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A partir de ese momento, cada noche fue gris. Cada noche era capaz de recordar su olor y su sonrisa, podía imaginarla yaciendo dormida junto a él de nuevo. Sin embargo, no iba más allá de una ilusión creada por su mente en pequeños instantes, para cuando la realidad golpeaba su rostro, podía sentir cómo su corazón dolía, cómo si se tratara de una daga clavada en su corazón.

Los días pasaron y entonces la mañana del 25 de marzo, Christopher recibió una llamada del detective encargado del caso; quien reveló que habían capturado a varios sujetos con características similares a las que él había declarado. Christopher salió de su cama y seguidamente caminó hacia la cocina donde estaban sus suegros.

—El detective llamó —informó.

— ¿Qué dijo? —interrogó Eli, con interés.

—Han encontrado a varios sospechosos. Debo ir a la estación ahora mismo.

—Iremos contigo —comentó Alex.

Christopher asintió y posteriormente caminó de vuelta a su habitación, se cambió de ropa y entonces salió junto a sus suegros. Alex iba al volante y la señora Eli junto a él. En cuestión de minutos se encontraban en la estación y podía sentirse una pequeña tensión el aire. La familia se miró entre sí por unos minutos, hasta que uno de ellos decidió romper el silencio.

—Sea quien sea el culpable, espero que esté allí. Debe pagar por lo que le hizo a mi hija —murmuró Alex.

Posteriormente los tres bajaron del auto luego de varios suspiros y caminaron para así adentrarse a la estación. Sin perder tiempo, Christopher se dirigió a la recepción y preguntó por el detective encargado del caso, quién fue informado de la presencia de la familia y de inmediato se acercó hacia ellos.

—Buenos días señor Caswell —saludó el detective con un apretón de manos.

—Buenos días detective.

—Acompáñeme, por favor.

Entonces el detective caminó con Christopher justo detrás de él. Segundos más tardes ambos se adentraron en una habitación donde, se podía observar una sala distinta con varios sujetos. Cada uno de ellos sostenía un cartel con números del uno al seis.

—Le voy a pedir que los observe detenidamente señor Caswell. Es importante que nos diga si el verdadero culpable está entre uno de ellos.

Christopher observó con atención a cada uno de los sujetos enumerados e intentó concentrarse en recordar cada detalle que lo ayudara a incriminar al verdadero culpable. Poco a poco, fue descartándolos en su mente, hasta el momento que sus ojos se posaron en el número cinco.

—Definitivamente es él —susurró.

Sintió la ira recorrer su cuerpo y sin pensarlo un segundo más, exclamó:

— ¡Es el número cinco, estoy completamente seguro!

—Muy bien señor Caswell, gracias por su colaboración. A partir de ahora, comenzaremos a interrogarlo, intentaremos que confiese su crimen y entonces podremos ir a juicio.

Tras las palabras del detective, Christopher sintió un alivio por haber encontrado al verdadero culpable de la muerte de su esposa. Sin embargo, en las últimas noches una idea había estado rondando por su mente; ¿qué si fue él el verdadero culpable?, ¿Elizabeth estaría viva si él no se hubiera resignado a entregar sus pertenencias?

Pensar en eso, lo hacía sentir miserable. Aunque el verdadero culpable fuera a prisión por años, esa sensación de culpa permanecería en él por mucho tiempo. Había perdido a la mujer que había marcado su vida, la mujer que aún era dueña de su mente y su corazón; esa que podía observar en cada rincón de su habitación e incluso oler su peculiar olor. Christopher salió de la habitación junto a el detective, quien amablemente permaneció a su lado hasta que Christopher logró visualizar a sus suegros. De forma inmediata, Eli se levantó de su asiento y caminó hacia Christopher, lo observó fijamente y entonces preguntó:

— ¿Reconociste a alguno? Respóndeme Christopher, ¿el asesino de mi hija se encuentra en esa habitación?

—El asesino de Elizabeth definitivamente se encuentra en esa habitación.

—Este es el momento para que contraten a un buen abogado que pueda preparar el caso para el juicio —sugirió el detective.

—Así lo haremos —respondió Alex.

—Interrogaremos al acusado y nos comunicaremos con ustedes lo más pronto posible. Que tengan buen día.

El detective volvió a sus labores y entonces los tres salieron del lugar, subieron al auto y volvieron a casa. El silencio estaba nuevamente presente ante la situación. Christopher y Eli estaban metidos en sus pensamientos, ambos, recordaban a Elizabeth e internamente sentían un pequeño alivio en sus interiores. Por otra parte, Alex, internamente le prometía a su hija que haría que el verdadero culpable recibiera el castigo que se merecía. Pues, les había arruinado por completo su vida y la de Elizabeth. La familia había permanecido en casa sin siquiera comprar el periódico. La noticia sobre este asesinato se había hecho viral en los medios de comunicación y eso realmente les afectaba.

Alex estacionó el auto frente a la casa de Christopher y seguidamente la familia bajó del auto. Los tres, se adentraron a la misma y se ubicaron en la pequeña sala.

—Creo que deberían volver a su casa por unos días, ya han encontrado al culpable y creo que ya puedo permanecer solo unos días. Ustedes tienen una casa que cuidar —sugirió Christopher.

—Creo que Christopher tiene razón, realmente extraño nuestra habitación —comentó Eli por otra parte.

—Nuestra casa está bien. No pienso moverme de aquí hasta que ese juicio sea realizado y el culpable vaya prisión, sólo así podré volver tranquilo a nuestro hogar —contestó.

—No quiero que el caso de nuestra hija sea uno de esos donde el atacante va a prisión sólo por un par de años —dijo Eli, tomando asiento junto a su esposo.

—Conseguiré al mejor abogado y le diré que se asegure de que todo el peso de la ley caiga sobre ese asesino —comentó Alex.

Tras estas palabras, Christopher se levantó de su asiento y caminó hacia su habitación, donde nuevamente se recostó en el lado donde solía dormir Elizabeth, olió su almohada y entonces cerró sus ojos.

— ¿Por qué te has ido? Te necesito, las cosas están poniéndose difíciles aquí. Necesito tu apoyo.


Una noche más. |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora