15. Todo fue historia

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Todo fue historia

Nora empezó a decir más cosas sobre mi mientras yo retenía los deseos de asesinarla

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Nora empezó a decir más cosas sobre mi mientras yo retenía los deseos de asesinarla. Dijo que la choqué en un pasillo, que le había apretado un brazo, que no había podido tolerar que ella se hiciera amiga de Luca y que estaba tan celosa que había querido patearla.

Me quedé en silencio, viendo su cinismo en primera fila, mientras la docente esperaba que dijese algo para defenderme. También dijo que todos mis malestares y ataques de llanto habían sido fingidos y que si me ponía a llorar ahora no era más que otro truco.

Inspiré profundamente y me dije que, si yo le gruñía, se escucharía en toda la sala. Otra profesora entró y la directora le pidió que fuese a buscar a la maestra de Gimnasia, a la profesora Hart. En cuando quedamos solas otra vez, la mujer se giró hacia mi y me preguntó si era cierto.

—No puedo decir que ella me cae bien, pero jamás lastimaría a alguien porque me caiga mal —retruqué, voz baja.

—Sí, claro —ironizó Nora, de la nada arremangándose el suéter del uniforme. La miré, absorta, hasta que reveló un moretón en su antebrazo que me dio miedo. No por ella, si no por lo que estaba a punto de sugerir—. Esto me lo hizo lunes. Así de fuerte me apretó, ¡está loca!

Me puse de pie.

—¡Yo no te hice eso! Deja de mentir, ¿por qué demonios están tan empecinada en hacerme la vida imposible? —grité, fuera de mí misma. Estaba tan histérica que me tembló la voz y para la directora eso fue alguna posible señal de que yo mentía.

En seguida, ella también se puso de pie y se inclinó hacia mí.

—Serena, ¿tú hiciste eso?

Su duda me dio un vuelco en el estómago. Le estaba creyendo. Ella estaba siendo tan pero tan buena en su treta que la mujer que había estado de mi lado ahora dudaba de mí. Pensaba que tenía las maneras perfectas de ganarle a Nora, pero la duda en la profesora, el ver cómo Norita seguía manipulando todo a su antojo, me hizo flaquear. ¿Y si uno de los trucos de Nora era embrujar a la profesora? Yo no podía hacer nada contra eso; ella podría hacerle creer más cosas, cualquiera. Podía seguir apareciendo con moretones los próximos días y atribuírmelos sin problemas.

Titubeé y la bronca me superó. Me puse a llorar, aún sabiendo lo que Nora iba a decir. Me tapé la cara con las manos tratando de contenerlo, pero no funcionó.

—¿Lo ve? Lo único que sabe hacer es llorar y manipular a todos. Así de triste es su vida —gaznó.

Eso me hizo explotar. Ella no tenía ni idea de lo que había sido mi vida; podía saber que había muerto, que no era humana, pero no podía ni imaginar por lo que había pasado. No tenía derecho a arruinármela.

—¡Tu no tienes ni idea de lo que es mi vida! —chillé—. ¡No tienes ni idea de lo que tuve que pasar! Y si supieras, no estarías ahí abriendo la boca, inventado cosas y llenando a todos de mentiras en mi contra. Si supieras lo que me pasó y como me sentí, estarías vomitando —exclamé, hasta quedarme afónica.

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