42: Basilisco

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El basilisco se movía hacia nosotros, podía oír su pesado cuerpo deslizándose lentamente por el polvoriento suelo, me tape los ojos con una mano por si acaso y Harry me tomo la otra mano, comenzamos a movernos a ciegas hacia un lado, ambos palpitando el camino,  Ryddle reía...
Harry tropezó y como el iba adelante, caí junto con él, contra la piedra y note el sabor de la sangre. La serpiente se encontraba a un metro escaso de nosotros, era desesperante, muy desesperante saber que estaba a punto de morir, y no podía ver.
De repente oí un ruido fuerte, como un estallido, justo encima de mi, por lo que cerré los ojos con fuerza y me cubrí la cabeza con la mano con la que me cubría los ojos y algo pesado me golpeó con tanta fuerza que me tiró contra la pared a varios metros de Harry, ya no sentía su mano. Esperando que la serpiente me hincara los colmillos, oí más silbidos enloquecidos y algo que azotaba las columnas.
No pude evitarlo, era demasiado, tenia que hacerlo. Abrí los ojos solo un poco, lo suficiente para vislumbrar qué sucedía.
La serpiente, de un verde brillante y gruesa como el tronco de un roble, se había alzado en el aire y su gran cabeza roma zigzagueaba como borracha entre las columnas. Temblando, vi que se dirigía hacia Harry, y entonces entendí  qué era lo que había enloquecido a la serpiente.
Fawkes planeaba alrededor de su cabeza, y el basilisco le lanzaba furiosos mordiscos con sus colmillos largos y afilados como sables.
Entonces Fawkes descendió. Su largo pico de oro se hundió en la carne del monstruo y un chorro de sangre negruzca salpicó el suelo. La cola de la serpiente golpeaba muy cerca de Harry, y antes de que pudiera cerrar los párpados, el basilisco se volvió. Paralizada, vi de frente su cabeza  y me di cuenta de que el fénix lo había picado en los ojos, aquellos grandes y prominentes ojos amarillos. La sangre resbalaba hasta el suelo y la serpiente escupía agonizando.
—¡No! —gritó a Ryddle—. ¡Deja al pájaro! ¡Deja al pájaro! ¡El chico está detrás de ti! ¡Puedes olerlo! ¡Mátalo! ¡Mátalo y mata a la chica!

La serpiente ciega se balanceaba desorientada, herida de muerte. Me levante, sintiéndome mareada, me toque la parte de atrás de la cabeza, dándome cuenta que estaba sangrando, pero seguí, como si un partido de Quidditch sucedería en mi cabeza. Fawkes describía círculos alrededor de su cabeza, silbando su canción, picando aquí y allá en el morro lleno de escamas del basilisco, mientras brotaba la sangre de sus ojos heridos.
—¡Ayuda, ayuda! —pedía Harry enloquecido—. ¡Que alguien nos ayude!
Volví la mirada a mi varita solo que ya no estaba en el suelo, Ryddle la tenía y la veía con inmensa curiosidad, como si observara una extrañeza.
La cola de la serpiente volvió a golpear contra el suelo. Harry se agachó.
El sombrero
—¿Qué?—preguntó en voz alta, sintiendo las ganas de vomitar.
Usen el sombrero
Cuando me di la vuelta vi que era Fawkes, y estoy un 99% segura que los pájaros no hablan humano, o usan palabras. Lo mire con el ceño fruncido, no sabía si estaba alucinando o no, pero esto era mejor que tratar de jugar a las atrapadas con el basilisco.
—¡Harry!—grite tirándole el sombrero en la cara.
—¿Qué se supone que haga con esto?!—exclamó .
—¡Hey!—grite tratando de llamarle la atención—. ¡Bola seca de baba!
Sip, definitivamente mi herida era grave.
El Basilisco me gruñó en respuesta y movió su cola en mi dirección haciendo que me cubriera y me mandara volando al piso, al lado de Harry. Tosí, tomándome las costillas con dolor y tratando de respirar, cuando volví mi vista en Harry vi que tenía en su mano una espada plateada y brillante, con la empuñadura llena de fulgurantes rubíes del tamaño de huevos.
—¡Mata al chico! ¡Deja al pájaro! ¡El chico está detrás de ti! Olfatea... ¡Huélelo!
Harry empuñó la espada, dispuesto a defenderse. El basilisco bajó la cabeza, retorció el cuerpo, golpeando contra las columnas, y se volvió para enfrentarse a Harry. Harry me tomó del hombro e hizo que me parara, poniéndome detrás de él y alzando la espada, pude verle las cuencas de los ojos llenas de sangre al basilisco, y la boca que se abría.
—A la cabeza...—susurre.
Una boca lo bastante grande para tragarnos enteros, bordeada de colmillos tan largos como su espada, delgados, brillantes, venenosos...
La bestia arremetió a ciegas. Harry, al esquivarla, dio contra la pared de la cámara. El monstruo arremetió de nuevo, y su lengua bífida azotó un costado de Harry y me hizo perder el equilibrio. Cuando volví la vista vi que El basilisco se revolvía molesto, como si una mosca revoloteara a su alrededor, cuando enfoque mis ojos vi que era uno de mis Bowtruckles , con sus dedos de ramitas le estaba tratando de arrancar los globos oculares, el basilisco, hizo un movimiento el cual hizo que el bowtruckle saliera volando y aterrizara justo a mi lado; era James.
—¿Y tú desde cuando estás aquí?—pregunté con confusión, luego lo agarré y lo puse en mi bolsillo—. Bueno tú si eres de la suerte.
Cuando volví la mirada Harry levantó la espada con ambas manos.
El basilisco atacó de nuevo, pero esta vez fue directo a Harry.
—¡No!—grite con fuerza pero mi amigo hincó la espada con todas sus fuerzas, hundiéndola hasta la empuñadura en el velo del paladar de la serpiente.
Pero mientras la cálida sangre le empapaba los brazos, pude ver como un colmillo largo y venenoso se le estaba hundiendo más y más en el brazo, y se partió cuando el monstruo volvió la cabeza a un lado y con un estremecimiento se desplomó en el suelo.
Harry; apoyado en la pared, se dejó resbalar hasta quedar sentado en el suelo. Agarró el colmillo envenenado y se lo arrancó. Me paré lo más rápido que pude y corrí hacia él, al ultimo segundo me caí, arrodillándome a su lado,el veneno había penetrado, cuando vi que comenzaba a cerrar los ojos lo agarré por los hombros.
—No, no, no, no, hey Harry, Harry no te puedes quedar dormido.
Una mancha roja pasó a mi lado era Fawkes, y luego suspiré aliviada
—Fawkes —dijo con dificultad—. Eres estupendo, Fawkes...
Mire al fénix con lágrimas en los ojos, si, lo admito, estaba llorando, estaba demasiado asustada que Harry cerrara los ojos.
—Por favor ayúdale—le murmure, suplicando.
El pájaro posó su hermosa cabeza en el brazo, donde la serpiente lo había herido. Di un suspiro de alivio.
Oí pasos que resonaban en la cámara, y luego vi una negra sombra delante de nosotros, me puse adelante de Harry.
—Estás muerto, Harry Potter —dijo
Ryddle—. Muerto. Hasta el pájaro de Dumbledore lo sabe. ¿Ves lo que hace, Potter? Está llorando.
Sonreí un poco, sabiendo bien lo que Fawkes estaba haciendo.
—Me voy a sentar aquí a esperar que mueras, Harry Potter. Tómate todo el tiempo que quieras. No tengo prisa. Y después voy a matar a tu amiga. Éste es el fin del famoso Harry Potter. Derrotado al fin por el Señor Tenebroso al que él tan imprudentemente se enfrentó. Volverás con tu querida madre sangre sucia, Harry... Ella compró con su vida doce años de tiempo para ti... pero al final te ha vencido lord Voldemort. Sabías que sucedería.
—Pudiste haber sido el Premio Anual, Tom Ryddle — dije echando una mirada hacia atrás a Harry que empezaba a recuperar su color—. Pero...
—Márchate, pájaro —dijo de pronto la voz de Ryddle—. Sepárate de él.
¡He dicho que te vayas!
Harry levantó la cabeza. Ryddle apuntaba a Fawkes con la varita de Harry Sonó como un disparo y Fawkes emprendió el vuelo en un remolino de rojo y oro.
—...Se te ha olvidado el poder de las criaturas de corazón puro.— termine.
—Lágrimas de fénix... —dijo Ryddle en voz baja, contemplando el brazo de Harry—. Naturalmente... Poderes curativos..., me había olvidado.... —miró a Harry a la cara—. Pero igual da. De hecho, lo prefiero así.
Levantó la varita.
Entonces, con un batir de alas, Fawkes pasó de nuevo por encima de nuestras cabezas y dejó caer algo en el regazo de Harry: el diario.
Lo miramos  durante una fracción de segundo, Ryddle con la varita levantada. Luego, sin pensar, sin meditar, como si todo aquel tiempo hubiera esperado para hacerlo, Harry cogió el colmillo de basilisco del suelo y lo clavó en el cuaderno.
Se oyó un grito largo, horrible, desgarrado. La tinta salió a chorros del diario, vertiéndose sobre las manos de Harry e inundando el suelo. Ryddle se retorcía, gritando, y entonces...
Desapareció. Se oyó caer al suelo la varita de Harry y la mía y luego se hizo el silencio, sólo roto por el goteo de la tinta que aún manaba del diario. El veneno del basilisco había abierto un agujero incandescente en el cuaderno.
Harry se levantó temblando, y yo junto a él. Mi estómago estaba revuelto, sentía que iba a vomitar en cualquier momento, y mi cabeza me daba vueltas. Recogio su varita y me dio la mía, tomó el sombrero y, de un fuerte tirón, extrajo la brillante espada del paladar del basilisco.
—¿Ganamos?—pregunté
Llegó un débil gemido del fondo de la cámara. Ginny se movía.
—Parece que si—murmuró Harry antes de que los dos comenzáramos a correr hacia Ginny, mientras, la muchacha se sentó, y sus ojos desconcertados pasaron del inmenso cuerpo del basilisco a nosotros, con las túnica empapada de sangre, y luego al cuaderno que Harry llevaba en la mano. Profirió un grito estremecido y se echó a llorar.
—Harry..., ah, Harry, intenté decíroslo en el desayuno, pero delante de Percy no fui capaz. Era yo, Harry, pero te juro que no quería... Ryddle me obligaba a hacerlo, se apoderó de mí y... ¿cómo lo has matado? ¿Dónde está Ryddle? Lo último que recuerdo es que salió del diario.
—Ha terminado todo bien —dijo Harry, cogiendo el diario para enseñarle a Ginny el agujero hecho por el colmillo—. Ryddle ya no existe. ¡Mira! Ni él ni el basilisco. Vamos, Ginny, salgamos...
—¡Me van a expulsar! —se lamentó Ginny, incorporándose torpemente con la ayuda de Harry—. Siempre quise estudiar en Hogwarts, desde que vino Bill, y ahora tendré que irme y.. ¿qué pensarán mis padres?
—Todo estará bien—le dije con suavidad, luego la abracé y le di unas palmaditas en la espalda—. Lo prometo, Ginny.
Fawkes estaba esperandonos, revoloteando en la entrada de la cámara. Harry apremió a Ginny. Dejamos atrás el cuerpo retorcido e inanimado del basilisco, y a través de la penumbra resonante regresamos al túnel, y pensé seriamente en la opción de decirle a mi abuelo lo que había pasado.

🐍

Tras unos minutos de andar por el oscuro túnel, pude escuchar un distante ruido de piedras.
—¡Ron! —gritó Harry, apresurándose—. ¡Ginny está bien! ¡Está con nosotros!
Oi que Ron daba un grito ahogado de alegría, y al doblar la última curva vimos su cara angustiada que asomaba por el agujero que había logrado abrir en el montón de piedras.
—¡Ginny! —Ron sacó un brazo por el agujero para ayudarla a pasar—. ¡Estás viva! ¡No me lo puedo creer! ¿Qué ocurrió?
Intentó abrazarla, pero Ginny se apartó, sollozando, le di una mirada a Ron de que la tratara con más delicadeza, mientras le ponía un brazo en el hombro.
—Pero estás bien, Ginny —dijo Ron, sonriéndole—. Todo ha pasado. ¿De dónde ha salido ese pájaro?
Fawkes había pasado por el agujero después de Ginny.
—Es de Dumbledore —dijo Harry, encogiéndose para pasar.
—Es EL pájaro—corregí.
—¿Y cómo has conseguido esa espada? —dijo Ron, mirando con la boca abierta el arma que brillaba en la mano de Harry.
—Un truco de Magia—murmuré.
—Te lo explicaré cuando salgamos —dijo Harry, mirando a Ginny de soslayo.
—Pero...
—Más tarde —insistió Harry. No creía que fuera buena idea decirle en aquel momento quién había abierto la cámara, y menos delante de Ginny, fruncí el ceño al no ver a nuestro "profesor"
—¿Dónde está Lockhart?—pregunté
—Volvió atrás —dijo Ron, sonriendo y señalando con la cabeza hacia el principio del túnel—. No está bien. Ya veréis.
Guiados por Fawkes, cuyas alas rojas emitían en la oscuridad reflejos dorados, desanduvimos el camino hasta la tubería. Gilderoy Lockhart estaba allí sentado, tarareando plácidamente.
—Ha perdido la memoria —dijo Ron—. El embrujo desmemorizante le salió por la culata. Le dio a él. No tiene ni idea de quién es, ni de dónde está, ni de quiénes somos. Le dije que se quedara aquí y nos esperara. Es un peligro para sí mismo.
Lockhart nos miró a todos afablemente.
—Hola —dijo—. Qué sitio tan curioso, ¿verdad? ¿Vivís aquí?
—No —respondió Ron, mirandonos y arqueando las cejas. Harry se inclinó y miró la larga y oscura tubería.
—¿Has pensado cómo vamos a subir? —preguntó a Ron.
Ron negó con la cabeza, pero Fawkes ya había pasado delante de Harry y se hallaba revoloteando delante de él. Lo mire dubativa, eran claras sus intenciones y no era una experta en los fenix, pero suspiré, él era un pájaro especial .
—Quiere que nos subamos—explique.
—Pero...son muy pesados para el pájaro...
—Fawkes —aclaró Harry— no es un pájaro normal. —Se volvió inmediatamente a los otros—. Vamos a darnos la mano. Ginny, coge la de Laila. Profesor Lockhart...
—Se refiere a usted —aclaró Ron a Lockhart. —Coja la otra mano de Ginny.
Harry se metió la espada y el Sombrero Seleccionador en el cinto. Ron se agarró a los bajos de la túnica de Harry, y Harry, a las plumas de la cola de Fawkes, que resultaban curiosamente cálidas al tacto. Le cogí la mano a Ron mientras Ginny tomaba la mía.
Una extraordinaria luminosidad pareció extenderse por todo el cuerpo del ave, y en un segundo nos encontramos subiendo por la tubería a toda velocidad. Podía oír a Lockhart que decía:
—¡Asombroso, asombroso! ¡Parece cosa de magia!
Pobre idiota

Laila Scamander y El Heredero de SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora