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   Cuando me desperté, me di cuenta que al parecer había dormido un buen rato porque solo faltaba una hora para llegar.

  –Tenemos una conversación pendiente  –me dijo Luis. Guarde silencio.

  –Promete que te no intentarás escaparar –dijo mirándome fijamente.

  –No puedo prometerte eso –dije. Probablemente lo volveré a hacer porque querer es poder.

  –¿Entonces quieres que te vaya trayendo amarrada a todos lados? –dijo enojado.

  –Que tal si solo me dejas ir,  le dices a tus padres que me escape y fin del problema.

  –A ver dejame pensarlo –dijo sarcástico– No, porque no me da la gana.

  –Voy a lavarme las manos  –dije pues aun tenía el numero escrito–, dame mi celular.

  –No joda, crees que soy idiota, anotaras el número.

  –¡Dame mi celular!

  Tomo mi celular, saco el chip y me lo entrego, vaya ahora también estaba incomunicada.

  –Toma –me dijo, estaba decidiendo si pegarle una cachetada o pegarle con lo primero que se me cruzara. Me volví a sentar.

  Finalmente una voz anuncio "pasajeros por favor mantengase en su lugar, estamos prontos a la llegada".

  El avión se detuvo finalmente.

  –Vamos –lo seguí sin decir nada.

  Cuando por fin bajamos y sacamos el equipaje ya se me hacía raro el caminar.

  –Todavía tenemos que llegar a la playa –dijo Luis.

   Tomamos un taxi y estuvimos en el cerca de media hora, por fin llegamos, el lugar era hermoso, el agua de la playa era casi cristalina.

  –Quedate aquí quieta mientras voy a arrendar una cabaña –dijo con mirada vigilante.

  –Si –dije afirmando, no iba a escaparme porque no sabia ni donde estaba. Tan bruta no soy.

  Me quede viendo a la gente como disfrutaba del lugar, luego de un rato regreso Luis con una llave en su mano, la de la cabaña supongo.

  –Mira –dijo indicándome unas cabañas–, esa de allá es la de nosotros, si quieres puedes quedarte en la playa ahora y yo  iré a descansar un rato.

  –Claro –dije demasiado amable, para estar hablando con Luis.

  –¿No estarás pensando en escapar o si? –dijo malevolamente.

  –¡Como se te ocurre! –dije sarcásticamente.

  –Bueno –dijo sonriendo–, no creo que te atrevas a escapar ahora, no sabes ni donde estas –el muy maldito adivinando mis pensamientos.

   Se fue a la cabaña.

   No supe que hacer en la playa, me sente en la arena a pensar un poco todo lo que había pasado en estos días, ya queria volver a la escuela, no habíamos hablado de ese tema aún. Estaba bastante aburrida cuando de pronto visualice a Marco, no me lo podía creer, las coincidencias si que existen y esta es jna bastante rara a mi parecer, no sabía si hablarle o no pero el aburrimiento me mataba así que me acerque.

  –Hola, soy Lissette, ¿me recuerdas?

  –Claro, mi memoria no esta tan mal para no recordarte si tan solo te vi hace unas horas –dijo riendo, vaya que estúpida pregunta la mía.

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