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Inmediatamente Elizabeth corrió hacia Christopher y comenzó a pedir por ayuda, se sentía completamente asustada por la decaída de su esposo. Poco después una pareja que yacía en el estacionamiento se acercaron a ayudar. Entre los tres, trataron de hacer reaccionar a Christopher. Sin embargo, nada de lo que hacían funcionaba.

—Debemos levantarlo y llevarlo al hospital —comentó el hombre que se encontraba ayudando.

Elizabeth asintió y entre los tres lograron levantarlo. El hombre lo tomaba por la parte de los brazos, mientras que la otra chica y Elizabeth se encargaban de su torso y piernas. Sin más, lo adentraron rápidamente al auto y el hombre, al ver la situación de Elizabeth, pidió ir al volante.

Para cuando todos estaban en el auto, el hombre manejó lo más rápido posible hacia el hospital que Elizabeth le indicó. Ese donde se encontraba el médico que siempre examinaba a Christopher. Llegaron aproximadamente diez minutos después y al bajar todos del auto, se percataron de que Christopher ya estaba reaccionando.

— ¡Christopher! —exclamó Elizabeth, acercándose a él.

Inmediatamente lo tomó del brazo y lo ayudó a sentarse. Por otra parte la pareja se encontraba observando la escena en silencio. Christopher se sentía mareado, débil y adolorido, lo único que deseaba era ir a casa a descansar. Sin embargo, sus deseos no se cumplieron, la pareja insistió a Elizabeth llevarlo hasta el médico y así fue.

Para cuando se adentraron al hospital, Christopher se encontraba apoyando su peso al brazo de su esposa, quien inmediatamente pidió ayuda a enfermeros que se encontraban en el lugar. Los mismos, llevaron a Christopher hacia el médico que les había mencionado Elizabeth —Doctor Stone— posteriormente la misma agradeció a la pareja por haberla ayudado con su esposo, a lo que ellos le respondieron que había sido un placer ayudarla.

Sin más, la pareja de despidió de Elizabeth y se retiró. Entonces Elizabeth caminó rápidamente hacia el consultorio del doctor, quien por suerte, trabaja a esas horas de la madrugada. Al adentrarse, se consiguió con Christopher estaba siendo examinado, respiró profundo y se preparó para escuchar lo que el médico tenía para decir.

— ¿Christopher se está tomando sus medicamentos? —interrogó.

—No ha comprado el último que le recetó —admitió Elizabeth.

—Es necesario que Christopher comience con el tratamiento o sus desmayos comenzaran a ser constantes —indicó el médico —. También le daré una semana de reposo.

— ¿¡Una semana!? —preguntó Christopher interviniendo.

—Lo siento Christopher, pero es necesario.

Christopher sintió la preocupación recorrerlo, su junta con los inversionistas era el miércoles y aun debía terminar su informe. Para cuando el médico terminó de examinarlo y de recordarle que debía comprar el medicamento, les informó que ya podían retirarse. Entonces Elizabeth tomó a Christopher y caminó junto a él hacia la salida y luego hacia el auto.

Poco después se adentraron y Elizabeth condujo directo a casa. Para cuando llegaron, minutos más tarde, Elizabeth ayudó a su esposo a caminar hacia adentro, aunque el mismo insistiera varias veces que estaba bien. La joven no se quedó tranquila hasta el momento de haberlo recostado a su cama. Elizabeth se durmió luego de cambiarse y sentirse más tranquila con respecto a la enfermedad de su esposo.

Para el día siguiente, Elizabeth despertó por la mañana y luego de tomar una ducha y desayunar, condujo hacia la farmacia más cercana y compró el medicamento recetado por el médico. Posteriormente volvió a casa y al adentrarse se consiguió con Christopher despierto.

—Buenos días cariño —saludó Elizabeth caminando hacia él.

—Buen día, amor. ¿Dónde estabas? —interrogó Christopher.

—Salí a comprar tu medicamento —contestó Elizabeth, mostrándole el mismo.

Christopher se encontraba sentado en el comedor junto a su laptop, trabajaba en su informe el cual debía estar terminado máximo para el martes.

— ¿Qué haces? —preguntó su esposa.

—Termino el informe de la compañía.

—Christopher, estás en reposo. No irás al trabajo —le recordó Elizabeth.

—Lo sé. Lo terminaré y lo enviaré a un compañero para que tome mi lugar en la junta.

Así pasaron los días, con Christopher en reposo y Elizabeth cuidando de él. La misma estaba totalmente atenta con el horario de los medicamentos de Christopher, tanto para la anemia como para el síncope. Para cuando el jueves llegó, Christopher se encontraba hablando por celular con su compañero de trabajo, el cual le informaba que la reunión había sido todo un éxito y que por ende, los inversionistas habían aceptado el trato.

Posteriormente, se despidió de su compañero y se sintió orgulloso de su trabajo. Estaba ansioso por volver al trabajo el lunes y escuchar lo que su jefe tenía que decir. Observó a su esposa terminando el café y rápidamente se dirigió hacia ella y la abrazó por detrás.

—Adivina qué —le comentó al oído.

— ¿Qué?

—Los inversionistas aceptaron —informó

— ¿De verdad? —preguntó Elizabeth dándose la vuelta—. ¡Felicidades!

— ¿Iremos mañana a casa de tus padres? —interrogó Christopher.

—No creo que sea buena idea, quiero que completes el reposo —respondió Elizabeth.

—No te preocupes, te aseguro que me siento mejor. Sé que quieres ver a tus padres y pasar un fin de semana diferente.

— ¿Estás seguro? —interrogó Elizabeth una vez más.

—Por supuesto. Ven, guardemos lo que vamos a llevarnos —insistió, tomando a Elizabeth de la mano y caminando junto a ella hacia la habitación.

Una noche más. |Terminada|Where stories live. Discover now