Capítulo 31.

20.1K 2.6K 306
                                    

—¿Estás bien?—pregunta él mientras estamos sentados sobre una raíz de un árbol del parque.

—Mucho mejor, y más aún que es viernes.

Logan ríe y me lleva hacia él envolviendo en un abrazo. Besa mi frente y mis mejillas se calientan. Vale, tal vez él esté un poco más cariñoso conmigo por motivo a la separación de mis padres. Siempre trata de hacerme sonreír con palabras bonitas y su forma de ser.

—Quedan tres cartas y aún no me das mi oportunidad.

—Cuando se terminen las tres cartas obtendrás una respuesta—le digo con una sonrisa y él frunce el ceño—. Mientras tanto, ¿dónde está mi carta?

Logan suspira y se remueve un poco, saca las tras cartas que quedan y las coloca boca abajo en forma de abanico.

—Escoge una.

Tomo la carta central, estoy segura de que será buena. Logan voltea la carta y hace una mueca.

—¿Qué?

—Temía que saliera esta carta.

—¿Por qué? ¿Significa algo malo?

—No... no lo sé—inhala profundamente—. Tienes la necesidad de arreglar los problemas de los demás pero en muchas ocasiones no ayudas en nada. Esta vez debes sacrificarte por tu familia, eso es dejar de hacer algo que te guste por el bien de tu hogar.

Me quedo en silencio absorbiendo cada palabra.

—Esa carta vino en el momento adecuado—mascullo.

—Tal vez debas hacerle caso.

—Créeme aún trato de ignorar todo lo que está pasando con mis padres.

—Tal vez ese sea el problema, América, no debes ignorar lo que está pasando. Solo... asúmelo y déjalo ir.

Lo miro fijamente, quiero besarlo. ¿Es normal que quiera besarlo cuando estamos hablando de algo serio? Puede que esté loca como todos dicen, pero no puedo evitar querer besarlo. ¿Será que lo hago? No, debería esperar a que se terminen las cartas. Pero es que sus labios rosados me llaman... esperen, literalmente me están llamando.

—¿América?

—¿Uhm?

—¿Estás bien?

Y ese fue el colmo, sujeto su mejilla y atraigo su rostro al mío para chocar nuestros labios pero todo sale mal como siempre conmigo, nuestras frentes son las que chocan ocasionando que ambos soltemos gemidos de dolor.

—¡Joder!

—¿América, pero que demonios?

—¡Lo lamento!

—¿Qué intentabas hacer?—pregunta él acariciando su frente lastimada.

—Yo, nada... Lo siento—digo arrepentida. Me inspecciona con esos ojos encantadores y me regala una dulce sonrisa.

—Estás loca, señorita continente.

Si, lo sé, me lo dicen a menudo.

Todo no se trata de apuestas | Los Intocables #7Where stories live. Discover now