39: La Cámara de los Secretos

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Wowowowowo
Hola tú 😘
¿Que?
Solo dos días y otro capítulo?
Bueno, prometí que Laila y el Prisionero de Azkaban comenzaría en Septiembre y lo prometido es deuda.

Harry sacó su varita justo a tiempo. Lockhart apenas había alzado la suya cuando Harry gritó:
—¡Expelliarmus!
Lockhart salió despedido hacia atrás y cayó sobre uno de los baúles. La
varita voló por el aire. Ron la cogió y la tiró por la ventana.
—No debería haber permitido que el profesor Snape nos enseñara esto — dijo Harry furioso, apartando el baúl a un lado de una patada. Lockhart lo miraba, otra vez con aspecto desvalido, no me importó, yo igual puse mi varita en alto y lo apunté.
—¿Qué queréis que haga yo? —dijo Lockhart con voz débil—. No sé dónde está la Cámara de los Secretos. No puedo hacer nada.
—Entonces creo que es su día de suerte —dije obligándole a levantarse a punta de varita—. Creo que nosotros sí sabemos dónde está. Y qué es lo que hay dentro. Vamos.
Hicimos salir a Lockhart de su despacho, descendimos por las escaleras más cercanas y fuimos por el largo corredor de los mensajes en la pared, que era más tétrico de lo que recordaba, hasta la puerta de los aseos de Myrtle la Llorona.
Hicimos pasar a Lockhart delante. Myrtle la Llorona estaba sentada sobre la cisterna del último retrete.
—¡Ah, eres tú! —dijo ella, al ver a Harry—. ¿Qué quieres esta vez?
—Preguntarte cómo moriste —dijo Harry.
El aspecto de Myrtle cambió de repente. Parecía como si nunca hubiera oído una pregunta que la halagara tanto.
—¡Oooooooh, fue horrible! —dijo encantada—. Sucedió aquí mismo. Morí en este mismo retrete. Lo recuerdo perfectamente. Me había escondido porque Olive Hornby se reía de mis gafas. La puerta estaba cerrada y yo lloraba, y entonces oí que entraba alguien. Decían algo raro. Pienso que debían de estar hablando en una lengua extraña. De cualquier manera, lo que de verdad me llamó la atención es que era un chico el que hablaba. Así que abrí la puerta para decirle que se fuera y utilizara sus aseos, pero entonces... —Myrtle estaba henchida de orgullo, el rostro iluminado— me morí.
—¿Cómo? —pregunté—. ¿Qué es lo último que recuerdas?
—Ni idea —dijo Myrtle en voz muy baja—. Sólo recuerdo haber visto unos grandes ojos amarillos. Todo mi cuerpo quedó como paralizado, y luego me fui flotando... —dirigió a Harry una mirada ensoñadora—. Y luego regresé. Estaba decidida a hacerle un embrujo a Olive Hornby. Ah, pero ella estaba arrepentida de haberse reído de mis gafas.
—¿Exactamente dónde viste los ojos? —preguntó Harry
—Por ahí —contestó Myrtle, señalando vagamente hacia el lavabo que había enfrente de su retrete.
Nos acercamos a toda prisa. Lockhart se quedó atrás, con una mirada de profundo terror en el rostro.
Parecía un lavabo normal. Examine cada centímetro de su superficie, por dentro y por fuera, incluyendo las cañerías de debajo. Y entonces apunte con el dedo: había una diminuta serpiente grabada en un lado de uno de los grifos de cobre.
—Ese grifo no ha funcionado nunca —dijo Myrtle con alegría, cuando intentamos accionarlo.
—Harry —dijo Ron—, di algo. Algo en lengua pársel.
—Pero... —. Se concentró en la diminuta figura, intentando imaginar que era una serpiente de verdad.
—Ábrete —dijo, pero lo había dicho en nuestro idioma.
—Lo has dicho en nuestra lengua —explique, negando con la cabeza.
—¿Tú no puedes?—preguntó.
—Entendí tu pársel, pero no creo poder hablarlo.—explique.
Harry volvió a mirar a la serpiente, intentando imaginarse que estaba viva. Al mover la cabeza, la luz de la vela producía la sensación de que la serpiente se movía.
—Ábrete —repitió pero lo dijo en un extraño silbido, que también extrañamente no sabía cómo le había entendido, y de repente el grifo brilló con una luz blanca y comenzó a girar. Al cabo de un segundo, el lavabo empezó a moverse. El lavabo, de hecho, se hundió, desapareció, dejando a la vista una tubería grande, lo bastante ancha para meter un hombre dentro.
Harry oyó que Ron exhalaba un grito ahogado y levantó la vista. Estaba planeando qué era lo que había que hacer.
—Bajaré por él —dijo.
No podía echarse atrás, ahora que habíamos encontrado la entrada de la cámara. No podía desistir si existía la más ligera, la más remota posibilidad de que Ginny estuviera viva.
—Yo también —dijo Ron, ambos me miraron.
—Por favor—dije con un bufido—.
Serán idiotas si creen que los dejare ir solos.
Hubo una pausa.
—Bien, creo que no os hago falta —dijo Lockhart, con una reminiscencia de su antigua sonrisa—. Así que me...
Puso la mano en el pomo de la puerta, pero los tres lo apuntamos con las varitas.
—Usted bajará delante —gruñó Ron.
Con la cara completamente blanca y desprovisto de varita, Lockhart se acercó a la abertura.
—Muchachos —dijo con voz débil—, muchachos, ¿de qué va a servir?
Harry le pegó en la espalda con su varita. Lockhart metió las piernas en la tubería.
—No creo realmente... —empezó a decir, pero Ron le dio un empujón, y se hundió tubería abajo. Harry se apresuró a seguirlo. Se metió en la tubería y se dejó caer. Después Ron.
Yo era la última, Myrtle me dio una sonrisa espeluznante.
—Si mueres, no compartiré mi retrete contigo.
—Suerte para ti, le tengo miedo a la muerte—murmuré antes de tirarme.
Era como tirarse por un tobogán interminable, viscoso y oscuro, hice una mueca y solté un quejido cuando sentí algo viscoso en mis manos. Podía ver otras tuberías que surgían como ramas en todas las direcciones, pero ninguna era tan larga como aquella por la que iba, que se curvaba y retorcía, descendiendo súbitamente. Calculaba que ya estaba por debajo incluso de las mazmorras del castillo, hubiera gritado de lo divertido que sería, de no ser que era espeluznante y había un monstruo esperándonos y Ginny en peligro.
Cerré los ojos cuando pase por una telaraña gigante y la tubería tomó una dirección horizontal, y caí del extremo del tubo al húmedo suelo de un oscuro túnel de piedra, lo bastante alto para poder estar de pie. Harry y Ron se estaban incorporando, y Lockart estaba ahí, pálido y temblando.
—Debemos encontrarnos a kilómetros de distancia del colegio —dijo Harry, y su voz resonaba en el negro túnel.
—Y debajo del lago, quizá —dijo Ron, afinando la vista para vislumbrar los muros negruzcos y llenos de barro.
—No puedo ver nada...—murmure sacando mi varita—. ¡Lumos!
Harry hizo lo mismo con su varita haciendo que las pequeñas Luces que salían de nuestras varitas fueran la única claridad en la oscuridad.
—Vamos —dijo, y comenzamos a andar. Los pasos retumbaban en el húmedo suelo. El túnel estaba tan oscuro que sólo podía ver a corta distancia. Las sombras, proyectadas en las húmedas paredes por la luz de la varita, parecían figuras monstruosas, lo que lo hacia mas escalofriante.
—Recuerden —dijo Harry en voz baja, mientras caminaban con cautela—: al menor signo de movimiento, hay que cerrar los ojos inmediatamente.
—Y correr como locos, por que si no morimos por su mirada, moriremos de un mordisco.—agregué.
Pero el túnel estaba tranquilo como una tumba, y el primer sonido inesperado que oimos fue cuando Ron pisó el cráneo de una rata. Harry bajó la varita para alumbrar el suelo y vio que estaba repleto de huesos de pequeños animales, trague sonoramente, pensando en los animles pero sobretodo pensando en Ginny y en el mensaje "sus huesos reposarán en la cámara" , fuimos marcando el camino con las varitas. Doblamos una oscura curva.
—Hey, ahí hay algo... —dijo Ron con la voz ronca, cogiendo a Harry por el hombro.
Nos quedamos quietos, mirando. Era tan sólo la silueta de una cosa grande y encorvada que yacía de un lado a otro del túnel. No se movía.
—Quizás esté dormido —musitó Harry. Lockhart se tapaba los ojos con las manos. Aguante la respiración y aunque me dolia el pecho, sentia que si respiraba iba a estropearlo todo,
Muy despacio, abriendo los ojos sólo lo justo para ver, Harry avanzó con la varita en alto, inmediatamente le puse una mano en el hombro.
La luz iluminó la piel de una serpiente gigantesca, una piel de un verde intenso, ponzoñoso, que yacía atravesada en el suelo del túnel, retorcida y vacía. El animal que había dejado allí su muda debía de medir al menos siete metros.
—¡Caray! —exclamó Ron con voz débil, inmediatamnte le hice un "shh!" debia estar cerca.
Algo se movió de pronto detrás de nosotros. Gilderoy Lockhart se había caído de rodillas.
—Levántese —le dijo Ron con brusquedad, apuntando a Lockhart con su varita.
Lockhart se puso de pie, pero se abalanzó sobre Ron y lo derribó al suelo de un golpe.
— ¡Ron! —dije preocupada. 
Harry saltó hacia delante, pero ya era demasiado tarde. Lockhart se incorporaba, jadeando, con la varita de Ron en la mano y su sonrisa esplendorosa de nuevo en la cara.
—¡Aquí termina la aventura, muchachos! —dijo—. Cogeré un trozo de esta piel y volveré al colegio, diré que era demasiado tarde para salvar a la niña y que vosotros tres perdisteis el conocimiento al ver su cuerpo destrozado. ¡Despedíos de vuestras memorias!
Levantó en el aire la varita mágica de Ron, recompuesta con celo, y gritó:
—¡Obliviate!
La varita estalló con la fuerza de una pequeña bomba. No se que clase de impulso fue ese ¿uno suicida? ¿uno protector, pero agarre a lo mas cercano que tenia, que era Harry de la mano, y lo empuje rapidamente hacia el lado de la piel de serpiente, escapando de los grandes trozos de techo que se desplomaban contra el suelo, a la vez que me cubria la cabeza con la otra mano. Una vez que habia abierto los ojos, tosi a causa del polvo y trate de levantarme, a mi lado vi a Harry que estaba igual de sucio y aturdido, y tenía ante mi una sólida pared formada por las piedras desprendidas.
—¡Ron! —grite, parandome lo mas rapido que pude, golpeando la pared—, ¿estás bien? ¡Ron!
—¡Estoy aquí! —La voz de Ron llegaba apagada, desde el otro lado de las piedras caídas—. Estoy bien. Pero este idiota no. La varita se volvió contra él.
Escuche un ruido sordo y un fuerte «¡ay!», como si Ron le acabara de dar una patada en la espinilla a Lockhart.
—¿Y ahora qué? —dijo la voz de Ron, con desespero—. No podemos pasar. Nos llevaría una eternidad...
Harry miró al techo del túnel. Habían aparecido en él unas grietas considerables. Mi varita era poderosa, si, pero nunca había intentado mover por medio de la magia algo tan pesado como todo aquel montón de piedras, y no parecía aquél un buen momento para intentarlo. ¿Y si se derrumbaba todo el túnel? Pero lo ultimo no venia de mi, si no de Harry, me senti culpable por leerle la mente pero no pude evitarlo.
Hubo otro ruido sordo y otro ¡ay! provenientes del otro lado de la pared. Estabamos malgastando el tiempo. Ginny ya llevaba horas en la Cámara de los Secretos. Harry sabía que sólo se podía hacer una cosa, me miro y por mas que no queria dejar a Ron solo, bueno con Lockhart, pero de todas formas asenti.
—Aguarda aquí —indicó a Ron—. Aguarda con Lockhart. Iremos nosotros. Si dentro de una hora ninguno de los dos ha vuelto...
Hubo una pausa muy elocuente.
—Lo haremos—trate de que sonara convincente, pero falle estrepitosamente.
—Intentaré quitar algunas piedras —dijo Ron, que parecía hacer esfuerzos para que su voz sonara segura—. Para que puedan... para que puedan cruzar al volver. Y...
—Si—dije con la voz insegura, pero que trataba que diera confianza—. Esa es una buena idea.
—¡Hasta dentro de un rato! —dijo Harry, tratando de dar a su voz temblorosa un tono de confianza.
Y partimos cruzando la piel de la serpiente gigante. Enseguida deje de oír el distante jadeo de Ron al esforzarse para quitar las piedras. El túnel serpenteaba continuamente. Quería llegar al final del túnel y al mismo tiempo me aterrorizaba lo que pudiera encontrar en él. Nunca le tuve miedo a alguna bestia, jamas, pero el basilisco, o el pensamiento de encontrarme con el cadaver de Ginny me daban ganas de vomitar. Y entonces, al fin, al doblar sigilosamente otra curva, vi delante de nosotros una gruesa pared en la que estaban talladas las figuras de dos serpientes enlazadas, con grandes y brillantes esmeraldas en los ojos.
Harry se acercó a la pared.
Tenía que intuir lo que debía hacer. Se aclaró la garganta, pero antes de que dijera algo, le tome la muñeca de repente.
—Harry...tengo miedo—admiti, la voz me salio estrangulada, Harry se dio la vuelta y lo vi avergonzada, sin saber que decir.
—Yo tambien—suspiró, me tomo la mano un segundo y luego me la puso en el hombro—. Pero eres la Gryffindor  mas valiente que conozco, y sabiendo que vamos a enfrentar a un monstruo y tu eres una experta en ellos, no estoy tan asustado.
—Solo prometeme algo— murmure— Si muero, tienes que decir que fue contra un basilisco.
—No moriras, lo prometo.
Asenti.
—¡Ábrete! —dijo Harry, con un silbido bajo.
Las serpientes se separaron al abrirse el muro. Las dos mitades de éste se deslizaron a los lados hasta quedar ocultas, y los dos nos dimos una mirada, temblando de la cabeza a los pies, antes de entrar.

Laila Scamander y El Heredero de SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora