50. Playa

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I never came to the beach or stood by the ocean
I never sat by the shore under the sun with my feet in the sand
But you brought me here and I'm happy that you did
Cause now I'm as free as birds catching the wind

Malibú - Miley Cyrus

El regalo mas costoso de todos, había sido el del señor y la señora Lowe, visto y considerando el ultimo año que habían tenido sus padres, creían que ellos y sus hijos merecían unas vacaciones.

Así fue como se despidieron de la familia Lupin en el aeropuerto de Londres mientras Annie le explicaba todo su funcionamiento a su marido.

Remus no podía evitar sentirse mas culpable, desde la batalla en el departamento de misterios se había propuesto una sola cosa: encontrar un trabajo digno para mantener a su familia. No quería vivir de la benevolencia de sus suegros, aunque ellos no pareciesen ni siquiera fijarse en eso. Tampoco le pediría a Alistair trabajo, sería una completa vergüenza.

De todas formas, el trabajo que la Orden demandaba los tenía bastante consumidos a ambos, hacía poco habían incendiado La Madriguera con Harry adentro, los Weasley habían aceptado a regañadientes hospedarse en la Residencia Lowe mientras Remus, Alec, Aquiles y Annie se encargaban de restaurar lo que quedaba de la precaria casa.

No importaba sus responsabilidades para con la Orden, él debía darles una vida digna a sus hijos por sus propios medios. Su esposa había comenzado su carrera para ser auror, y francamente le iba bastante bien, lo cual solo conseguía poner mas presión en él.

-¿Estas segura que esto se elevará? –preguntó Remus inseguro al ver como el avión comenzaba a ir a toda velocidad por la pista.

-Tranquilo, estos muggles son muy inteligentes...

Llegaron a California luego de ocho horas de vuelo, las cuales Annie agradeció que fueran de noche, su marido y sus hijos habían dormido plácidamente todo el camino.

Todos se sorprendían al ver aquella singular familia, no por la vestimenta del padre, sino porque solo llevaban una sola maleta pequeña y eran cuatro.

Si tan solo ellos supieran que Annie era experta en hechizos...

Rosie chilló cuando la colocaron en su cochecito, pero se calmó al ver que ponían a Lyall a su lado y estos comenzaron a pelearse por unas galletas de chocolate que su madre les había dado.

-Hace calor –dijo como comentario Remus que se arrepentía haber viajado de túnica.

-Tranquilo, he traído ropa muggle hasta para ti. Vamos.

Se sorprendió al ver como Lyall y Rosie disfrutaban de aquel lugar tanto como Annie. La primer mañana los cuatro ya estaban chapoteando en el agua cristalina. Conocía muchas playas, pero nunca había ido a la playa en sentido figurado. Nunca había tomado unas vacaciones así.

-Relajante, ¿No? –dijo ella soltando su libro bajo el sol. Sus hijos estaban haciendo una especie de montañas de arena que su madre estaba empecinada en decir que eran castillos.

-Si –admitió él oyendo el sonido del mar –el agua es cálida, no es como la de Liverpool que...

Ella ya estaba encima de él besándolo con ternura, los dos tirados en la arena.

Poco le importaban la mirada de los demás, allí los cuatro en Malibú eran felices.

Los siguientes días fueron iguales al primero, solo que durante la tarde Annie había programado todos los días una actividad diferente para que disfrutara la familia Lupin.

Anduvieron en lancha mar adentro, se tiraron al medio del océano por tandas, primero ella con Lyall y luego él con Rosie, otro día fueron a una piscina, lo cual sorprendió mucho a Remus, era como una especie de fuente de agua gigante donde los muggles nadaban. Observó como sus hijos jugaban con otros niños contentos.

-¿Una fuente artificial teniendo el mar para nadar al lado? Si que son raros eh...

-Si, lo son –admitió su esposa sin quitarle la vista de encima a sus hijos –pero mira como Lyall comparte sus juguetes con otros niños...

-Y mira como Rosie le roba juguetes a los otros.

Ambos rieron.

Annie llevaba meses de terapia intentando superar el inccidente de su secuestro, que afectaba notoriamente su matrimonio, Remus era un esposo dulce y paciente, pero ardía de deseo de poner tener otra vez de nuevo a Annie entre sus brazos.

Pero aunque le llevase toda una vida superarlo, él la esperaría. Ella valía absolutamente la pena.

-Yo... no.. no puedo –dijo separándose de él nerviosa, luego de una larga sesión de besos tras dormir a sus hijos –lo lamento Remus –escondió su cara entre su pecho enterrándose en él.

Sintió la mano de su marido acariciar su espalda con dulzura.

-Esta bien Annie –mordió sus labios intentando contenerse –te amo y te he dicho... no es problema...

-Vamos, no mientas –lo acusó apenada –si tan solo yo... cada vez que cierro los ojos mientras lo intentamos veo su escalofriante rostro...

-¿Pero por qué no pruebas mirandome a los ojos? –él la tomó con ternura –Ya lo sabes Annie, nadie te hará daño jamas. No lo permitiré, te amo.

Comenzó a dejarse ser besada sin demasiada dificultad, intentando no cerrar los ojos y en no pensar otra cosa que no fuese su marido. Observó como su boca descendía hacia el centro de su femeneidad y soltó un gemido.

Por primera vez en mucho tiempo estaba sintiendo deseo sin pensar en el miedo que eso significaba. No podía creerlo, Remus lo estaba logrando.

Nunca se aburriría de aquel hombre.

-Remus –gimió aquella noche mientras él la apoyaba sobre la mesada del baño y la hacia retorcerse de placer.

Lagrimeó de felicidad en silencio.

Sabía cuanto amaba que dijese su nombre en voz alta. Solo lo hizo moverse con mas fuerza soltando un gruñido.

Lo tomó con fuerza de su espalda, él se encontraba parado y gimió ante los arañazos de placer de ella.

-Remus, voy a... a...

No llegó a avisarle cuando sucedió, y él ante aquella sensación de sentir como se tensaba de placer sobre ella, también acabó.

-Wow leoncita –suspiró, la levantó en sus brazos y la llevó en andas a la cama.

-Nunca me cansaré de esto –admitió recostándose sobre su pecho –ya casi había olvidado como se sentía...

-No tienes porque hacerlo –le guiñó un ojo y ella sonrió –tenemos toda la vida para recuperar el tiempo perdido.

El último día de vacaciones caminaron los cuatro por la orilla durante el atardecer y Annie se dió una idea de lo que era la verdadera felicidad. Sus pies chocaron el agua y cerró los ojos refrescándose.

Llevaría en su memoria aquel viaje toda su vida.


Hola!!! Perdón que no estuve pudiendo actualizar, me encontraba de vacaciones y aproveché para despejar un poco, pero volví con toda!

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Out Of The Woods - Remus LupinWhere stories live. Discover now