018.

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Jeongguk.

Ya no había porqué mentir y encubrir el temblor de mis manos debido a la creciente ansiedad que se apoderó de mí al momento de juntar mi boca con la de Byeol: el desespero de algo más que un simple roce de inocencia aporreaba todo mi ser al punto de hacerme perder la noción de mis propios movimientos y de lo que pasaba alrededor de nosotros.

Mi atención sólo se centró en la cálida lengua, seductora pero recatada, que se danzaba con la mía a un compás lento pero que había sido suficiente para hacerme sentir un calor que abarcaba toda la palabra "excitado" con un poco de alivio al poder recibir el permiso y aceptación que necesitaba. Sin embargo, sabiendo que este pequeño juego de dar pero no recibir era lo que me había mantenido tanto tiempo vigente.

Los chasquidos poco audibles que nuestros labios causaban de vez en cuando comenzaron a ponerme un aún más ansioso, queriendo oír más venir de ella, sentir sus cortos gemidos atrapados en ambas de nuestras bocas. Y el efecto que tuvo mi cuerpo ante tales pensamientos, fue recurrir a tomar su cintura con toda la fuerza que se podía tener.

Así mismo, cuando jadeó ante mi acción de morder su labio inferior, experimenté la contradictoria sensación de estar satisfecho pero con ganas de aún más.

A decir verdad, me sentía extraño; el desgraciado hecho de haberme privado sexualmente por mucho tiempo surgía efecto en hacerme sentir un tanto cohibido, inexperto quizá. Sin embargo, el haber roto aquel voto de castidad que ni yo mismo había llegado a estar de acuerdo, me llenaba de una fruición increíble y de la cual quería más.

Sus manos gozándose de acariciar mi nuca me impedían cada vez más mantener una respiración constante, así como la presión que ejercían sus muslos alrededor de mi cadera en un llamado que, posiblemente, ella no sabía que estaba haciendo, comenzaba a desesperarme por otorgárselo.

Si así hubiera podido, la hubiese hecho mía en aquella jodida meseta.

- Jeongguk...

Haciéndome caer de espaldas de vuelta a la tierra, rompió el beso con un inaudible chasquido que dejó el amargo sabor a ausencia de sus labios contra los míos. En realidad, me interesé por lo que tenía para decir, aún con un poco de miedo con que, incluso en ese momento, quisiera dejarme varado (otra vez) en su clásico juego de frustrarme. Sin embargo, ante el silencio que permaneció, me digné a mirarla bien a los ojos, arriesgándome a debilitarme ante el brillante marrón en el que se habían convertido, y allí sentí un cosquilleo leve a causa de la mezcla mortífera entre anhelo y una debilidad que nunca había visto en ella, pero que sin duda me sacudió de pies a cabeza, impulsándome a tomarla con más fuerza de la nuca y acercarme otra vez.

Pero no me lo permitió.

No obstante, no volvió a decir nada; estaba pidiéndome algo y esto lo sabía. El hecho de que no quisiera ponerlo en palabras me obligó a buscar en sus facciones la respuesta a porqué me miraba de tan magnífica manera, pero sólo me encontré con las continuas ganas de querer besar cada ápice de su cara.

De sus labios salió un suspiro que me erizó los antebrazos, así como me hizo relamerme los míos propios, volviendo a mirarla a los ojos. Mentiría si dijese que no era fascinante cómo de repente una necesidad enterrada hubiese cavado las barreras que ella había puesto y se manifestaran, liberadas, en la fuerza con las que sus manos tenían mi camisa aprisionada.

Maldita seas, Byeol. Tú y tu afán en hacerme sentir.

Me sentí flaquear cuando de manera lenta abandonó su agarre en mi nuca y deslizó sus manos por mi cuello hasta llegar a mi pecho, donde mi corazón latía condenamente rápido, pero la suavidad de su acción y sus ojos clavados en los míos mientras lo hacía, hicieron que si quedaba alguna parte de mí muerta, reviviera.

NAKED | JEON JEONG GUKWhere stories live. Discover now