El rescate

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Prácticamente acababa de amanecer y ninguno de ellos quería estar allí. Lo más difícil había sido conseguir despertar a Miriam y no morir en el intento, pero lo habían conseguido. Además ni siquiera les había dado un solo golpe. Eso debía contar como un triunfo.

Por mucho que Raoul se hubiera empeñado en que lo primero que debían hacer era encontrar una zona débil de la prisión, nadie le había hecho caso y Mireya había hecho imponer su idea de ir a visitar a Alfred por la mañana, ya que, gracias a que ciertos guardias le debían favores –nadie había preguntado por qué eso era así- sabía que el juicio del chico sería a medio día y que después lo iban a volver a dejar en la celda. Era por eso que, con muy buen criterio, había pensado que lo mejor sería ver la zona, pensar la estrategia, acudir al juicio para ver qué pasaba y, después, una vez el moreno volviera a estar en la prisión, organizar su rescate.

Ese era el motivo de que estuvieran mirando por los barrotes de cada celda intentando encontrar a su compañero pero, por el momento, no habían tenido nada de suerte.

-¿Alguien lo ha visto?

-Yo no.

-No.

-Por aquí tampoco lo hemos encontrado.

-Donde cojones estará este niño.

O bien se habían equivocado de día y el juicio ya había pasado y todo, o bien no estaban buscando con muchas ganas. A su favor había que decir que aún estaba bastante oscuro y que era difícil distinguir quien había dentro de las celdas.

-Vale, adiós a la precaución –sentenció Miriam cansada de seguir paseándose por ahí en vez de estar en su cama- Llamadle a ver si alguien nos contesta y nos dice dónde está.

Todos asintieron y volvieron a las celdas que habían estado mirando.

-¡Alfred!

-Joder, Mireya –protestó Raoul- No hace falta que grites tan fuerte, que queremos despertarle a él, no a Miriam.

-Muy graciosas putas del demonio.

-Hola, ¿Alfred? –Agoney iba golpeando los barrotes de la ventana tratando de llamar la atención de cualquiera de los que estaba allí- Creo que por aquí no está.

Miriam resopló y golpeó con fuerza una pared.

-¡Alfred García! ¡Más te vale asomarte ahora mismo! ¡No me he despertado a estas horas para que tú nos ignores!

-Me cago en todo -se oyó a una chica desde el otro lado- Alfred, te llaman.

El chico soltó un gruñido y se dio la vuelta para que lo dejaran en paz. La chica alargó el brazo y le dio una colleja.

-¡Ay!

-Por tu culpa me he despertado. Ve a hablar con quién sea antes de que me levante y le dé un guantazo.

A duras penas el moreno se incorporó y parpadeó varias veces para acostumbrarse a la luz que entraba. Vio que Mimi se había vuelto a tumbar pero estaba seguro de que no dormía. Quién sí que estaba durmiendo a pierna suelta era Ricky, que parecía no estar enterándose de nada, y eso que Mimi había tenido que saltarlo para poder alcanzar la cabeza de Alfred. ¿Cómo era posible que no se hubiera despertado? Misterios de la vida.

-¡Asómate ya, cojones!

Reconoció la voz de Miriam y se puso de pie de golpe. No quería enfadar a la chica así que se apresuró a acercarse a la pequeña ventana que tenían en la celda.

Con las manos vacías por culpa de AlfredWhere stories live. Discover now