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Para la mañana siguiente, la familia se levantó muy temprano; desayunaron y posteriormente la joven pareja fue solicitada para ayudar en el arreglo de la casa. Christopher se marchó junto a su suegro a la parte el garaje; donde ayudaría al mismo a llenar unas cajas con objetos que ya no utilizaban. Por otra parte, Elizabeth se quedó junto a su madre. Las mismas se encargarían de cambiar la posición de los muebles y dejar el suelo impecable.

Para cuando el reloj marcó las tres de la tarde, la familia ya había terminado sus respectivas labores. Entonces Christopher y Elizabeth decidieron empacar sus cosas y posteriormente tomar una ducha.

— ¿Qué opinas de salir a cenar hoy? —preguntó Christopher, mientras enjabonaba su cuello.

—Sólo si me dices a dónde vas a llevarme —replicó Elizabeth.

—Tranquila, iremos a un lugar bastante cerca.

— ¡Vaya, que específico! —rió.

Minutos más tarde la pareja había terminado de ducharse y estaba lista para volver a casa. Tomaron sus pertenencias y seguidamente salieron de la habitación en la que yacían. Para cuando los padres de Elizabeth se percataron que era hora de despedir a su hija y a su yerno, se encaminaron junto a la pareja hacia la salida de la acogedora casa y los despidieron entre abrazos y más invitaciones hacia su hogar. Christopher y Elizabeth subieron al auto y se encaminaron hacia su respectivo hogar, al otro lado de la ciudad.

— ¿Te gustó venir? —interrogó Christopher, al frenar ante un semáforo que se encontraba en rojo.

—Por supuesto —afirmó Elizabeth—. Además, debes admitir que este viaje fue mucho más entretenido que el pasado.

—Así es, principalmente por las dos horas que estuve ayudando a tu padre con las cajas —aseguró con sarcasmo, colocando así el auto nuevamente en marcha.

— ¡Qué exagerado! Ha sido solo media hora —replicó Elizabeth.

—No creo, estoy seguro de que fueron dos horas —insistió.

Elizabeth marcó una leve sonrisa en sus labios y giró sus ojos. Sin más, la pareja permaneció en silencio hasta el final del viaje. Para cuando el ocaso yacía en el cielo y temperatura comenzaba a bajar, Christopher aparcó su auto frente a su casa. Observó a su esposa y posteriormente plasmó un beso en su frente. Seguidamente bajaron del auto y mientras Christopher se encargaba de bajar el equipaje, Elizabeth abría las puertas de su hogar. La misma, se mantuvo en la entrada hasta el momento que Christopher se adentró y entonces cerró la puerta detrás de ella.

— ¿Quieres un café? —le preguntó mientras Christopher se adentraba a la habitación.

— ¡Sí! —confirmó el joven, desde donde estaba.

Entonces Elizabeth caminó hacia la cocina y realizó el café tal y cómo a Christopher le agradaba. Esperó junto a la cocina el tiempo necesario hasta que el mismo estuvo listo y entonces sirvió dos tazas. Caminó hacia su esposo que se encontraba guardando sus cosas y le entregó su respectivo café.

—Gracias, cariño —agradeció Christopher en cuanto tomó la taza entre sus manos.

Sin más, Elizabeth levantó la ropa sucia y la llevó a su respectivo sitio. Luego, se encaminó hacia la cocina y dejó la taza que aún yacía en sus manos y posteriormente se dirigió nuevamente hacia su habitación y se acostó junto a su esposo.

— ¿Quieres hacer algo mientras esperamos que sea de noche? —preguntó Christopher.

—Veamos una película de romance —replicó Elizabeth.

—Sólo si me das un beso —condicionó Christopher.

Elizabeth rió ante la condición de su esposo, accedió a ella y seguidamente se dispuso a colocar la película. Para cuando consiguió una que llamó su total atención, la reprodujo y posteriormente apagó la luz. Se encaminó nuevamente hacia la cama y se posó al lado de Christopher. De esa forma pasaron las próximas dos horas y para cuando la película terminó, Elizabeth estaba limpiando sus lágrimas con la camisa de su esposo.

— ¡Ha sido realmente hermosa! —exclamó.

—Tranquila cariño —le dio un beso en su frente.

Entonces Elizabeth terminó de secar sus lágrimas y se dispuso a levantarse. Caminó hacia su closet y comenzó a buscar lo que iba a colocarse. Interrogó a su esposo acerca de cómo se vería en algunos vestidos y al final, terminó siendo él quien escogió lo que vestiría. Terminaron de arreglarse y para cuando estuvieron listos, salieron de la habitación juntos.

— ¿Te gustaría ir caminando? —preguntó Christopher.

— ¿Cómo que caminando? —interrogó Elizabeth por otra parte.

—Sí, es bastante cerca —aseguró Christopher.

Entonces Elizabeth accedió a la petición de su esposo. Caminó hacia la salida y entonces tomó la mano del mismo. De esa forma caminaron juntos hacia un restaurante que se encontraba a dos cuadras de donde ellos vivían. Llegaron al mismo, minutos más tarde y posteriormente se adentraron buscando una mesa en la cual sentarse.

Un mesero se acercó a ellos y les indicó una mesa para dos disponibles. Los tres caminaron hacia la misma y para cuando Christopher y Elizabeth estuvieron sentados, el mesero se dispuso a tomar su orden. Les indicó que la misma tardaría un poco por la cantidad de pedidos que tenían pendientes y se retiró.

—Me agradó venir caminando —comentó Elizabeth —. El clima está muy frío.

—Te dije que era una buena idea —presumió Christopher.

Los minutos seguían transcurriendo y para cuando el hambre comenzó a acecharlos cansados de esperar, el mismo mesero que los había atendido hace casi una hora atrás apareció con su pedido. La pareja agradeció por el mismo y se dispuso a comer.

Como de costumbre, comieron en silencio y para cuando terminaron, optaron por quedarse sentados unos minutos más antes de pagar. Cuando estos minutos transcurrieron, Elizabeth se percató de la hora y entonces le indicó a Christopher que era hora de regresar a casa. El mismo, se levantó a pagar la cuenta y para cuando regresó Elizabeth tomó su bolso y caminó junto a él hacia la salida.

—La comida estaba muy rica, ¿cierto? —preguntó Elizabeth a su esposo.

—Así es.

— ¿Estás bien? —interrogó la joven con preocupación.

—No lo sé cariño, quiero sentarme un momento —indicó Christopher.

Elizabeth tomó el brazo de su esposo y observó a su alrededor con el fin de saber si podían quedarse un momento allí. Sin embargo, la presencia de un individuo detrás de ellos la alarmó.

—No Christopher, no podemos quedarnos aquí —informó, comenzando a caminar junto a él.

— ¿Qué sucede? —interrogó Christopher al observar la expresión de preocupación que yacía en el rostro de su amada.

—Ese hombre que está detrás, no me da buena espina.

Dicho esto la pareja aceleró su paso. La calle que recorrían estaba vacía, en ella solo abundaba la presencia de la pareja y este extraño que parecía seguirlos. La preocupación de Elizabeth se transformó en miedo cuando el mismo individuo corrió hacia ellos y los apuntó dejándolos totalmente quietos.

— ¡Quiero todo lo que lleven consigo! —exclamó el extraño, aún apuntándolos.

Sin embargo, Christopher no estaba dispuesto a permitir tal situación. Tomó la mano del individuo cuando lo creyó conveniente y posteriormente ambos sujetos comenzaron a forcejear el arma. Para cuando Christopher estaba seguro que iba a quitársela, la misma se disparo en dirección a Elizabeth, quien entonces comenzaba a gritar por ayuda. El sonido del disparo impacto tanto a Christopher como el individuo, un silencio invadió el lugar durante cortos seguidos y posteriormente, el hombre que los atacó, estaba corriendo lejos de le escena. Christopher ignoró por completo al sujeto, tiró el arma que yacía en sus manos y corrió hacia su esposa herida.  

Una noche más. |Terminada|Where stories live. Discover now