32. Planes

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Planes

Volví a casa definitivamente después de eso

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Volví a casa definitivamente después de eso. Mamá dijo que no quería que estuviese vagando por ahí cuando un loco quería matarme y, cuando papá llegó a casa, él también me pidió que me quedara, que harían todo lo posible para ayudarme a salir adelante. Les recalqué, por las dudas, que no pensaba seguir con tratamiento psicológico y ambos me aseguraron que me creían, que me apoyarían.

Con esa tranquilidad, con la seguridad de mi familia otra vez, y después de bañarme y ponerme ropa limpia y seca, hablé con Luca sobre lo sucedido y también con Edén y Nora.

Esta última me dijo que dudaba que él fuese a acercarse pronto al ver lo que yo podía hacer y también se mostró muy interesada en la conversación que tuvimos.

—Sí está haciendo un círculo —le aseguré, por mensaje de voz—. Me nombró como la número cinco. No pudo fingir que no había matado a Penélope también.

«¿Le hiciste daño también? Porque me gustaría ver su sangre» —dijo Nora.

Hice una mueca antes de apretar el botón para grabar el audio.

—¿Su sangre? ¿Qué cosas de brujas extrañas harás?

Su respuesta no tardó en llegar y ella estaba muy pero muy paciente conmigo. Supuse que, por su tono, estaba bastante comprensiva después de que quisieran matarme otra vez. Además, se notaba que la idea de que lo hubiese lastimado le agradaba por razones obvias.

«Algo parecido a lo que va a hacer él. Pero con su sangre, puedo saber más. Quizás hasta dónde está».

No sabía si eso debía interesarme o no, pero por las dudas no seguí preguntando y me aseguré de revisar bien la lapicera y envolverla en un papel. Por supuesto, todavía tenía sangre y si ella la necesitaba, se la darían sin dramas.

Antes de la cena, le avisé a mis padres que iría a buscar mis cosas a la casa de Luc y que viajaría por los techos, lejos del alcance de los asesinos, por lo que tuvieron que quedarse callados y aceptarlo. Apenas llegué a la casa de mi novio, vi que tenía la ventana abierta, esperándome.

—¿Irás a la casa de Edén hoy? —me preguntó, cuando entré.

Me eché a sus brazos y lo abracé fuerte. Después de pasar tantos días con él, estar lejos por unas horas me parecía una eternidad. Además, pasó tanto en ese pequeño lapso que terminé extrañándolo el doble.

—Sí —respondí, mientras él me apretaba con fuerza también—. No creo que se acerque hoy a lo de ella, pero... Nora estuvo cuidándola todo el día y ahora me toca a mí.

—No deberías haber estado sola —me susurró, apoyando el mentón en mi hombro. No me soltó ni un poco.

—Él solamente iba a abordarme cuando estuviese sola —le recordé, con tranquilidad—. Pero no tenía miedo, descuida.

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