15: Embrujorrápid

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Tengo que leerme un libro para el martes de 400 páginas y voy como en la 70 xdxd.
Capítulo largo para compensar la demora.

Ya casi era la hora de comer, por lo que nos despedimos de Hagrid y regresamos al castillo, con Ron hipando de vez en cuando, pero vomitando sólo un par de babosas pequeñas.
Apenas habiamos puesto un pie en el fresco vestíbulo cuando oímos una voz.
—Conque estáis aquí, Potter y Weasley. —La profesora McGonagall caminaba hacia ellos con gesto severo—. Cumpliréis vuestro castigo esta noche.

—¿Qué vamos a hacer, profesora? —preguntó Ron, asustado, reprimiendo un eructo.

—Tú limpiarás la plata de la sala de trofeos con el señor Filch —dijo la profesora McGonagall—. Y nada de magia, Weasley... ¡frotando!

Ron tragó saliva. Argus Filch, el conserje, era detestado por todos los estudiantes del colegio.

—Y tú, Potter, ayudarás al profesor Lockhart a responder a las cartas de sus admiradoras —dijo la profesora McGonagall.

—Oh, no... ¿no puedo ayudar con la plata? —preguntó Harry desesperado. Te entiendo Potter y te compadezco.

—Desde luego que no —dijo la profesora McGonagall, arqueando las cejas—. El profesor Lockhart ha solicitado que seas precisamente tú. A las ocho en punto, tanto uno como otro.

—Filch me tendrá allí toda la noche —se quejó Ron en el gran comedor—. ¡Sin magia! Debe de haber más de cien trofeos en esa sala. Y la limpieza muggle no se me da bien.

—Te lo cambiaría de buena gana —dijo Harry con voz apagada—. He hecho muchas prácticas con los Dursley. Pero responder a las admiradoras de Lockhart... será una pesadilla.

—En estos momentos como tu mejor amiga me reiría de ti—dije honestamente poniéndole una mano en el hombro—. Pero toda una tarde con Lockhart es...es dar pena.

🐍

Llegó octubre y un frío húmedo se extendió por los campos y penetró en el castillo. La señora Pomfrey, la enfermera, estaba atareadísima debido a una repentina epidemia de catarro entre profesores y alumnos. Y aunque a u poción Pepperup tenía efectos instantáneos, odiaba enfermarme y dejaba al que la tomaba echando humo por las orejas durante varias horas. Como Ginny Weasley tenía mal aspecto, Percy le insistió hasta que la probó. El vapor que le salía de debajo del pelo producía la impresión de que toda su cabeza estaba ardiendo.
Gotas de lluvia del tamaño de balas repicaron contra las ventanas del castillo durante días y días; ya era costumbre quedarse dormida es cuando la lluvia, el nivel del lago subió, los arriates de flores se transformaron en arroyos de agua sucia y las calabazas de Hagrid adquirieron el tamaño de cobertizos. El entusiasmo de Oliver Wood, sin embargo, no se enfrió, lo que me hizo gruñir y maldecir, y por este motivo Oliver había arrastrado a Harry, y Harry me había arrastrado hasta su práctica, y ahora a la última hora de una tormentosa tarde de sábado, cuando faltaban pocos días para Halloween, nos encontrábamos volviendo a la torre de Gryffindor, Harry calado hasta los huesos y salpicado de barro, mientras que yo parecía un maniquí lleno de abrigos que una persona.
Aunque no hubiera habido ni lluvia ni viento, aquella sesión de entrenamiento tampoco habría sido agradable. Fred y George, que espiaban al equipo de Slytherin, habían comprobado por sí mismos la velocidad de las nuevas Nimbus 2.001. Dijeron que lo único que podían describir del juego del equipo de Slytherin era que los jugadores cruzaban el aire como centellas y no se les veía de tan rápido como volaban.
Los dos caminábamos por el corredor desierto con los zapatos embarrados, cuando vi a alguien que parecía tan preocupado como él. Nick Casi Decapitado, el fantasma De la Torre de Gryffindor, miraba por una ventana, murmurando para sí: «No cumplo con las características... Un centímetro... Si eso...»
—Hola, Nick —salude con mi voz un poco amortiguada a causa de todas las prendas que llevaba.
—Hola, hola —respondió Nick Casi Decapitado, dando un respingo y mirando alrededor. Llevaba un sombrero de plumas muy elegante sobre su largo pelo ondulado, y una túnica con gorguera, que disimulaba el hecho de que su cuello estaba casi completamente seccionado.
—Parecéis preocupado, joven Potter —dijo Nick viendo a Harry mientras plegaba una carta transparente mientras hablaba, y metiéndosela bajo el jubón.
—Igual que usted —dijo Harry.
—¡Bah! —Nick Casi Decapitado hizo un elegante gesto con la mano—, un asunto sin importancia... No es que realmente tuviera interés en pertenecer... aunque lo solicitara, pero por lo visto «no cumplo con las características». —A pesar de su tono displicente, tenía amargura en el rostro—. Pero cualquiera pensaría, cualquiera —estalló de repente, volviendo a sacar la carta del bolsillo—, que cuarenta y cinco hachazos en el cuello dados con un hacha mal afilada serían suficientes para permitirle a uno pertenecer al Club de Cazadores Sin Cabeza.
—Desde luego —dijo Harry cuando le di un manotazo disimulado.
—Por supuesto, nadie tenía más interés que yo en que todo resultase limpio y rápido, y habría preferido que mi cabeza se hubiera desprendido adecuadamente, quiero decir que eso me habría ahorrado mucho dolor y ridículo. Sin embargo... —Nick Casi Decapitado abrió la carta y leyó indignado:
Sólo nos es posible admitir cazadores cuya cabeza esté separada del correspondiente cuerpo. Comprenderá que, en caso contrario, a los miembros del club les resultaría imposible participar en actividades tales como los Juegos malabares de cabeza sobre el caballo o el Cabeza Polo. Lamentándolo profundamente, por tanto, es mi deber informarle de que usted no cumple con las características requeridas para pertenecer al club. Con mis mejores deseos,
Sir Patrick Delaney-Podmore
Indignado, Nick Casi Decapitado volvió a guardar la carta.
—¡Un centímetro de piel y tendón sostiene la cabeza! La mayoría de la gente pensaría que estoy bastante decapitado, pero no, eso no es suficiente para sir Bien Decapitado-Podmore.
Nick Casi Decapitado respiró varias veces y dijo después, en un tono más tranquilo:
—Bueno, ¿y a vosotros qué os pasa? ¿Puedo ayudaros en algo?
—No —dijo Harry—. A menos que sepa dónde puedo conseguir siete escobas Nimbus 2.001 gratuitas para nues tro partido contra Sly..
El resto de la frase de Harry no se pudo oír porque la ahogó un maullido estridente que llegó de algún lugar cercano a los tobillos.
Cerré los ojos.
Que no sea la estupida gata, que no sea la estupida gata, por favor que no sea la gata.
Baje la vista y vi un par de ojos amarillos que brillaban como luces. Era la Señora Norris, la gata gris y esquelética que el conserje, Argus Filch, utilizaba como una especie de segundo de a bordo en su guerra sin cuartel contra los estudiantes.
—Será mejor que os vayáis —dijo Nick apresuradamente—. Filch no está de buen humor. Tiene gripe y unos de tercero, por accidente, pusieron perdido de cerebro de rana el techo de la mazmorra 5; se ha pasado la mañana limpiando, y si os ve manchando el suelo de barro...
—Bien —dijo Harry,mientras nos alejábamos de la Señora Norris. Pero no siquiera fue mwcwsesario cuando Filch penetró repentinamente por un tapiz que había a la derecha de Harry, haciendo que saltar del susto. llamado por la misteriosa conexión que parecía tener con su repugnante gata, a buscar como un loco y sin descanso a cualquier infractor de las normas. Llevaba al cuello una gruesa bufanda de tela escocesa, y su nariz estaba de un color rojo que no era el habitual.
—¡Suciedad! —gritó, con la mandíbula temblando y los ojos salidos de las órbitas, al tiempo que señalaba el charco de agua sucia que había goteado de la túnica de quidditch de Harry y la huella de barro de mis botas—. ¡Suciedad y mugre por todas partes! ¡Hasta aquí podíamos llegar! ¡Síganme, Potter y Scamander!
Puse mis ojos en blanco y suspiré antes de despedirme de Nick Casi Decapitado y seguir a Filch escaleras abajo, duplicando el número de huellas de barro.

Laila Scamander y El Heredero de SlytherinWo Geschichten leben. Entdecke jetzt