XIV

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  –Ni creas que me lo pondre, es como si fuera un perro y le pusieran un collar para que los demás sepan de quien es el perro.

  Me estaba levantando del puesto cuando Luis me empuja hacia el y quedo en su pecho.

   –Solo ven aqui pequeña idiota –dijo poniendome el collar–, ni si quiera se te vera estamos en invierno.

  –Pues por lo mismo porque tengo que ponermelo, además tú no te lo has puesto.

  –Ponlo –dijo dándose vuelta para que lo pudiera poner.

  –Te han dicho que tienes un grave trastorno de bipolaridad –dije mientras le ponia el collar.

  –El bipolar más guapo que has visto en tu vida –dijo dandose vuelta y mostrando una sonrisa.

  –El más egocéntrico diria yo –dije en voz baja.

   Por fin sono el timbre para el almuerzo, todavía no había hecho muchas amistades que se diga. A quien engaño, no es mucho mi interes en hacer tantas amistades, estoy segura que en este lugar el gran porcentaje de los estudiantes estan locos.

   Me levanté de mi puesto y me dirigi al comedor, que sabra Dios donde estaba pues otra vez me había perdido.

  –¿A quien buscas? –dijo la voz de Samuel, me asusto.

  –Oye idiota –me acerque a él, se debe haber visto chistoso porque este tipo era igual de alto que Luis y yo no era muy alta que se diga.

  –¿Que? –dijo con una risa ironica.

  –Puedes dejar de joderme, si quieres provocarme un infarto dilo y ya.

  –Okey, quiero provocarte un infarto –dijo sonriendo descaradamente– ¿Y ahora que?

  Este idiota era un psicópata o que, tengo unas ganas terrible de goloearlo.

  –Vale, ya deja a la chica Samuel –aparecio una chica, morena y con el pelo castaño enrulado.

  –Pero mirala, es tentador joderla –dijo apuntandome el descarado.

  –Idiota, ¿quieres pelea? –dije ya conteniendome para no golpiarlo, aunque mis golpes no creo que le dolieran mucho.

  –Vale, ven aquí te espero –dijo Samuel de forma arrogante, era un reto.

  –Ay no –fue lo unico que dijo la chica.

   Iba a pegarle pero no se como termine con el idiota levantandome con sus brazos y riendose.

  –Vaya pero que fuerte eres –dijo riendo Samuel, su risa era muy bonita pero ese no es el punto.

  La ira salio, pero lo único que pude hacer fue apretarle las mejilla para borrarle la sonrisa de idiota que traía, vaya Lissette que fuerte eres. No pude evitar sonreir, me di yo misma risa.

   Me miro, por primera vez con simpatia y río, hay pero si su sonrisa era hermosa, ¿por qué no sonreia más asi? Digo era mejor que andar asustando a la gente por la vida.

  –¿Puedes bajarme? –dije derrotada– Si respondes con un "quiza" te juro que te golpeo como pueda.

  –Bueno pero antes respondeme, ¿que son tu y Luis?

  –Esposos –respondio la voz de Luis, desde no se donde–, ya bajala.

  Samuel me bajo y yo me fui donde la chica de pelo ondulado estaba.

  –¿Esposos? –dijo Samuel riendo.

  –Si, no tengo nada más que hablar contigo –dijo Luis tirandome de la muñeca.

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