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Dos años transcurrieron desde la muerte de Elizabeth con Christopher visitándola cada mes como lo prometió, asistiendo a el grupo de ayuda y volviendo al trabajo.

Vivía su día a día de una manera tranquila y había puesto en práctica cada una de las enseñanzas que le habían otorgado, el apoyo de Michelle fue de extrema ayuda para su evolución y para su proceso.

Perder a quién sería tu compañero de vida, sin haber llegado siquiera a ser padres, es algo que no cualquiera puede sobrellevar y para Christopher, con su mundo ya de cabeza, eso solo lo impulso a un abismo de perdición y locura.
Por suerte para Christopher su estado mental mejoró y su salud también, Elizabeth en vida se la mantenía recordándole sobre sus medicamentos. Sin embargo, Christopher se había prometido asimismo tomar sus respectivos medicamentos cada vez que le tocase. Estaba dispuesto a cambiar, mejorar y evolucionar; se resignaba a seguir siendo la misma persona que había sido años atrás, incluso, en constantes ocasiones se lamentaba de no haber escuchado a su esposa en sus preocupaciones hacia él y de darle poca importancia.

Tenía tanta razón.

Christopher yacía en el mismo lugar donde había podido escuchar a Elizabeth antes del accidente, lo observó con gentileza y sonrió por lo bajo; era momento de seguir adelante y comenzar un nuevo proceso.

El proceso de vivir.

Tomó asiento sobre su lecho y dedicó una mirada más al lugar, era una tarde fría, sin embargo, el calor en su pecho no estaba ausente.

—Así que aquí estoy… Una vez más, trayendo a memoria tu recuerdo y finalmente dando el paso que tanto me ha costado —habló Christopher al vacío imaginando que Elizabeth lo estaba escuchando—. Me he estado preparando para finalmente decir adiós y no adiós a tu recuerdo, sino adiós a mi aferre hacia ti, a no dejarte descansar en paz y a seguir preocupándote con mis actitudes y mis acciones.

Christopher sintió una cálida mano posarse en su hombro pero se obligó asimismo a no perder su momento con Elizabeth.

—No sé si es el momento correcto, muchos pensarán que es muy pronto o que me he vuelto loco, pero lo cierto es que… Uno es quien decide cuando superarse asimismo, es uno quien decide cuando comenzar a avanzar de nuevo, aunque los demás crean que no es el momento adecuado —su voz se quebró—. Así que… Dios… Elizabeth, yo… He venido a despedirme, he venido a decir que nadie ocupará tu sonrisa, la manera de tus abrazos y de tus besos. He venido a decir que lo lamento, lamento no haber sido el mejor esposo pero sobre todo… Lamento no haber podido protegerte.

Las lágrimas se desplazaron por el rostro de Christopher quien ahora disponía a colocarse de pie, segundos más tarde secó su rostro y prosiguió.

—Te amo Elizabeth… Y espero que algún día podamos reencontrarnos de nuevo —finalizó.

Entonces giró sobre su mismo eje encontrándose a una Michelle que lo observaba con compasión, sin previsto la misma lo abrazó con todas sus fuerzas mientras susurraba en su oído un “Todo estará bien”, Christopher envolvió sus brazos alrededor de la mujer que aún seguía para él desde hace dos años y que agradecía seguir teniendo en su vida.
Fue ella quien lo impulsó a volver al trabajo, fue ella quien lo impulsó a retomar la comunión con los padres de Elizabeth, fue ella quien lo ayudó en tantos aspectos.

—Michelle yo…Quiero aprovechar para decirte gracias, gracias por todo lo que has hecho por mí, has sido una ayuda idónea —dijo Christopher con delicadeza.

—Siempre estaré cuando me necesites —aseguró la joven.

—Es por eso que he pensado mucho en aquellas palabras que brotaron de tus labios hace tanto tiempo, cuando confesaste tus sentimientos hacia mí… Quiero decirte que…

—Christopher¬… No tienes que hacerlo, yo entiendo tus razones —interrumpió Michelle.

—Yo creo que es momento de empezar a vivir, sé que Elizabeth estará feliz por mí, lo siento en mi corazón; Michelle, creo que es justo que comencemos a salir —susurró Christopher observándola a los ojos.

—¿Hablas de tener citas? —Christopher asintió —. Christopher yo… Claro que quiero, iremos a tu ritmo, lo prometo. Gracias Chris —sonrió Michelle con ojos llorosos.

Christopher le dedicó un dulce beso en la frente y ambos se giraron para seguir contemplando el lugar que tanta paz le transmitía al alma de Christopher. Estaba eternamente agradecido.


Fin.

Una noche más. |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora