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Jeongguk.

Si a cualquiera le dijeran mi nombre, lo primero que se les vendría a la cabeza fueran tres pequeñas palabras: hijo de puta.

Y si les pidieran que me describieran, la respuesta no cambiaría.

"¿Jeon Jeongguk? Un arrogante pedazo de mierda."

"¿Ese niño? Por mí, podría perderse y si lo encuentran me pierdo yo."

"Una cara bonita. Lástima que tan feo corazón."

Dicen que las palabras se las lleva el viento, pero a mí me hacen sentir como si estuviera escuchando los mejores chistes en un reality de televisión; si yo era tan ensimismado, ¿por qué todos se empeñaban en llenar su estima con mi atención? No nos hacía para nada diferentes.

Darse cuenta de esto era lo peor. Sin embargo, decir que me importaba era exagerar: para estar viviendo de lo que decían de mí, mejor, ni nacía.

No era incumbencia de nadie querer vivir como se me diera la gana. Si tenía la oportunidad, la iba a aprovechar.

La envidia de los demás la usaba para limpiarme el culo.

- Esa chica tiene rato echándote el ojo.

Me relamí los labios dejando el vaso de whiskey seco sobre la mesa para elevar mi mirada hacia los rasgados ojos de mi castaño amigo, fijos en un cuerpo sobre mi hombro. Giré un poco el rostro para mirar de soslayo encontrándome, en efecto, la potente mirada de una castaña al otro lado del bar. Elevé la comisura de mis labios cuando noté la insinuante forma en que se echó el pelo hacia un lado y carraspeé intentando no echarme a reír.

Siseé por lo bajo antes de volverme hacia Taehyung, quien ahora miraba con diversión hacia otro lado del humeante lugar, lleno de artimañas que le sacaban los demonios a cualquiera por una noche.

- ¿Esa chica no te la has tirado tú antes? -imité la burlona risa que salió de su garganta y tomé lo último que quedaba de mi bebida después de su pequeña encogida de hombros-. Putas para uno, putas para todos -gruñí por lo bajo ante el ardor del líquido, pero le sonreí al mayor cuando éste me dio una pequeña palmada en la espalda.

Me puse en pie desabrochando con disimulo los primeros dos botones de la camisa rojo vino que, sin hacerle mucha mente, me había puesto esa noche y giré nuevamente hacia la chica sin caminar aún. Detuve mi intención al percibir que la chica estaba acompañada por otra y ésta se había inclinado para comentarle algo, haciéndome negar con la cabeza en diversión.

Peiné los pelos de mí nuca girándome otra vez hacia mi castaño amigo, encontrándome con él tragándose hasta la última gota de su martini, sin ser una absoluta sorpresa para mí.

Me miró cuestionando luego de haber bajado la copa de la bebida hacia la madera y le medio sonreí, ladeando la cabeza hacia las chicas con suavidad.

- ¿Te apuntas? -le pregunté, esta vez enseñando todos mis dientes. Dio otra ojeada sobre mi hombro y cuando vi cómo frunció el labio supe que no iba a darme buenas noticias-. Anda, T.

- Lo siento, Jeon -lo miré con un tanto de decepción cuando se puso de pie dejando par de billetes en la barra-. He llegado a penas ayer, estoy muy cansado.

No pude evitar rodar los ojos ante su excusa, puesto que, no era la primera vez que alguno de los dos se había quedado hasta tarde trabajando y, sobre eso, ninguno rechazaba la oportunidad de tener unos buenos culos.

- Lo digo en serio, Jeongguk -me crucé de brazos cuando su tono salió con molestia y él, pestañeando, se retractó suavizando su gesto-. Tampoco son mi tipo -elevó sus manos con desdén y esta vez apreté mis labios para verlo con intención de intimidarlo. Él lo notó pero, evitándome tal y como esperaba, bufó por lo bajo y se arregló el cuello de la camisa-. Hasta mañana.

NAKED | JEON JEONG GUKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora