023.

3.6K 241 95
                                    

Byeol.

Los ojos de Jeongguk colaboraban con la escasa presencia de luz en la habitación, la cual, podría jurar, se encontraba mucho más gélida que la primera vez que estuve allí.

Me era, por poco, imposible no ojear la cama deshecha, con las sábanas magulladas corroborando con mi corazón latiendo raudo dentro de mi pecho. Inconscientes, dejamos que ésta nos mantuviera a distancia sin dejar de pensar (al menos yo) que sobre ella lejanía entre ambos no existió. De todos modos, hablar en verbo pasado era lo único que podía hacer.

Mantenía toda mi atención en los puños a los lados de mi cuerpo, queriendo eludir las pupilas oscuras del hombre frente a mi, cuyo rostro se mantenía unánime, casi como si no estuviera presente. Mas su respiración, interrumpiendo el silencio de vez en cuando, me hacía saber que sí se hallaba frente a mí, jugando con mis estragos de una manera impertinente pero evasiva, porque no se había atrevido a hablar.

Sabía que cuando las primeras vibraciones de su voz arruinaran el apacible ambiente no encontraría alguna explicación al ardor que se expandía por mis ojos mientras lo seguía viendo entonces, sin dejar de verme a mi, con una mirada que, sin siquiera saber qué quería decir con esta, ya sentía el desazón de las mentiras que decía en mi garganta como si fueran mías.

Un suspiro y la piel se me erizó.

Separando los labios, descendí la mirada hacia la cama nuevamente a la vez que tragaba despacio con un miedo inútil de que esto llamara su atención; de forma incoherente y, si se pudiera agregar a mi vergüenza, masoquista, se reprodujo pausada pero no tranquilamente la noche que compartimos, a oscuras, con un compás destructivo que disfruté mientras pude. No obstante, al observar los lienzos aún desorganizados sobre el lecho, la silueta de aquella mujer tomó el protagonismo y mi labio inferior tembló con amargura porque no había forma de escapar de aquel hecho.

Del hecho de que así era de quien me había enamorado.

Atreviéndome a mirar a Jeongguk, prolongué el consumo de mis propios pensamientos contra mi propia mente y decidí alzar la barbilla en su dirección, tratando de ignorar cómo mis huesos temblaban cuando sus labios decidieron moverse por igual.

- ¿Dejarás que te explique?

A pesar de haber sabido con exactitud lo que su voz llena de un tono irónico y un poco de amargura causaría en mí, no pude retener la tensión en mi cuerpo cuando finalmente lo hizo, dando un paso hacia delante que sin mucho rodeo me alarmó aún sabiendo que tenía la cama como escudo. Uno temporal.

- ¿Me escucharás? -sin dejarme contestar, continuó, moviéndose en mi dirección de forma parsimoniosa, consiguiendo a su vez que mis nervios resurgieran de forma desmesurada porque para cuando llegó a estar a unos simples centímetros lejos de mí yo no respiraba como lo hacía usualmente-. ¿Me escucharás sin pensar en lo que te han dicho de mí?

Su ceño fruncido y el silencio que quedó luego de que sus palabras quedaran en el aire no logró hacerme reaccionar; de pie allí, me encontré observando los ojos oscuros de Jeongguk con una voz irritante dentro de mi cabeza pidiendo que me detuviera. En efecto, haciendo todo lo contrario a lo que el peli-negro pidió hace menos de dos segundos, aquella vocalización se convirtió en el tono triste de Park Jimin en un recuerdo que formó un pesado nudo en mi garganta.

"Es un sentimiento amargo, ¿no? Sentirse fuerte frente a muchas personas pero débil sólo frente a una."

Intenté encontrar palabras tajantes (con todo el propósito de concluir con aquel jueguito sin sentido) dentro de mi tráquea para darle una contestación que no pusiera en evidencia el daño que me hacía tenerlo tan de cerca, desnuda y con un frío que hacía temblar mis huesos de forma casi insoportable pero con quien me encontraba más molesta en aquel segundo, cuando se inclinó hacia mi buscando una respuesta, fue conmigo misma. Con mi vulnerable ser.

NAKED | JEON JEONG GUKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora