Capítulo 1

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27 de febrero de 1962.

Adler y Emma Wassmut, una pareja recién casada de la ciudad de Bonn, Alemania, fueron citados a una pequeña parroquia situada a las afueras de la ciudad. Quien los citó fue nada más y nada menos que el viejo párroco encargado del local religioso.
Era de muy avanzada edad, padecía una enfermedad crónica desde hace años y en ese momento se encontraba ya en su lecho de muerte.
Este anciano logró contactar a la joven pareja a través de su hermano menor, quien los consideraba como amigos de confianza.

—Muchachos, ustedes son muy jóvenes, pero mi hermano me ha dicho que son personas de fe.

—Su hermano está en lo correcto, señor —respondió Adler con actitud respetuosa, a lo que su esposa, Emma, asintió.

El enfermo anciano se intentó erguir, pero su endeble estado físico se lo dificultaba. Al notar el exagerado esfuerzo y las muecas de dolor del anciano Adler no dudó en ayudarlo. Una vez apoyado en el respaldo de la cama el anciano elevó la mano derecha y señaló una llave colgada de un clavo en la pared, hizo señas para que la traiga a lo cual Adler obedeció.

—Muchacho, la flama de la juventud brilla en tus ojos, tengo una tarea que entregarte. Dios te ha elegido...

—Señor ¿Qué tarea debo cumplir?

—Sal de esta habitación, dirígete a la parroquia, entra, sube al... Al altar y verás una pintura —el anciano hablaba con dificultad y se quedaba sin aire muy pronto, por lo tanto hacía una pausa, inhalaba y proseguía—. Una pintura del Divino Niño Jesús, bájala al piso porque detrás... Detrás de ella hay algo... Ve, ve, allá sabrás que hacer y... Y no pierdas la llave —finalizó.

Adler era un joven de corazón amable y rostro brillante, alto, piel pálida, de cabellos rubios y fuerte físicamente. Conocido por ser trabajador y honrado. Hasta hace poco se había casado con Emma, a quien conocía desde niña en épocas de escuela.

Emma era alta de igual manera, Adler solo le quitaba unos escasos centímetros de diferencia. A simple vista femenina y delicada, cabello castaño claro, esmeraldas brillantes en los ojos, de rostro frío e inexpresivo pero con un corazón noble y compasivo.

Adler hizo exactamente como le había señalado el anciano, tras entrar a la parroquia, subir al altar y revisar tras el cuadro representativo del Divino Niño Jesús notó que la pared tenía una textura distinta. Tras palparla notó que no era más que tela gruesa similar al papel tapiz que recubría el resto de las paredes.

Rasgó y estiró de ella con sus uñas y dedos hasta que logró ver lo que el anciano quería que encuentre. Una caja con cerradura antigua. Inmediatamente tomó la llave de su bolsillo y abrió la caja, dentro de ella encontró un libro antiguo pero muy bien conservado más allá del polvo y las telarañas que lo cubrían.

Lo tomó y regresó a la habitación donde estaba el anciano junto con Emma, quien lo estaba atendiendo.

—¿Es este libro, señor?

—Sí.

—¿De qué se trata? ¿Por qué la guarda con tanto celo?

—Este libro contiene el secreto de la... De la vida eterna. Si lo logras entender, porque tiene muchos secretos y enigmas. Este libro es... ¡Es un regalo de Dios! —exclamó el viejo con una sorpresiva fuerza considerando la dificultad con la que solía hablar.

—Señor, no logro entender nada —respondió Adler mientras ojeaba el libro—. ¿Es otro idioma? Nunca había leído nada similar...

—Está en latín, es una copia fiel... Una copia fiel del libro original escrito por el propio San Cosme en... Alrededor del año 300. Esta copia fue... Fue copiada palabra por palabra con... Con la tinta de la pluma del mismísimo padre Canne Hols, en esta misma parroquia, hace casi 500 años... Con el fin de preservar sus santos conocimientos.

—Señor, si usted desea lo puedo traducir a nuestro idioma con un lingüista que conozc...

—¡No! —interrumpió el anciano, y aclaró—. Escúchame hijo, no. Las palabras de San Cosme son sa... Sagradas, no deben ser tocadas, alteradas ni tergiversadas por... Por manos humanas.

—¿Entonces qué haré con este libro? —replicó sumamente confundido Adler.

—Aprende latín, este libro contiene secretos más allá de la comprensión humana, anoche... Anoche tuve una revelación en sueños, Dios envió un ángel y este me habló.

—¿Cómo fue aquel sueño, señor?

—Fui llevado al cielo por unos instantes, junto a San Cosme y Damián, me llevaron junto a un ángel, este se acercó y se puso de pie... De pie frente a mí. Detrás suyo comenzó a salir el Sol, una voz poderosa y sobrecogedora se comenzó a oír... Fuerte como truenos. Era Dios, me dijo que... Que el momento había llegado, que el mundo debe conocer la verdad, pero... Pero no todo el mundo, solo los que lo merezcan, los buenos, los nobles. Me dijo que se debe predicar la verdad... Se debe predicar la palabra del Libro de San Cosme, porque la Biblia... ¡La Biblia está mal! La han tocado manos impuras, desde el Vaticano hasta los Protestantes, todos... Todos ellos con cada traducción y "actualización" le cambiaron el mensaje. Han cogido a la Biblia como su prostituta cambiando el mensaje a como más les convenga... ¡El Libro de San Cosme ha permanecido intacto en nuestra parroquia desde que fue escrito hasta ahora! Gracias al cielo el Vaticano lo rechazó y no lo incluyó entre sus libros sagrados... Sino, hoy sería una vil basura como el resto.

—Señor, todo lo que usted me está diciendo es...

—¡Nada más que verdades! —exclamó el anciano abriendo los ojos hasta su límite y apretando entre sus manos el hombro de Adler—. Tú y tu esposa son los elegidos, yo los elegí porque es obvio que ni siquiera tengo fuerzas para vivir. Ustedes son los fieles servidores de Dios... A los cuales les será entregada la misión de predicar su palabra.

—¿Cree que podamos cargar con semejante responsabilidad? —preguntó Adler mientras desviaba la mirada desalentado.

—Claro que sí, hijo. Mi tiempo en este mundo se ha cumplido, lo dejo todo en sus manos.

—¡Somos muy jóvenes para lograr todo lo que nos pide! —exclamó al borde del llanto Emma, quien hasta el momento no había sido más que una respetuosa espectadora de la escena—. Hay gente más capacitada, y todo esto es muy confuso... ¿Qué sucederá si no logramos cumplir con la misión?

—Ustedes no deben preocuparse, den lo máximo de ustedes, sean inteligentes en sus acciones, háganlo en silencio y Dios los bendecirá... Toda su obra será multiplicada por mil, es la voluntad de Jehová Dios.

La pareja Wassmut se miró mutuamente, ambos provenían de familias muy religiosas, sentían el ferviente deseo natural de servir a Dios fielmente inculcado por sus padres, y en ese momento sentían que su servicio podría ser especialmente útil. Sin dudar por un momento más aceptaron.

El anciano tomó el crucifijo -que venía escondido dentro del lomo del libro para la sorpresa de Adler-, lo oprimió contra su pecho y pronunció sus últimas palabras:

—Se ha hecho... —y murió.

Helenaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن