Capítulo 14

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Se levantó de la cama, desnudo, y se acercó a un mueble bajo contra una de las paredes de ladrillo naranja. Prendió un equipo de sonido y una música suave comenzó a sonar por todo el loft. La voz de una mujer cantaba prácticamente en un susurro.

..."It's gonna be you, and me.

It's gonna be everything you've ever dreamed.

It's gonna be who and me.

It's gonna be everything and everything, we're meant to be"...

Acostada boca abajo, sin nada que cubriera mi cuerpo más allá de la fina sábana naranja por debajo de mis caderas, metí mis brazos por debajo de la almohada y lo miré, estirándome suavemente sobre el colchón. Su figura imponente y desnuda se recortaba contra el ventanal, contorneada por las tenues luces que provenían de la calle. Caminó a la cocina, abrió la heladera y la fría luz lo iluminó de frente. Por Dios. Hundí mi cabeza en la almohada para contener el gemido de placer que se mezclaba con mi sonrisa estúpida de satisfacción. Nunca había estado con un hombre tan hermoso. Era agobiante. Grité para mí misma, sofocando el grito en la almohada, hasta que escuché la heladera cerrarse y sus pasos secos sobre el piso  acercarse hasta la cama.

Se arrojó sobre ella, haciéndome prácticamente saltar sobre el colchón, pero seguí con mi cara en la almohada, sin moverme. Rodeó mi antebrazo con su mano y tiró de él, obligándome a salir de mi escondite. Lo miré de reojo, y me levantó una ceja mientras yo me daba vuelta y me acostaba sobre mi espalda. Se apoyó sobre su codo y trazó la linea de mi cuello con un dedo, bajando hacia la clavícula, para después contonear la forma de mis pechos suavemente. Mi piel se erizó instantáneamente.

-Así que... -dijo, mirándome a los ojos, como si fuese el comienzo de una conversación. Pero no dijo nada más.

-¿Así que...?

-Cuéntame algo de ti que no sepa.

-¿Qué estamos escuchando?

-Disclosure. Me extraña que no lo conozcas, melómana -bebió agua de una pequeña botella de vidrio, mientras esperaba mi respuesta.

-No recuerdo haber escuchado nada de ellos -le contesté, jugando con un mechón de mi pelo.

-Te dije que me cuentes algo de ti que no sepa.

-No sabes nada de mí.

-Algo debo saber. Soy tu jefe.

-Eres el jefe de muchos y sin embargo no sabes nada de nadie.

-Auch... -me dijo, torciendo la boca.

-Si, "auch". Precisamente.

-No soy bueno para relacionarme con la gente.

-Eso lo se. Debe haber alguna explicación más profunda para que seas tan jodidamente cabrón todo el tiempo.

-¿Cabrón? ¿En serio?

-No vas a decirme que no sabes que eres un cabrón.

-Lo sé. Solo que nunca lo había escuchado tan directamente- dejó la botella sobre la pequeña mesa al costado de la cama y se llevó a los labios un vaper. Aspiró el tabaco, dejándolo salir en gruesas bocanadas de vapor blanco después. Sexy como el infierno mismo.

-¿Por qué eres tan cabrón en el trabajo?

-Gracias por aclarar "en el trabajo". Me da la esperanza de que no crees que soy cabrón en mi vida privada también. Es un avance.

-No podría afirmarlo todavía.

-Creo que fui lo suficientemente agradable contigo en las últimas horas... -se giró y cubrió mi cuerpo con el suyo, obligándome a abrir mis piernas con su rodilla. Se apoyó sobre los codos, hundidos a ambos lados de mi cuerpo sobre el colchón, y aspiró una nueva bocanada de vapor de tabaco, mirándome. Lanzó la bocanada hacia un costado, generando una voluta espesa y blanca. Subí mi mano y toqué sus labios. Debajo de la gruesa barba se adivinaban gruesos y oscuros, y no me equivocaba. Eran exquisitos.

-Agradable es una manera de describirlo -dibujé el contorno de su boca con mi dedo mientras me miraba a los ojos- ¿Entonces?

-¿Entonces?

-Eres irritante. ¿Por qué eres tan cabrón en el trabajo?

Se giró nuevamente y se acostó a mi lado.

-Tengo mis motivos -volvió a aspirar de su vaporizador- No es momento de decirte por qué. Quizás lo haga algún día, quizás no. Preo créeme -me miró a los ojos- tengo mis motivos.

Me pareció suficiente explicación. En parte porque me di cuenta de que no era el momento de hablarlo, o porque simplemente no tenía ganas de hacerlo. Y en parte porque había vuelto a recorrer mis pechos con la yema de sus dedos, y, por el momento, estaba mucho más interesada en hacer un poco más que hablar de sus estados anímicos.

...

Decidí volver a mi casa pasada la medianoche; no quería quedarme a dormir, lo sentía raro e inapropiado. Aunque la perspectiva me decía que no íbamos a dormir mucho de todas maneras, me pareció lo mejor. Él no se opuso, así que calculé que pensaba igual que yo.

Caminamos un par de metros hasta su auto, que estaba estacionado en la calle. Si hubiese pasado por al lado de su auto sin saber que era de él, hubiese pensado que estaba abandonado hacía años en ese lugar, o que era el hogar de algún vagabundo. El auto estaba prácticamente cayéndose a pedazos.

La puerta se quejó cuando la abrí.

-Oh, lo siento -dijo sentado en el asiento del conductor, mientras quitaba una pila de cosas del asiento del acompañante y la arrojaba al asiento trasero- Nunca tengo compañía.

Sacudí mi cabeza mientras trataba de contener mi sonrisa y me sentaba. Me encantaba que fuera un desastre, eso lo hacía más... ¿humano?. Mi lado obsesivo se contenía para no ponerme a ordenar el auto en ese mismo momento. Pude enumerar una lista de al menos diez ítems que podrían ser arrojados a la basura, incluso antes de sentarme.

-No puedo creer que manejes con el auto así. Es desagradable. Deberías quererlo más -le dije riéndome, y se encogió de hombros, llevándose un cigarrillo a los labios.

-Fumo mucho -me dijo, como disculpándose, señalando el cigarrillo en sus dedos- Soy muy ansioso.

-Oh, lo se -le dije, y apretó mi rodilla.

Los parlantes estallaron con "Testify", de Rage Against The Machine, ni bien puso el auto en marcha. Se apresuró a bajar el volumen a un límite decente.

-Mierda. Lo siento nuevamente. Nunca tengo compañía. Me gusta escuchar mi música a todo volumen -me sonrió con el cigarrillo colgando de sus labios, descuidadamente, y arrancamos.

Hicimos el trayecto hasta mi casa en silencio, escuchando música. Me sentía cansada y tenía muchas ganas de dormir. Por suerte el sábado se estaba convirtiendo en domingo, e iba a poder estar todo el día tranquila, dedicándomelo sólo a mi, o saliendo a pasear con Lucy. Le indiqué dónde debía doblar por última vez, y detuvo el auto en la entrada de mi edificio. Apoyó sus antebrazos sobre el volante y se inclinó para mirar por el parabrisas hacia arriba.

-Es un lindo barrio.

-Sí. Me encanta vivir aquí. Es cerca del trabajo, y amo estos árboles en primavera. Se ven muy lindos con las hojas verdes y el sol haciendo dibujos en el asfalto.

-Definitivamente piensas como fotógrafa todo el tiempo. Me gusta -me dijo, y se inclinó sobre mí. Su lengua se abrió paso sin encontrar resistencia en mi boca, y lo traje más cerca con mis manos en su nuca.

-Déjame subir -me dijo suavemente cuando se separó de mi. Asentí con la cabeza y abrí la puerta del auto, olvidándome de mis ganas de dormir y mis planes matutinos.

Quizás, después de todo, esta noche no íbamos a dormir.

Te odiaré quizás mañanaWhere stories live. Discover now