Capítulo 6

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Mi cuerpo temblaba entero. ¿Era la adrenalina de la discusión o del beso? ¿O era la adrenalina de la discusión lo que había llevado al beso? No lo sabía. No podía entenderlo. Comencé a caminar apresuradamente, dejándolo atrás, sin darme vuelta ni una sola vez para saber qué era de él. Sólo me alejé, lo más rápido que pude.

Durante el trayecto reviví rápidamente todo lo que había pasado, tratando de encontrarle una explicación. ¿Es que acaso todo el asunto de no querer que me involucre con Tim era simplemente una escena de celos? ¿O era ese beso la reacción momentánea a la excitación que le produjo la discusión? El corazón me golpeaba frenéticamente y pensé que me iba a estallar. No encontraba una respuesta certera, sino que encontraba miles de suposiciones juntas, que se agolpaban en mi cabeza y se mezclaban entre sí.

Cuando salí del barullo de mis propios pensamientos, me di cuenta que estaba frente al bar. Tim estaba afuera, fumando tranquilamente, sentado sobre un banco en la acera.

-¡Hey! Llegaste -se levantó y me abrazó -Te ves rara, ¿estás bien?

-Si, gracias, sólo caminé muy rápido y estoy agitada -asentí con la cabeza, sonriendo, y dejé que me abrazara.

Arrojó su cigarrillo al piso y lo apagó bajo su zapatilla antes de entrar, llevándome entusiasmado hacia el interior ruidoso y apenas iluminado mientras me rodeaba con un brazo.

Mi cabeza no se relajó, y mi cuerpo seguía vibrando. Sentía la mezcla de impotencia y excitación. ¿Excitación? Ni siquiera pensé que Edward me atraía, ni siquiera me había llegado a plantear si me gustaba. Pero aparentemente mi cuerpo pensaba diferente a mi cabeza, e iba más adelantado. Rebobinaba una y otra vez mi reacción, sin poder creer mi instinto de invadir su boca desesperadamente, de apretarlo junto a mí cuanto podía. Era mi jefe. Era odioso. Pero recordaba la sensación de su lengua revolviéndose con la mía, de su cuerpo presionando contra el mío, de sus manos reclamándome como si fuera la única oportunidad que tuvieran de hacerlo, y volvía a tener las mismas sensaciones que en ese momento; mi estómago cosquilleando, mi piel caliente, mi corazón galopando en el pecho.

Agradecí para mis adentros que fuera viernes, y tener dos días completos para no verlo. ¿Cómo iba a enfrentarlo el lunes? Quizás podría fingir que nada pasó... Quizás él estuviera pensando lo mismo, y podríamos así ahorrarnos las incomodidades. ¿Y que hay con su regla de que no se permite nigún tipo de flirteo entre los empleados? ¿Qué era todo eso? ¿Era porque estaba tratando de alejarme de Tim, o porque realmente era así? ¡Ay! La cabeza ya estaba empezando a dolerme con la cantidad de suposiciones y sensaciones cruzadas que estaba tratando de procesar segundo a segundo, y que se fundían con el ruido y la música del bar. Necesitaba hablar con Lucy, mi mejor amiga, y contarle todo lo que había pasado. Ella sabría aconsejarme bien.

-Te ves distraída, ¿en serio estás bien? -me dijo Tim, gritando por sobre la música.

-Estoy bien, gracias. Sólo un poco cansada, ¡tuve un día difícil!

-¿Tu jefe molestándote nuevamente?

-Un poco -le contesté mientras las imágenes volvían a pasar como una película frente a mis ojos. Hundí mi cara en el gran vaso de cerveza helada mientras lo miraba.

-Sí que te conseguiste el peor de todos -me dijo Rob, otro de los periodistas, que estaba escuchando nuestra pequeña charla al otro lado de la mesa- El tipo es francamente repulsivo.

-Oh... no se si es para tanto. Creo que hay que saber tratarlo -le dije, y me sorprendí tratando de defenderlo. ¿Era eso lo que estaba haciendo, defendiéndolo?

-Ciertamente nadie supo hacer eso. Nadie duró demasiado como para intentar comprenderlo. De hecho, hay apuestas en la mesa, pero eso es secreto...

-¿Apuestas? -dije, interrumpiéndolo, dejando el vaso a medio camino de la mesa.

-No les hagas caso -me tranquilizó Tim- está bromeando. Créeme que lo que sea que estés haciendo, está bien. Hemos visto escenas escabrosas en las primeras semanas de trabajo.

-Si superas los dos primeros meses, creo que estarás en la empresa para siempre -volvió a acotar Rob, riéndose. Y en ese momento supuse que su risa era un reflejo de su estado etílico.

-¿Nadie estuvo más de dos meses? ¿Escenas escabrosas? Ahora si estoy asustada -dije, volviéndome hacia Tim.

-Si. Digamos que le gusta gritarle a la gente para hacerse oír, aparentemente. Y eso no es algo que ningún empleado se lo tome muy bien. Creo que incluso ha recibido algunas cartas documento de parte de ellos. Así que eso, sumado a su destrato y su mal humor, hace que nadie dure demasiado en el puesto. Todavía no te ha gritado ha ti, y ya ha pasado todo un mes; eso es un gran avance.

-¿Eso me hace especial? -me reí. Por fin me reía.

-Thomas estaba anteriormente en otra área del diario. Tenía un puesto gerencial bastante importante. Tuvo algunos problemas que hicieron que terminara como jefe de fotografía. No es un mal puesto, todo lo contrario. Pero si eras uno de los gerentes del periódico y luego pasas a ocupar una pequeña oficina en un rincón... supongo que eso hace que quiera desquitarse con cuanto ser humano pasa por su lado. Y ahora la que está a su lado eres tú.

-Y ahora lo estás defendiendo...

-No, simplemente tengo mucha fe en ti, sé que puedes con él -me dijo riéndose, y me rodeó con un brazo, apretándome contra su costado.

...

Tim se había ofrecido a acompañarme hasta mi casa, pero lo mejor era que no lo haga. No sólo para no alentar su interés hacia mí (que, por más que yo misma me lo negara, lo tenía) sino para poder pensar mientras caminaba.

Llegué más tranquila, aunque todavía algo turbada por los acontecimientos. No era algo menor, y mi mente, adicta a pensar y repensar todo, se estaba dando un festín. El por qué de su reacción, el por qué de la mía. ¿Cómo iba a enfrentarlo el lunes? ¿Qué pasaba si decidía echarme? La ira se mezclaba en mi pecho con la excitación que me producía volver a recordar sus labios y sus manos en mi cuerpo. ¡Dios mío! Tenía que tranquilizarme.

Me metí bajo la ducha, dejando que el agua caliente corra por mi nuca. Escuché el teléfono a lo lejos sonar con un mensaje. No me importó. Seguramente era de Tim, para comprobar que había llegado sana y salva.

Salí envuelta en una toalla, sacudiéndome el pelo. Rebusqué mi Ipod en el bolso, y lo conecté a los parlantes sobre la cómoda de mi habitación. La música empezó a sonar suavemente mientras elegía mi ropa interior, y tomando el teléfono entre mis manos, me tiré en la cama. La pantalla titilaba con tres mensajes.

Mamá: sabías que no se absolutamente nada de mi hija desde hace cuatro días? Llámame! Quiero saber como sigue tu nuevo trabajo. Te quiero!

Le contesté rápidamente que mañana iba a llamarla para contarle y que también la quería, y pasé al siguiente.

Lucy: hey! salimos mañana? Espero que no tengas que trabajar para el esclavista de tu jefe, porque iré a golpearlo yo misma.

Lucy era mi mejor amiga, y se sumaba a la lista de gente que quería golpear a Edward, aún sin conocerlo. Me reí y tecleé, preguntándole si le gustaría ir al cine. Nunca me habían gustado mucho las discotecas, y siempre que Lucy sugería salir, implicaba alguna de las discos de moda, llenas de gente y música infernal. Prefería evitarlo. Pasé al último mensaje.

Edward Thomas: Hola.

Te odiaré quizás mañanaWhere stories live. Discover now