III

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  Me levante con unas ganas tremendas de no ir al instituto, pero debía ir, la verdad creo que no debería ir...

  Desayune lo mas lentamente posible, no tenía ninguna prisa en llegar a la escuela, como siempre, tenía muy buenas notas pero la puntualidad realmente no es lo mío.

(...)

  Llegue a la sala , me senté y no hable nada hasta el receso. Hay días en que realmente me gusta estar sola, este era uno de esos.  Estaba tranquilamente hasta que llegó Bernardo, mirándome con carita de perrito.

   –Lissi, amiga... Tan tierna –que quiere.

  –No tengo dinero Bernardo –le dije entre risas.

  –Mmm no venía a decirte eso... –claramente si venia a eso–, yo solo quiero que me honres con tu hermosa compañía –dijo dandome un abrazo algo asfixiante.

  –No –dije haciendo carita triste–, otro día –no pude evitar reírme.

   De pronto apareció Luis por mis espaldas junto con Jessica, iba terminar por odiarla si seguía acercando a ese idiota.

  –Amiga –Bernardo hizo un puchero– ¿Porque no quieres? –me abrazo aún mas fuerte.

  –Que nooo –pero ya era tarde, me iba quedar sin aire–. Escuchame bien, me vas a soltar ahora ya –dije mordiéndole el brazo.

    –Ay siempre tan dramática –dijo Luis acercándose para también abrazarme, alto ahí loca.

  Luis empezó a despeinarme y Bernardo le siguió. Yo estaba medía enfurecida, podria soportarlo de Bernardo pero a Luis no, nadie le dio la confianza, muchas gracias a Jess, un aplauso para ella, ni una ayudita pequeña para sacarme al idiota de encima.

   Me gire ya fastidiada y logre soltarme de ambos

   Luis se acerco asiendo el intento de abrazarme.

  –Dejame en paz Luis –dije desafiante. ¿Por qué insiste en acercarse?

  –Mientras más quieras que me aleje creeme que más cerca voy a estar –cerca de ganarse unas patadas, eso si es seguro.

  –¿Es una amenaza? –dije molesta.

  –Es un adelanto –me giño el ojo para luego irse muy felizmente, quizas que se trae el muy maldito.

  –Te salvaste esta vez de mi compañía, luego se enoja tu novio –dijo Bernando mirando a Luis.

  –No es mi novio y no me da gracia el chiste –dije enojada–, lo sabes.

  –Para que mientes –pareció Jessica por fin diciendo algo, aunque no fuera a mi favor, esta mujer todo lo toma como juego.

  Le iba a responder pero sonó la campana. Decidí inscribirme en taller de gimnasia, aunque los deportes no me fascinaban mucho, era obligatorio elegir uno deportivo.

  Me fui a inscribir pero no me fije y choque con alguien.

  –Pequeña idiota –dijo Edwars. No sé si tomar eso como un halago o un insulto.

  –Lo siento - dije entre sarcasmo y enojo. Me fui y no le di tiempo de responder. ¿Quizá me lo tome muy mal? Si, eso debe ser pero hoy no es mi idea y probablemente todo me estresa. Todo lo que me gustaba se fue en un segundo, que fácil se desvanecen las cosas, la verdad no era como yo esperaba que sería nuestro primer cruce de palabras, eso es lo que pasa por idealizar a una persona, para mala suerte estaba Luis a unos metros, si no fuera algo exagerado diría que me estaba siguiendo, al parecer quería hablar conmigo.

  –Alto ahí pequeña gigante –me dijo burlonamente, oh al menos el  uso "gigante" y no idiota, la vida me sonríe, insisto en que me tome muy en serio lo de "idiota".

–¿Que quieres? –dije secamente.

  –Que me hagas un favor –no hablaba en serio si creía que yo iba  a ayudarlo.

  –¿Que cosa? –la curiosidad me invadió.

  –Dile a Ana que quiero hablar con ella –que chistoso este tipo, no creera que yo lo voy ayudar a comunicarse con Ana.

   El le había hecho mucho daño a mi amiga pero yo sabía que ella aún sentía algo por él, no iba hacer de cupido.

  –¿Para que? ¿Para herirla nuevamente? –quiza me estaba metiendo demasiado y eso no era asunto mío, pero era mi amiga, mi mejor amiga.

  –No fue mi intención, algo ocurrió –si como no.

  –¿Que ocurrió? –ije seria, bueno todos tienen derecho a defenderse, es su momento.

  –¡Ah ya veo! No quieres decirle porque estas celosa –dijo con una sonrisa coqueta y burlona.

  –¿Quieres pelea no?  –dije desafiante.

  –Vamos, vemaos si te atreves –lo dijo mirándome fijamente a los ojos, por alguna razón esa mirada suya conseguía ponerme nerviosa.

   –Yo que tu ya estaría corriendo –dije sonriendo–. ¿Oye , que fue eso de estar cerca de mí?
   
  Pero ya era muy tarde pues ya ni me estaba oyendo.

Maniático Where stories live. Discover now