Nueva en New York

5.6K 325 151
                                    

April Ross, mortal.

New York...

La Gran Manzana...

La ciudad que nunca duerme...

Llámenlo como quieran. No tiene importancia. A partir de ahora, esta es mi ciudad.

Adiós, Denver. A partir de ahora soy una newyorkina.

Puedo decir eso, ¿cierto? Tal vez existe alguna especie de ritual, y tengo que probar que soy digna de ese título, pero, ¿a quién debo probárselo? ¡No quiero ser rechazada! ¿Cómo sería si New York me rechaza? ¿Eso significaría que me sacarían de la ciudad? ¡Tal vez incluso del estado! Tendría que volver a Colorado, y no quiero hacer eso...

¡Detente April!

Estás exagerando...

De nuevo.

Todo va a salir bien.

Ahora debo enfocarme en llegar al internado, e intentar agradarle a quien sea que vaya a ser mi compañera. Después de todo vamos a dormir en la misma habitación todo el año escolar, mejor llevarnos bien.

A todo esto, ¿hace cuánto habré bajado del autobús? Seguro que hace más de una hora. ¿Por qué aún no encuentro un taxi disponible? Debo llegar a tiempo para registrarme o sino no me permitirán entrar.

Podría soltar un chiflido entonces un taxi pararía justo a mi lado, como en las películas. Solo hay un problema, no sé chiflar. Ni siquiera silbar. Lo más probable es que si lo intenté termine escupiendo en los zapatos de algún peatón.

Así que me limito a levantar la mano, como estuve haciendo durante una hora.

Finalmente, un taxi frena a unos metros. Un hombre de traje con el cabello canoso, que en ese momento salía de un hotel, se dirige hacia el taxi mientras habla por teléfono.

¡Oh no! No de nuevo.

Ya perdí dos taxis por culpa de una señora mayor y una mujer con dos bebes. Eso puedo soportarlo, pero no esto.

Así que corro...

En el camino choqué con muchas personas e hice un verdadero desastre. Por ejemplo, derramé todo el café de una chica rubia sobre el libro que venía leyendo.

¡Juro que quería disculparme! Pero si lo hacía perdería el taxi, y eso era algo que no me iba a permitir.

Cuando el hombre abrió la puerta del taxi con la intención de subir, pasé por debajo de su brazo, entré primera y cerré la puerta con fuerza. Oí un grito proveniente del exterior, había dos opciones: el señor había soltado un grito de frustración por haber perdido un taxi, o bien, le había agarrado los dedos de la mano contra la puerta. No me pare a ver cuál fue, exactamente, la razón; apenas entré en el automóvil, le di la dirección al conductor y partimos.
______________________________________

El internado era gigantesco. Me sentí completamente intimidada frente al edificio que se alzaba ante mí.

Está pasando. No estoy en mi habitación empacando mis cosas y haciendo el conteo siendo incapaz de ocultar mi emoción. Ahora es real.

Entré y caminé hacia la puerta en la que decía administración. Toqué y aguardé a que me abran, quien lo hizo fue una mujer de ojos marrones, como lo míos, estatura baja y cabello castaño.

—Pasa— dijo.

Y eso fue exactamente lo que hice.

—Nombre— pidió.

Percabeth entre mortalesOnde histórias criam vida. Descubra agora