La impávida.

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Su madre había muerto, lo había hecho a manos de un grupo rebelde de humanos y monstruos por igual. Entonces ella había tomando el lugar en el trono. Aunque su prima Meteora la había tomado de los hombros con calma dándole un suave apretón se sintió rota.
Sus ojos buscaron el cálido y reconfortante abrazo de su madre acompañado de una gran sonrisa, nunca llegó, tal vez eso le hizo sentir más infeliz de lo que ya era. La alta comisión de magia había estado hablando a su espalda, como si ella no fuera la nueva reina.

Sabía que andar de luto no favorecía su apariencia, que su cabello azulado se veía un poco menos alegre de lo acostumbrado y que sus ojos no dejaban de reflejar todo lo que sentía en esos momentos.

—¿Qué está pasando aquí?—cuestiono al ver al monstruo ser interrogado.

No estaba de un humor demasiado bueno, había sido no invitada ha la reunión que se estaba llevando acabó en esos momentos en la sala real del castillo. Se enojo ante lo poco considerados que estaban siendo los del comité de magia. Los escucho gritarse unos a otros, diciendo que debían firmar el tratado de paz o ir a la guerra. Todos esperaban que la desicion fuera tomada y no le dejaba expresarse de una manera adecuada.

—Star debe decidir—la voz suave y tranquila de Meteora le hizo sonreír le con cariño—después de todo, ella es ahora la reina.

—¿Estás loca?—una voz varonil y algo aniñada al final le hizo fruncir el ceño—acaba de perder a su madre, Meteora.

La chica tuvo la decencia de sonrojarse. Sabía que su prima no estaba en un buen momento con todo eso, claro que no lo estaba. Había perdido a todos lo que eran importantes para ella.

—¿Entonces qué sugieres?—siseo amenazante aún con las mejillas rojas—es eso, o que le den al fin el trono a...

—No te atrevas a mencionarlo niña—Hekapoo se cruzó de brazos enojada.

Ella sabía lo que había estipulado Eclipsa antes de dejar el poder a manos de su híbrida hija. Que ya le había dejado el trono a su descendencia hasta que Comet tomo el lugar, luego siendo sucedida por Moon y ahora Star que estaba en una incrucijada.
Star le dió una sonrisa tranquila ha Meteora, no quería que la chica se peleará con la alta comisión de Magia en esos momentos.

—Soy la reina—interrumpió las disputas con una mirada severa—y mañana temprano les daré la respuesta.

Todos se quedaron callados ante lo dicho, siendo Star la primera en retirarse hacia su habitación. Se estaba quejando por lo patética que había sonado al hablar, parecía que su lengua no tenía otra función solo la de avergonzar la.

—Star...—Meteora le hablo con calma atrapando la—quiero darte esto—le extendió un dije en forma de corazón, como los que tenía en las mejillas.

—¿Qué es esto?

—Es la forma que tengo para pedir perdón por hablar por ti.

La sonrisa de Star se hizo amable y tierna. Estaba enternecida por aquella acción y fue capaz de dejar que se notará.

—Gracias Meteora.

—Cuando quiera amiga—salio avergonzada del lugar murmurando como se atrevía ha llamarle amiga ha la reina.

Star sonrió todo el camino a su cuarto, cuando estuvo segura adentro de él se dejó caer por la puerta hasta quedar sentada en el piso del lugar. Miró el amuleto que le había Sido obsequiado.

—¿Y ahora qué haré amuleto de disculpas?—le cuestionó esperando que le contestará. Cosa que nunca paso.

Los sollozos provenientes del libro de hechizos que eran heredados entre los miembros de su familia le hizo sentir curiosidad. Así que se levantó del piso para caminar hacia él, abriéndolo y encontrándose con Glossaryck llorando en alguna de las páginas del libro.

La corona del Rey.Where stories live. Discover now