Epílogo.

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Snow observo a Marco con atención. Este le aseguro que debía tomar el trono de los Butterfly ya que Comet había abandonado la idea de ser rey. Pero no, la sola idea de tener que gobernar como mariposa le causaba un gran disgusto y un ardor en la boca del estómago.

—¿Por qué?—cuestionó sin apartar la mirada.

—Eres él más apropiado—le aseguro sin mirar al chico directamente a los ojos—tu tapiz lo demuestra.

—No, claramente dice que soy bendecido por la luna. Pero eso no significa que sea un buen gobernante—apartó lo mirada de manera inmediata.

Sus dedos temblaron ligeramente ante la sólo idea de sentirse expuesto por subir al trono real.
Marco observó detenidamente a Snow. Parecía caer rápidamente en un círculo vicioso de auto desprecio por su poder y habilidad. Era como si muchos años escuchando que no era digno de ser parte de la familia real estuvieran cayendo encima suyo en un par de minutos.
Resultaba un digno y horrible espectáculo que mirar. Porque estaba viendo una impresionante muralla construida con años de soledad, marginación y deseos de ser lo mejor de lo mejor sin importar las circunstancias caer como una torre de naipes. Con tal facilidad y elegancia que no podrías negar que hasta en la negación encontrabas belleza.
Pero al mismo tiempo un sentimiento de malestar inminente llegaba al corazón y pensamientos de Marco. ¿Así se encontraba cuando su madre no lo considero digno?, ¿era tan horrible como parecía? Detuvo sus pensamientos cuando Tom sujeto su mano con cariño.

—Tranquilo—susurró como si tuviera todas las soluciones esenciales que necesitaba.

Un trago amargo de su propia bilis subiendo hasta su garganta le hizo querer negar fervieramente lo dicho por su esposo. Pero se detuvo, porque podía sentirse temblar ligeramente, cerró los labios en una fina línea y con una mirada cansada dejó la posible discusión para otra vida si era posible. Porque no estaba de humor para pelear, se había cansado ya de llevar tantos años luchando por sus derechos, por sus deberes, por su lugar en el mundo. Estaba cansado de buscar y no encontrar lo que en algún momento pensó que lo haría sentir completo. Ahora estaba ahí, en el lugar que nunca pensó ocupar a lado de una hermosa familia porque, el no era digno según su madre. Todo eso debió ser de su hermana pequeña, no de él.

—Te entiendo—afirmó sin soltar la mano de Tom—se que piensas que no mereces nada esto—observó a su alrededor con la intención de puntuar sus palabras—pero lo mereces. No es nada malo querer una familia que te quiera, te proteja y te ame Snow. No está mal querernos como la familia que siempre deseamos.

—Es irracional, inaceptable—afirmó mirando a Mateo que sostenía su mano—nunca he tenido algo así.

El de cabello rojizo solo se inclinó un poco hacia adelante y beso la suave mejilla de su pareja. Con una calma y amor increíble que hizo enrojecer al de cabello azul pálido.

—¿Por qué? Tu madre puede irse a los nueve infiernos—declaró aún con la mala mirada de su papá encima y la risa estruendosa de su padre.

—Oh, por mis estrellas—exclamó Marco dándole un codazo a Tom en las costillas—no te crié para ser tan mal hablado Mateo Lucitor Butterfly.

—Lo siento —se disculpo sin en verdad estar sintiéndose mal por aquello—pero nadie en esa familia los merece y lo digo por ti también papá.

—Él niño tiene un punto ahí, cariño—afirmó Tom riéndose ante los golpes que Marco le estaba dando.

La risa de Snow sorprendió a todos los presentes. Era tan pura, dulce y suave que nadie podría pensar que el mayor de los hijos de Star Butterfly pudiera reírse de esa manera. Ser tan suave y emocional. La marca en su ojo brillo con intensidad, el copo de nieve parecía tan resplandeciente, había emociones que hacían oscurecer un poco la mirada del chico, eran tan intensas que en sus ojos parecía nevar.
En su ojo izquierdo brillo deslumbrante por un momento la marca de otro copo de nieve que parecía haber caído en la iris del chico. Los suspiros sorprendidos de los que observaban tal escena no detuvieron la risa, ni la magia que rodeaba al chico. Marco se inclino expectante, con dedos rápidos y nerviosos intento que su magia no bailará al ritmo al que lo estaba haciendo el de cabello azulado.

Tom solo observó como su esposo intentaba no seguir el ritmo del menor. Mateo parecía hipnotizado por ver como esos pequeños copos aparecían en la piel del chico de ojos peculiares. Por un momento pensó que el copo de nieve se quedaría permanente en el ojo izquierdo del menor. Pero todo se detuvo cuando Snow dejó de reír. Marco parecía decepcionando al observar lo que parecían pequeños trozos de papel caer de la piel pálida con forma de copos de nieve de tono azul pálido. Como si la nieva se estuviera derritiendo dentro del que era un témpano de hielo.

—Snow...—llamo curioso tomando uno de los papeles con notable diversión mezclada con curiosidad.

—¿Sí?—él chico intentaba ocultarse ante lo que había pasado.

—¿Haz pasado por la mewbertad?—cuestionó quitado de la pena mirando las reacciones de su familia—¿qué?—se sonrojo notablemente apartando la mirada—no es un secreto para nadie que mi fase de mewbertad es y fue diferente—declaró totalmente sonrojado entendiendo la vergüenza de su ahora hijo adoptivo.

—Hmmm, no—miró a Mateo que parecía querer besarlo al verlo tan expuesto de manera sentimental—no lo he experimentado. No tengo una forma de mariposa.

—Oh querido—la dulce voz lo arrullo tranquilamente—estas madurando tarde. No te preocupes pronto llegaras a eso y tendremos que alejarte de Matt—el torno maternal consiguió a Snow atragantandose.

Tom tosio abrupatamente tal vez por la sorpresa de las palabras o porque recordó como es que se casaron a temprana edad después de que Marcó subiera al trono con los catorce apenas cumplidos. Mateo apartó la mirada sonrojado hasta las orejas.

—¡Papá no digas eso!—reclamo avergonzado.

—Pero sí así naciste tu cariño.

Y el silencio sepulcral que llegó después solo fue llenado por el grito ensordecedor del primogénito de los Lucitor Butterfly.

No se exactamente a qué edad empiece la pubertad para los mewmanos. Pero en las cartilla de salud en México empieza a partir de los 10 años. Entonces por eso lo puse así. Este es el epílogo. Tal vez suba una continuación de la historia. Pero en otro libro.

La corona del Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora