Voy a morir, y la culpa la tiene un remo

6K 282 389
                                    

Kevin Ness, mortal.

El agua y yo no nos llevábamos bien. No importaba si se trataba de una piscina, un lago, un río, un mar o el mismísimo océano. Yo nunca me acercaba al agua a no ser que fuese estrictamente necesario (es decir, cuando necesitaba un baño o cuando me encontraba sediento).

El ser humano estaba hecho para estar en tierra, ¿cuál era la necesidad de construir barcos? ¿Por qué se habían inventado los deportes acuáticos?

Y no, no es que sea hidrofóbico. No le tengo miedo al agua y tampoco es que sufro alguna clase de ataque de pánico cada vez que estoy cerca de ese líquido, simplemente me gusta mantener una cierta distancia.

¿Sabían que casi 360.000 de personas mueren anualmente a causa de ahogamientos? ¿Y que las inundaciones son uno de los desastres naturales más comunes? ¿Y que un promedio de diez personas muere anualmente a causa de un ataque de tiburón? Lo sé, tal vez está última cifra no les parezca la gran cosa, pero yo podría estar entre esos diez.

Pero ahora, ignorando olímpicamente todas mis advertencias, mi hermana Lydia ha pedido como regalo de cumpleaños viajar a Long Island para aprender a andar en canoa.

Desde el principio me negué a ir, pero mis padres no solo no me escucharon si no que me dijeron que iba a ser una buena forma de reconciliarme con el agua.

—¡Esto va a ser emocionante! —chilló mi hermanita. Pero claro, a los nueve años todo resulta emocionante.

Ambos bajamos del auto. Además de ser obligado a realizar una actividad que de primera mano me desagradaba, fui el encargado de traer a mi hermana. Lo cual es completamente injusto, considerando que nuestros padres se quedaron en nuestro departamento en Manhattan.

—¿Quién crees que nos de la clase? — preguntó mi entusiasmada hermanita.

Yo me limité a encogerme de hombros. La verdad es que yo tampoco lo sabía, si bien mi mamá había decido no acompañarnos ella fue quien reservó la clase, así que yo también desconocía absolutamente todo de la persona que iba a enseñarnos a usar una canoa.

Vi de reojo a Lydia quien era incapaz de ocultar su entusiasmo. Los pequeños saltos que provocaban que sus rizos pelirrojos suban y bajen, y el brillo que se vislumbraba en sus ojos canela, la delataban.

No entiendo por qué la gente dice que nos parecemos. Mi cabello pelirrojo se encontraba estático y mis ojos canela no emitían ninguna clase brillo.

Pasado unos minutos un chico que parecía de mi edad, alto, con el cabello azabache y los ojos verdes se acercó a nosotros.

—¿Ustedes son los Ness? — fue lo primero que salió de sus labios.

Mi hermana automáticamente comenzó a asentir a una gran velocidad, acción que provocó una sonrisa ladina de parte del chico.

—En ese caso, hola soy Percy Jackson. Seré su instructor de canoa— se presentó aun manteniendo la sonrisa, la cual mostraba un diente algo torcido. — Acompáñenme— pidió, para después girar sobre sus talones y caminar hacia el lago, o eso fue lo que supuse.

Mi hermanita lo siguió encantada, yo, por mi parte, tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para comenzar a avanzar arrastrando los pies y con la cabeza siempre mirando hacia abajo.

Al llegar al lago, lo primero que hice fue observarlo con absoluta desaprobación, lo segundo fue vestirme con el equipo necesario (es decir el chaleco salvavidas) y lo tercero fue seguir al pie de la letra las instrucciones de Percy. De esa forma podíamos evitar posibles accidentes.

Tenía que admitirlo, Percy era un gran maestro. Enseñaba a la perfección y ese aire carismático y juvenil que poseía generaba que se viera como alguien confiable. Además, las veces que había ingresado en el agua parecía tener una conexión que, si bien no envidiaba, era digna de admiración.

Percabeth entre mortalesHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin