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Christopher se encontraba en el hospital, su cuerpo se sentía adolorido y muy cansado, lo único que deseaba era salir de esta. Ante sus ojos se encontraba el preocupado rostro de Michelle, quien observaba cada detalle de Christopher para asegurarse de que realmente estuviera bien. Los doctores ya habían hechos sus chequeos, el fuerte impacto hacía el vehículo de Christopher lo había dejado inconsciente, una pequeña herida en su frente y moretones alrededor de su cuerpo.

—Los doctores dijeron que estarás mejor pronto —informó Michelle—. ¿Cómo te sientes?.

—Hmm… Honestamente me siento muy adolorido —confesó Christopher ladeando los labios.

—Pasaré la noche aquí —informó preocupada.

—No, no. Realmente no es necesario —pidió Christopher.

—No seas molesto, necesitas a alguien que te cuide —contestó con tono bromista.

Christopher forzó una sonrisa debido al dolor y se aproximó a cerrar los ojos para así caer en una pequeña siesta. Michelle sonrió con ternura y se aproximó a sentarse en el sillón que se encontraba en el lugar.

Al cabo de unas horas, los padres de Elizabeth ya sabían de la terrible noticia, los cuales no podían viajar en ese momento y sintieron infinita preocupación por quien todavía consideraban su yerno, a pesar de lo ocurrido. Le desearon una pronto recuperación e informaron que lo visitarían en cuanto pudieran.

De los dos, Eli era quien se encontraba más afectada por la muerte de su hija, parte de su corazón no quería tener rencor hacia el hombre que había dado todo por su pequeña. Sin embargo, por algunos instantes la tristeza la cegaba y lo encontraba realmente culpable, pero este… Este no era uno de esos casos, la señora se había preocupado realmente por su yerno y por un instante, hasta pidió entre sí que nada malo le pasara a él también.

Luego de unas horas, cuando Christopher despertó y fue informado del mensaje de sus suegros, se sorprendió bastante al respecto, pero en su corazón se encontró un poco de paz. Miró hacia su costado y se encontraba Michelle, con un libro entre sus manos.

—Vi a Elizabeth —confesó causando que Michelle lo observara desconcertada.

—¿A qué te refieres? —interrogó preocupada.

—La vi… la vi, lo juro. Sé que suena muy loco, pero ella estaba allí, diciéndome que todo estaba bien y observándome, diciéndome que me amaba —contó con desespero.

—Muy bien Christopher, creo que debes calmarte. Todo está bien, tranquilo. Yo… creo que Elizabeth realmente te amó con todo su corazón, pude notarlo las pocas veces que llegué a verla. Pero creo que tienes que comenzar a dejar cosas atrás… Para que puedas avanzar —aconsejó nerviosa de cómo Christopher podría reaccionar.

Christopher suspiró desconcertado, su estado no era sencillo. Cayó en cuenta de la realidad y entonces recordó que prontamente habría un juicio hacia el asesino de su amada. Frotó con fuerza su cabello y se resignó a decir una palabra más. Necesitaba dejar de ver y escuchar, necesitaba encontrar algo que le devolviera la paz verdadera en su corazón.

Así transcurrieron los días con Christopher en el hospital, hasta que finalmente lo dieron de alta. Michelle se encargó de llevarlo hacia su respectivo hogar, prepararle comida y un poco de café. Christopher lucía cansado, sus ojeras estaban marcadas y su cuerpo estaba encorvado.

—Debes descansar —pidió Michelle y Christopher asintió.

Michelle salió de la casa de Christopher y se aproximó a dirigirse hacia su trabajo, con preocupación en su corazón.

—Dios… por favor, ayúdalo.

Las semanas transcurrieron y Christopher no había vuelto a ver o escuchar a Elizabeth, habían sido unas semanas duras de recuperación y de meditación, en ocasiones la desesperación y la soledad solían invadir el cuerpo del joven, por su memoria transcurrían los hechos que lo habían llevado a tener la vida que tenía ahora y le dolía, no quería vivir así ni soportar más dolor, sabía que no había compartido el tiempo que hubiera querido con su amada, no fueron suficientes caricias, suficientes besos ni mucho menos suficientes momentos compartidos. Podrían pasar muchos años antes de que se encontrara con su esposa y esperar… era un carvario.


Elizabeth… Nuestro pequeño mundo fue tan corto.

No fue suficiente para mí.

Necesito más de ti.

Necesito una noche más.



Una noche más. |Terminada|Where stories live. Discover now