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Byeol.

El día, sin duda, amenazaba con hacer temblar la tierra de un diluvio y a mí, que siempre una mera llovizna me había parecido todo lo contrario a calma, me comenzaba a pesar el hecho de que para cuando terminara el ensayo, no podría ir a casa de inmediato.

Tragué con dificultad el agua embotellada en mi mano, cerrando los ojos a la par de la acción, como si de alguna forma al hacerlo fuera a quitárseme la apabullante migraña que había venido a darme los buenos días y que, ni por asomo, parecía querer despedirse. Había evitado tomar el único medicamento que podría solucionar tal problema, porque sabía que una vez probara este, perdería toda posibilidad de aclarecer mi atribulada cabeza sobre los hechos que pudieron ocurrir mientras yacía bajo la influencia de mi apreciada marihuana ayer por la noche.

Era insuficiente (incluso para mí misma) decir que lo único que podía recordar con certeza era cuando abandoné a Park Jimin en mi habitación y decidí arriesgarme a fumar a plena intemperie, luego, los hechos continuos a esto se presentaban como recuerdos borrosos y consternados por nada más y menos que los descubrimientos de empatía que iniciaban en mi persona hacia el hombre que menos debería de ver con aprecio. Además de esto, sabía que había pasado el resto de la noche con alguien más, cuya compañía me había hecho sudar hasta la médula, puesto que cuando desperté, mi piel ardía del calor.

No obstante, mi mente no hacía más que sospechar, jugando conmigo mientras me privaba de saber qué realmente había ocurrido mientras no era yo misma y tampoco dándome pista alguna de porqué había amanecido con el peculiar perfume de Jeon Jeongguk cuando (en mi memoria) habíamos partido caminos mucho antes de haber conversado con Jimin.

Después de todo, lo que realmente me hacía dudar de mi salud mental era la faena de que no me encontraba asustada en lo absoluto.

- Byeol... -contrarrestando mi reciente pensamiento, la voz de Chanmi junto a su pequeña mano acoplando mi hombro, hizo que brincara sobre mi misma acompañando la penosa acción con un ahogado jadeo que no ocasionó más que una suave sonrisa en el rostro de la castaña. Relamí mi labio inferior con un poco de vergüenza para prestarle la atención que ameritaba ya que sabía que si había venido hasta mí era obvio que fuera para hablarme-. El señor Min quiere verte.

Estaba de más decir que mi rostro debió ser un poema para ella, que, en cuanto vió cómo mi entrecejo se frunció, asintió con suavidad confirmando lo que había dicho sin necesidad de que se lo pidiera. No supe porqué mis propios ojos decidieron buscar la resacada persona con el apellido y nombre de Park Jimin, pero en cuanto me encontré sus pequeños orbes mirando también en mi dirección, supe que no era una cuestión que señalara lo laboral (al menos, no totalmente).

Aún en desorientación, me mordí el labio superior para volver a mirar a Chanmi, con las manos entrelazadas en su regazo como quien sabía más de lo que quería decir y, prefiriendo resolver la primera duda, sólo le sonreí en forma de agradecimiento para despegarme de la larga y ancha ventana que había llamado mi atención aún más que la clase.

Acomodé un rebelde mechón que acarició sin permiso mi frente detrás de mi oreja en mi camino hacia la salida del salón de ensayo, repitiéndome no levantar la cabeza en dirección al peli-negro posicionado en el umbral de la puerta, con los labios apretados y las fosas de su nariz más abiertas de los normal. Si se le pasaba muy cerca, podría distinguir que su respiración estaba un poco agitada, pero me conformé con sólo presentirlo, para no avivar aún más mis nervios.

NAKED | JEON JEONG GUKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora