Los primeros besos apestan

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Heather Jefferson, mortal.

Era la hora de almuerzo...

Sara, Gretchen y Dawn me estaban haciendo señas con la mano para que me siente junto a ellas. Solté un suspiro y me dirigí a la mesa en la que se encontraban.

No me caían muy bien, y se suponía que eran mis mejores amigas. Creo que yo tampoco les agradaba, a veces parecían avergonzadas de estar conmigo. Pero prácticamente habíamos crecido juntas, nuestros padres sí que eran auténticos mejores amigos; así que Sara, Gretchen, Dawn y yo nos veíamos seguido, nos habíamos acostumbrado a estar las cuatro juntas, sería raro que fuera de otra forma.

—Hola, Heather —me saludaron, más por educación que por otra cosa.

—Hola, chicas.

—Veo que hoy volviste a usar cola de caballo — apuntó decepcionada Gretchen.

—Creíamos que el asunto de la cola de caballo estaba más que arreglado— prosiguió Dawn.

—Es verdad, —confirmó Sara— por un momento creí que todas estábamos de acuerdo en que la cola de caballo ya pasó de moda.

La tres me miraron expectantes, como esperando una explicación lógica de por qué hoy llevaba el pelo recogido de la misma forma que ayer, y que el día anterior, y que la semana pasada, y que el mes pasado, y que el... entienden el punto, ¿cierto?

—Bueno, —carraspeé —yo...

—¿Es cosa de latinos? —interrumpió Sara.

Bufé molesta. Es cosa de latinos, era la típica pregunta que esas tres soltaban cada vez que yo hacía o decía algo que a ellas les resultaba sorprendentemente raro o fuera de lugar. Como si pudieran clasificar a las distintas personas de veinte diferentes países y decir que una estúpida cola de caballo era "cosa de latinos", cuando simplemente era eso, una cola de caballo.

—Probablemente no —contesté.

—¿Y qué me dices del fleco? — preguntó esta vez Dawn— ¿Eso también es cosa de latinos? Porque creo que un fleco así, lacio y recto, debería ser ilegal en este país.

Retuve el impulso de abofetearlas, un gran logro considerado de que estaba harta.

Cuando el tema "cosas de latinos" se tocaba, explotaba una lluvia de preguntas. Había veces que hacían comentarios realmente racistas y parecían no notarlo, en momentos como ese tenía ganas de estampar mi frente contra la mesa.

—Por favor, Dawn. —exclamó Sara— Es obvio que el fleco es cosa de latinos, jamás vi a un estadounidense con algo así.

—Yo soy estadounidense— mascullé.

—A mí, en cambio —prosiguió Sara pasando por alto mi comentario— me intrigan más las puntas abiertas, —dijo mientras tomaba un mechón de mi cabello castaño claro y lo analizaba— ¿es eso cosa de latinos?

—No lo creo— traté de contestar.

—Tal vez. — dijo Gretchen— De lo que estoy segura es de que esas cejas sí que son cosas de latinos. —comentó mientras tiraba mi fleco hacia atrás dejando a la vista mi frente y mis cejas —¿Ya olvidaron a la artista latina que vimos la semana pasada en arte? Dios, las cejas de esa mujer eran un espanto.

—Frida Kahlo. — recordé —Y creo que la señorita Green esperaba que aprendan otra cosa de Frida Kahlo, además de cómo eran sus cejas.

—También tenía bigote —agregó Dawn.

—Que asco —comentó por lo bajo Sara.

—Oí que su esposo la engañaba — informó Gretchen.

Percabeth entre mortalesWhere stories live. Discover now