El dúo dinámico vuelve a las andadas

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Por suerte para ellos en cuanto se alejaron de aquella cala todo volvió a la normalidad, a toda la normalidad que podía volver una travesía con el objetivo de destruir a Tinte, por supuesto. Y con Alfred a bordo, que era otro detalle importante.

No volvieron a mencionar el pequeño episodio de Ricky, por lo menos no en público ya que gracias a eso Mimi había conseguido mucho material que usar a su favor, y continuaron como si no hubiese pasado nada hacía escasos minutos, algo que, aunque pareciera que no, Ricky agradeció bastante.

-Perfecto, ahora solo nos falta conseguir dos cosas, una tortuga y dinero suficiente como para que la rata de Tinte se quede embobado y nos deje tranquilos.

-¿Dónde podemos encontrar tortugas? –preguntó Nerea.

-No lo sé.

-Pues la verdad es que no tengo ni la más mínima idea.

-Esto... chicos –intentó interrumpir Amaia.

-No se me ocurre ningún sitio.

-A mí tampoco.

-Chicos –volvió a intentarlo la joven.

-Amaia no interrumpas ahora, por favor.

-Pero es que...

-Bueno, a ver si ahora lo más complicado va a ser encontrar a las malditas tortugas –resopló Ricky.

-¡CHICOS! –gritó Amaia, cansada de que no le prestaran nada de atención cuando iba a hablar de algo muy importante.

-A ver Amaia, ¿qué pasa ahora? –dijo Raoul, porque era consciente de que si no le hacían caso iba a seguir interrumpiendo su conversación.

-Que no hace falta que busquemos una tortuga, mirad –señaló hacia la puerta y todos se quedaron con la boca abierta.

Efectivamente, justo en el sitio hacia el que Amaia señalaba se encontraba una tortuga. Por supuesto no estaba sola por ahí, campando a sus anchas en el barco, no, estaba en los brazos de Alfred.

¿Cómo había llegado ahí la tortuga? ¿Cómo era posible que, sin decir nada, Alfred hubiera conseguido hacerse con el animal después de que nadie de los allí presentes fuera capaz siquiera de pensar en cómo hacerse con el animal? Eran dos preguntas muy interesantes que sin duda deberían hacer pero, claro, nadie se atrevía a preguntarle a Alfred como se había hecho con esa tortuga porque no estaban seguros de querer escuchar toda su explicación. También era, en parte, porque no sabían exactamente si iba a ser tan extraña como las historias que siempre contaba.

-Bueno, pues... entonces ya no tenemos que preocuparnos por la tortuga –dijo Miriam mientras Alfred simplemente sonreía.

-Centrémonos en el dinero, entonces.

-Creo que eso tiene que ser cosa nuestra –sonrió Mimi pasando el brazo por los hombros de Ricky- Teniendo a dos ladrones profesionales aquí con vosotros, sería muy estúpido no usarlos.

-Créeme, estúpido es el lema de este barco, así que no los tientes –murmuró Nerea.

-No sé por qué no lo había pensado antes –dijo Raoul mirando a los ladrones- tenéis toda la razón, este tema es todo vuestro y nadie más debería intervenir. En el próximo puerto que paremos tendréis la oportunidad de hacer lo que sea que queráis hacer.

Los dos amigos se miraron y sonrieron tras escuchar eso. Era una alegría para ellos poder volver a hacer lo que les gustaba y se les daba bien. Sí, quizá no habría que alegrarse por ser capaces de robar o por disfrutarlo, pero a ver, estaban en un barco pirata, ahí todo debía estar permitido. Especialmente celebrar ser hábil en lo que a actividades ilegales se refería.

Con las manos vacías por culpa de AlfredWhere stories live. Discover now