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30 semanas de gestación .

Inhalé profundamente el olor de los pancakes del mediocre desayuno de McDonald's y casi de inmediato las náuseas que creí haber dejado atrás hace ya cinco meses, regresaron a mi de golpe haciéndome girar la cabeza a un lado de la mesa y arrojar todo lo que traía en el estómago en el piso recién lavado.

-¡No ahí, Hazel!- grita mi madre parandose de su asiento para evitar una desgracia , pero ya es tarde, acabo de hacer una obra de mierda en el suelo.

-L-lo siento- digo a duras penas, pues siento como mi cuerpo se deteriora cada vez más y más.

- No cariño, no lo sientas-dice mi padre acercándose a mí y ayudándome a levantarme de mi asiento. -Necesitas recostarte un momento, Hazel.

-Estoy bien papá...-digo tratando de librarme del agarre de mi padre pero sólo consigo marearme y sentir que estoy a punto de caerme a un vacío del cuál no podré volver levantarme. Si no fuera por mi madre aparece detrás mío y logra hacerme sentir de nuevo en tierra, no quiero ni pensar que hubiera pasado.

-No lo estás-dice mi madre a mis espaldas mientras me da señas para que camine hacia las escaleras, lo cuál hago sin reprochar.

Mi padre me ayuda a subir los escalones unos por uno, mientras mi madre nos sigue el ritmo cargando mi bombona de oxígeno , y no puedo evitar sentirme aún más débil e inútil.

Ellos no merecen pasar por esto, pienso mientras trato de retener las lágrimas que amenazan con salir de mis ojos sin permiso alguno. Mis padres me ayudan a llegar al final de las escaleras y me llevan directamente a mi habitación en la cuál papá me deja con mamá ya que el teléfono de casa empieza a sonar y él va a contestar.

Mi madre me ayuda a recostarme en mi cama y empieza a conectarme a mi respirador artificial para que pueda descansar cómodamente, o al menos eso cree ella. Cierro los ojos por un momento mientras mi madre se encarga de que recibamos oxígeno y me pongo a pensar en un mundo sin mí... bueno, sin nosotros. ¿Acaso sería todo más fácil para ellos?

-Hazel cada vez te veo peor - proclama mi padre apoyándose en la puerta de mi habitación y mi madre suelta un grito agudo al oírlo decir aquello.

-Ignoralo, no sabe lo que dice cariño- me dice mi madre mientras me conecta al respirador artificial para que pueda descansar cómodamente.

Él tiene razón》,piensa mi voz interior tratando de evitar que esas palabras salgan de mis labios sin que mi madre se sienta mal.

-Quiero estar sola, necesito tomar una siesta- digo sin pensar, aunque vamos, sé que quiero eso en el fondo.

- ¿Estás segura? - dice mi madre mirándome con una extraña mezcla de preocupación y confusión- creo que lo mejor es que nos quedemos contigo, tal vez necesites ayuda y...

-Quiero estar sola, por favor- repito pero con una voz más firme y luego mamá entiende que lo digo en serio.- Si sucede algo solo gritaré.

Mamá me mira por última vez y luego se gira para ver a papá con un gesto de desconcierto. Puedo ver a distancia que están realmente confundidos, ¿por qué? Creo que la respuesta en este punto ya está clara.

Sin más que decir, cada uno se acerca y me colocan un beso en la frente y antes de salir, apagan las luces y quedo una vez más sola en la oscuridad, con la soledad siendo mi única compañía.

- ¿Cómo es que llegué a este punto? - pregunto sin obtener una respuesta y siento lo rápido que las lágrimas comienzan a caer de mis ojos.

¿Es una especie de karma? ¿He hecho las cosas mal? ¿Por qué todos los que he amado me dejaron?
¿Cuánto más debería doler saber que la calma vendrá?

Bajo la Misma Estrella (Continuación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora