Campana de plata.

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Advertencia: Muy dulce, drama, celos, berrinches, chantaje. Preocupación. Jajaja :v palabras claves. Lo siento por no actualizar antes.

—¿Y qué tal si luego tomamos el té solos?—ofreció divertido él de cabello castaño.

—Con gusto mi...

—¿Yo puedo ir?—él de cabello rubio y truenos en las mejillas se deslizó a la plática con ímpetu.

Pero Tom no le hizo mucho caso. Se perdió en esos ojos cafés que le miraban con amor, anhelo necesidad. Sus labios rojos parecían tan suaves como la primera vez que se negaron a aceptar todo lo que sucedía. El arco de cupido parecía hacer que se ahogara al verlo moverse.
Siempre se vió tan bien con ese porte tan serio, tan brillante. Pero lo que amaba más que nada en la vida era esa sonrisa que aparecía en sus labios, esa mirada de amor eterno que se reflejaba en los ojos cafés mientras le miraba sin que se diera cuenta y que nunca desaparecía cuando al fin lo hacía.

—Somos mundos paralelos que han chocado y se juraron amor eterno con el tiempo todo se llega a mezclar como  el tiempo y los meses—murmuro dulcemente mirando a Marco con todo el amor que no había podido darle.

Tomo su mano besando apenas los nudillos y el torso de esta. Le encantaba verlo sin tener que recurrir a las viejas fotos que guardaba en ese tonto álbum de fotos terrícola que compraron alguna vez al ir a la tierra.

—Nuestro destino fue como mariposas que siempre se rozan—murmuro Tom ignorando al rubio a propósito—pero que nunca se chocan. El reloj nunca cambio de sentido—pudo sonreír cuando él castaño apretó su mano sin querer apartarse.

Marco se rió por lo bajo acariciando suavemente su mejilla. Tenía mucho tiempo sin ese tipo de intimidad. Sin poder tocarse o susurrar cosas que comenzaban a ser no más que el mero recuerdo de algo precioso. Porque lo había extrañado, aunque no estuviera consciente en ese momento.

—¿Y te volviste a casar?—cuestiono bajito, esperando que nadie les mirará.

—Entonces—Comet estalló haciendo que los dos hombres se soltaran nerviosos e incómodos—¿Puedo ir a tomar el té con ustedes?

—Hmm, claro—Tom hizo una mueca intentando no ser demasiado rudo con el chiquillo.

—No—Marco negó mirando a la primera pareja que tomaba posición de baile—Comet debes quedarte con tu familia, cumplir tus obligaciones.

Él de cabello rubio y ojos azules frunció el ceño pensativo. Sus labios se torcieron en una mueca de disgusto. Mientras que se cruzaba de brazos demostrando su punto. Pero Marco no le miraba, solo sonreía buscando sostener la mano de Tom de nuevo, mientras miraba el baile tomar lugar con calma. No parecía ni un poco interesado en que había herido sus sentimientos. No parecía importar nada más, los dos orbitan a su alrededor como imanes. Con si la sonrisa del otro fuera la razón de ser. Ambos se colgaban estrellas mutuamente.

—Recuerda que estás aquí por mí—soltó cuadrando los hombros y mirando al frente—que fui quién convenció a mi madre de un juicio justo.

Él castaño admiro la voz recta, la falta de tartamudeo y la forma en que quería chantajearlo. Pero era mayor, no estaba para cumplir un capricho infantil. Solo quería recuperar los años pasados con su esposo y su hijo. Que parecía atraído hacia un miembro de la familia en especial.

—No estoy para chantajes o amenazas, Comet—advirtió.

—Entonces déjame ir al té contigo—respondió sin mirarle.

Solo concentrado en ver la competencia de miradas que su hermano estaba sosteniendo con Mateo Lucitor. A Snow parecían brillarle los ojos con emoción y su sonrisa parecía alegre aunque intentará ocultarla bajo una mueca de asco. Sí su hermano se estaba rindiendo, él no lo haría. No podía simplemente dejar que alguien más tomara lo que quería, a la persona que había conocido debajo de todas esas tontas historias de terror. Dónde asesinaba despiadamente o se unía a los monstruos para poder destruir Mewni.
Todos lo subestimaban, no creían que fuera bueno en magia, no podía ser lo suficiente como ligarse en política, tampoco era bueno para hacer su propia canción sin la supervisión de su madre. Se sentía tan aplastado, como una inocente mariposa. Pero ya no, sería el próximo heredero, subestimado o no. Ya no podía dejar su felicidad de lado por la de alguien más.

—No, no irás—aseguro—no voy a tolerar está falta de respeto. Mucho menos que intentes mandar sobre mi voluntad, heredero o no. Usted no puede decidir por mí.

—¡Sí puedo!—exclamo en el momento que él chico de cabello blanco acepto el baile con el pelirrojo.

—¿Qué está pasando ahí?—la voz siseada y peligrosamente baja de Star hizo que todos los gobernantes observarán la escena.

—¿Cómo puedes estar interesado en él?—señalo él chico despectivo—es simplemente monstruoso.

Marco abrió los ojos con sorpresa, se levantó de la silla hecho una furia. Sus ojos antes expresivos mostraban un odio enorme. Una ansiedad por demostrar que no era así. Tom era perfecto, había estado cuando nadie más parecía querer quedarse a su lado. Cuando su magia cambio tanto que le era imposible reconocerse.
Estuvo cuando su madre murió, cuando Eclipsa era demasiado joven para subir al trono, le sostuvo mientras gritaba entre pesadillas. Consoló su corazón roto cuando Justin murió, especialmente cuando él futuro esposo de su hermana parecía ser él culpable.
Tom era magnífico. No podía negar que era enojón y mal encarado. Pero resultaba ser tan dulce en el fondo.
Fue quien sostuvo a su hijo con la delicadeza más profunda, con el amor más grande y la necesidad tan infinita de darle todo lo que nunca pudo imaginar en el mundo.

—Retira eso—intento no pensar en usar magia, pero es que sentía que no sería suficiente—. Tu madre es mitad monstruo, la mitad de la descendencia lo es.

—No es porque lo sea o no—expreso—es que te gusta. Está casado y simplemente te dejas tratar como si no valiera la pena ganarte o tener algo mejor que esto.

Tom miró con seriedad inaudita. Con una sonrisa divertida formándose en sus labios. Y con ganas de llamar idiota al niño de mejillas de relámpago. Entonces solo jalo a Marco para que se sentará. Sabía que le había dolido esas palabras exactas, porque al parecer nadie sabía que estaban cansados.
Todos murmuraban sobre el escándalo, de que tan infame resultaba él rey del Inframundo por engañar a su esposa.

—Esta casado conmigo—expresó dejando a todos callados, la música se detuvo al igual que los bailarines—Marco Butterfly es mi esposo. Siempre lo ha sido, desde antes de ser condenado de manera injusta.

Y el ruido se reanudo. Eran susurros, pequeños gemidos de sorpresa. Mezclados con lo que parecía ser incredulidad.

—Imposible, no sale nada en los registros.

—él castaño ladeó la cabeza con curiosidad—¿No sale?—miró a Tom en busca de alguna respuesta exacta—¿Y nuestro hijo? Tom, ¿Dónde está? ¿Está bien?

Actualización he estado en ordinarios. Sorry. Por cierto ando dibujando los tapices de Marco. Espero poder subirlos luego, será a lápiz porque no soy bueno en digital. Sorry not sorry.

La corona del Rey.Where stories live. Discover now