IX | Consecuencias

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Intento disimular lo máximo posible el impacto del descubrimiento que acabo de hacer. No dejo de recordar a como encontramos a Malia antes de que viajara hacía el pasado y cambiara las cosas, y simplemente no puedo comprender como hechos que no lucen nada significativos en mi cabeza puedan lograr tales cambios.

Talia y Peter me ponen al día sobre sus vidas acompañados por comentarios de Paige, otros de Malia y miradas nerviosas de Derek. Me sobrecargo un poco de información, pero me preocupo por retener lo más importante, como el reciente viaje a México que decidieron hace, explicando su ausencia desde mi regreso.

Me resulta difícil terminar de comprender que el Peter que tengo frente a mí, el mismo Peter que para mí, tiempo atrás fue un alfa que dejó un camino de varios cuerpos sin vida a su paso; el mismo tipo que acabamos matando, y que luego regresó de la muerte gracias a Lydia; sea el mismo con el que compartí aquellos momentos. Y sin embargo es real. El Peter Hale es identico y a la vez completamente diferente al que conocí, y, de entre todas las cosas que he pasado hasta ahora, eso me resulta una de las más grandes locuras.

  —¿Hace cuánto regresaste?  —pregunta Peter con curiosidad.

  —Yo...

  —No hace mucho  —responde Paige sonriente, dedicándome una breve mirada—. Desde que la trajimos Derek prácticamente no la deja respirar  —comenta, lo que hace que baje la mirada, intentando disimular la presión sobre mi pecho, la culpa—. Ni si quiera he podido hablar mucho con ella, nadie, pero bueno, ya saben, antes de arriesgarnos Der quiere asegurarse de que no hay peligro.

Talia posa una mano sobre la mía, logrando que levante la mirada nuevamente y la encuentro observándome con una ceja elevada de forma ligera.

  —¿Y cómo estás? ¿Ha sucedido algo?  —pregunta, algo preocupada.

Comprendo que es lo que está preguntándome y automáticamente viene a mi cabeza el momento en el que el tiempo literalmente se detuvo, mi sueño, la otra loba. Y aunque una parte de mí prácticamente me grita que se lo comente, yo simplemente sonrío.

  —No  —respondo, esforzándome por sonar lo más convincente posible—. Todo ha estado bien.

Y para mi suerte, todos parecen creerlo.

Tiempo más tarde me encuentro dentro del auto de Derek con él al volante, nos dirigimos al loft en silencio ya que él se ofreció a llevarme antes de ir a la escuela, y aunque tuve intenciones de negarme, la mirada que me dedicó, esa que se me hizo extremadamente familiar a las primeras que solía dedicarnos a los chicos y a mí, me hizo comprender que en realidad no me lo estaba proponiendo sino ordenando.

Llegamos al lugar sin palabra de por medio, ni siquiera la radio, el silencio resulta tan abrumador que abro la puerta lo más rápido que puedo y, cuando bajo un pie, él toma mi mano, captando mi atención. 

No puedo reconocer si está enojado, triste, preocupado o apenado, su ceño se frunce de forma leve y su mirada parece variar de forma constante.

  —¿Por qué?

  —No lo sé  —suspiro—. Fue una estupidez yo... Nunca estuve en este lugar, y nunca quise estarlo.

  —¿Quieres que termine con Paige?  —suelta de repente, haciendo que abra mis ojos de par en par y mi corazón se acelere de forma violenta.

  —¿Qué? ¡No!  —respondo rápidamente—No puedes hacer eso.   

  —Pero quisieras que pudiera  —insiste.  

  —Derek, no puedo... No quiero hacerle eso a Paige, no es justo.

  —¿Algo en todo esto es justo?  —pregunta elevando una ceja—Eva, hasta donde yo sé, de cualquier forma acabará habiendo alguien infeliz, y yo ya no sé que hacer  —dice dejando su mirada sobre algún lugar del auto—. Amo a Paige  —declara, yo bajo la mirada y muerdo mi labio—, y al hijo que tendremos, pero también te amo a ti, ¿Entiendes? Y yo... Esto...

  —Esto está mal, lo supimos cuando empezamos  —completo rápidamente.

  —¿Eso que significa?—pregunta él, frunciendo el ceño—¿Quieres que esto se termine?

  —No  —murmuro, sin levantar la mirada, escondiendo mis ojos cristalizados—. Pero no quiero lastimar a nadie.

  —Me estás lastimando a mí.

  —¡Y nosotros estamos lastimando a Paige y a tu hijo! Derek vas a tener una familia, dios  —llevo una mano a mi frente—¡Y es mi culpa! Esta no debería ser tu vida... Pero ahora lo es y... Yo no tengo lugar en ella Derek.

  —Eso no lo decides tú.

  —¡Pero vamos a tener que tomar una decisión!—exclamo, queriendo romper todo a mi alcance y a la vez simplemente tirarme a llorar hasta que todo pase—Y aceptar sus consecuencias —agrego, tranquilizándome.

El silencio nuevamente se instala entre nosotros, mi corazón late acelerado, probablemente también el de Derek, pero decido no escucharlo. Su aroma llena el auto, él resulta adictivo para mis sentidos, quiero tocarlo, acariciarlo, jugar con su cabello y besarlo. Quiero poder estar nuevamente como en aquella noche de tormenta en la mansión, donde siento que, al igual que Derek era años más joven.

  —Tenemos que tomar una decisión  —repito con mayor decisión.

El pelinegro no responde y me veo obligada a mirarlo nuevamente a los ojos, expectante. Entonces descubro que no está parpadeando.

Salgo del auto y observo lo que me rodea. Hay árboles estáticos en posiciones extrañas, como si el viento estuviera jugando con sus hojas y alguien hubiera pulsado un botón de pausa, hay pájaros suspendidos en el aire, inmóviles, autos por la calle que no se mueven, nada lo hace.

Nada ni nadie salvo yo.

La otra loba y yo.

Comienzo a perder el sentido del tiempo y eso me asusta, no sé si pasaron unos minutos o si ya el mundo lleva congelada media hora, o incluso dos. Me obligo a mantenerme en calma y cuando esto comienza a resultarme difícil, y siento a un ataque de pánico venir, me adentro nuevamente en el auto de Derek y luego escondo mi rostro sobre su pecho, cerrando mis ojos y rodeando su torso con mis brazos, imaginando que todo en realidad está bien y que así seguirá.

  —¿Eva?

Sus brazos responden a mi gesto y yo no respondo, me quedo ahí, pegada a su pecho sin darle explicaciones, esforzándome por no llorar y mantener la cordura,  sintiéndome segura junto a él.

Nuestro momento termina de romperse cuando algo golpea el techo del auto, un golpe seco, duro y segundos después, otro, y otro más. Esperamos dentro del auto con nuestras manos entrelazadas, ambos alertas, listos para el posible enfrentamiento, pero, cuando los proyectiles parecen acabar, salimos del auto y nos encontramos con pájaros muertos sobre el techo del vehículo, y otros cuantos regados por la calle y la acera, y probablemente también el techo del edificio.

  —¿Qué fue eso?  —pregunta Derek, aunque parece hablarse más a él mismo, aún así respondo.

  —Las consecuencias.

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Perdón por tardar, escuela.

3 capítulos para el final.

Paradox ↯ Teen WolfWhere stories live. Discover now