Epilogo

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Mi cabellera blanca cae por mi espalda de manera ondulada. 

Nunca tuve intenciones de teñirlo para ser castaña nuevamente, es como una reliquia. Un recordatorio de que, por loco que parezca, nada fue un invento de mi mente. Todo sucedió.

Conocí a los Hale. Me enamoré de Derek. Cambie la historia, poniendo el tiempo en peligro, y finalmente lo salvé.

Nadie lo recuerda, y tampoco tuve intenciones de contárselo a nadie. Con todos los problemas en los que nos seguimos viendo envueltos supongo que agregar todo lo sucedido no haría más que empeorar las cosas, y lo peor de todo es que sería para nada. Contarlo no le devolverá la vida a Talia, ni a Laura, y tampoco a Paige o Allison.

Y está bien, así es como las cosas deben ser.

Todo lo que pasa, por más pequeño o gigante que resulte, tiene una razón esencial, un motivo. La loba me lo explicó, y yo, con tiempo, logre comprenderlo. 

Aún así...

  —¿Derek?

El pelinegro voltea ante mi llamado, sus ojos de un verde claro se clavan sobre mí produciéndome escalofríos, erizando mi piel. Todo en lo que soy capaz de pensar es en esos momentos que no existen en otro lugar más que en mi cabeza. Toda mi historia con él. Muerdo mi labio inferior, luchando conmigo misma por contenerme para así no saltar a sus brazos, intentando ignorar ese impulso de besarlo y sollozar porque recuerde.

Puede que no sea justo, pero lo correcto es no hacerlo.

  —¿Si Eva? —pregunta él elevando una ceja.

Lo observo durante unos cuantos segundos en silencio, meditando lo que voy a hacer, sé que está mal, y sé las consecuencias que puede tener, las he vivido, y aún así simplemente no puedo detenerme. Mi corazón palpita cada vez de manera más enérgica, las palabras se amontonan en mi garganta, mis ojos se cierran mientras lucho contra las lagrimas. Trago saliva con dificultad intentando llevar junto con ella a las ganas de hablar pero no lo logro y entonces la oración escapa de mí.

  —Deucalion es tu padre —suelto con mis ojos brillando por las lagrimas y, con una verdad fuera, el resto comienzan a salir—. Y... Sé que sonará como una locura, y no me creerás, pero tú y yo tuvimos algo ¿Sí? Algo fuerte y hermoso y... Dios, te amo Derek, y te extraño muchisimo.

Acabo sollozando frente al pelinegro, sintiéndome algo patética y a la vez impotente.

Él jamás podrá oír esas palabras.

Frente a mí, Derek se congeló, fuera, las aves han detenido su vuelo sin descender tan sólo un milímetro.  Todo el mundo se detuvo, por lo que sólo soy yo, sollozando en un profundo silencio frente al hombre que fue el primer amor en mi vida, aquel al que probablemente siempre amaré.

Unas manos se posan sobre mis hombros y yo no me sobresalto, la única otra persona que puede estar aquí, fuera del tiempo, es la única otra loba blanca que existe, esa que hasta ahora me ha guiado y enseñado sin interrumpir mi historia en ningún momento salvo, claro, aquellos en los que me veo al borde del precipicio. Esos en los que de repente las lecciones que me dio pierden cualquier tipo de sentido y todo lo que quiero es gritar todo lo que sé, las posibilidades que existen, el poder que tengo.

  —Hey  —Ella me anima—. Al menos, si te soy sincera, te lo tomas mejor que como yo lo tomé.

  —¿Podrías simplemente dejarme llorar en paz?  —Le pido mientras limpio mis lagrimas, ella parece ignorar la pregunta, dando vueltas por la habitación.

  —Lo digo en serio  —dice mirándome a los ojos—. Esta vez no he sido yo quien detuvo el reloj  —comenta sorprendida—, me enorgulleces Eva.

Paradox ↯ Teen WolfWhere stories live. Discover now