3. La friki en el camino

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La friki en el camino

No volvimos a hablar con Nora y aunque yo hubiese querido quedarme en casa por las noches, para no llamar la atención porque al parecer algunas de mis presas sí habían muerto pasadas las horas —tema porque el cuál sí no sentía culpa alguna—, no po...

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No volvimos a hablar con Nora y aunque yo hubiese querido quedarme en casa por las noches, para no llamar la atención porque al parecer algunas de mis presas sí habían muerto pasadas las horas —tema porque el cuál sí no sentía culpa alguna—, no podía hacerlo.

Necesitaba la energía, necesitaba la vida y si, además, contribuía a la sociedad para limpiar la calle de enfermos y lacras despreciables, mejor. Nora no tenía forma de detenerme, ni de atraparme ni de asegurar con certeza que se trataba de mí.

Así que la relación fue tensa. A ella obviamente no le agradaba Caroline, por todo lo que había dicho, y obviamente no le gustaba yo, porque cada tanto me dirigía miradas extrañas y fijas en los recreos. Y a mi ella no me agradaba tampoco, casi tanto como a Cinthia, porque mientras más pasaban los días, Nora se las arreglaba para acercase más y más a Luca y a Alan. Ellos parecían divertidos y hasta enternecidos con la chica nueva. Si ella había seguido hablando sobre vampiros y cosas frikis del inframundo, pues lo estaban ignorando muy bien.

Rompí un lápiz con la mano frente a una de mis amigas en el momento en que, en el segundo recreo después de diez días de esa linda y amistosa charla, Nora se aferró al brazo de Luca, riendo. Y él no la rechazó. Bien, oficialmente, era "vampiro raro" contra "loca falsa". Porque, para mí, eso era la guerra y Nora era más falsa que el anillo de plata que Caroline siempre decía que era real. Ella estaba fingiendo.

—Wow —dijo Edén, alejándose un par de centímetros de mi, al ver mi fuerza—. ¿Cómo hiciste eso?

—Cuando ves cosas como esas —dije, señalando con una parte del lápiz roto lo que me provocaba ira—, te sale el monstruo de adentro. Ella quiere guerra.

—Ni siquiera sabe que están en guerra —replicó Edén, haciendo un gesto de obviedad con las manos—. Ahora vuelves a estar como Cinthia. O más como la Serena de antes.

Ladeé la cabeza hacia ella y le puse los trozos de lápiz en las manos abiertas, antes de que yo lo hiciera trizas.

—Ni por casualidad. Ya no soy como Cinthia.

—No estoy viendo diferencia alguna en eso. Te gusta y no se lo dices. Si te molesta que Norita, la frikeadita, le ande arrastrando el ala a Luca, ve a hacer tu movida.

—¿La del vampiro? —ironicé—. Ed, todavía tengo decencia.

—¿Decencia? —se rio ella—. Van tres años y aún no tienes una conversación directa con él. ¡Y lo del otro día no cuenta! Porque estábamos en grupo.

—¡Es que tengo muchas cosas en las que concentrarme como para ponerme a...!

Ma callé. Eran puras excusas sí, pero tampoco podía explicarle porqué no quería acercarme tanto a Luca cuando no estaba bien alimentada.

—Pamplinas.

—Es que no puedo ahora.

—Oye, después no te quejes, eh.

Suspiros Robados (Libro 1) [Disponible en librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora