensor que encontré.

Entré al puente justo en el momento en que la trasmisión era reproducida otra vez.


«Oh....

The secret in your skinWhere stories live. Discover now