Capítulo 22

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A primera hora de la mañana la sala de juntas estaba nuevamente llena de la gente con la que ya nos habíamos reunido antes. Se agrupaban en los rincones, bebiendo café, mientras sus figuras se recortaban en los grandes ventanales con las primeras luces del día. Yo bebía de mi taza el café, apoyada en un rincón, mirando por la ventana.

Estaba nerviosa, no sólo por la reunión, sino por "el día después". Era el primer día en la oficina después de que todos en la mesa del bar se enteraran que mantenía un romance con mi jefe. Todos en mi sector sabían lo que pasaba entre Edward y yo, y se habían enterado de la peor forma. Todavía no había podido ver a nadie, y la anticipación me carcomía por completo.

Miré por la ventana. Hacia abajo la gente y los autos comenzaban a poblar las calles de la ciudad. Era una ciudad hermosa. La mano de Edward presionó en mi cintura.

-¿Estás bien?

Su toque me sorprendió, metida como estaba en mis propios pensamientos. Se paró a mi lado, apoyándose en el ventanal, enfrentándome. Su cabello todavía estaba un poco húmedo por la ducha, y rozaba en la nuca el cuello de su camisa blanca. Arrugada. Me sonreí. Yo había lavado su cabello esa manaña, en la ducha, después de haber pasado la noche juntos. Yo había enjabonado su cuerpo, el mismo que ahora, frente a mí, olía tan espléndidamente que me obligaba a cerrar mis ojos para no desfallecer de tantos estímulos sensoriales.

Asentí con la cabeza a su pregunta, mientras por la doble puerta de pesada madera el señor y la señora Munich hacían su elegante entrada. Nos acomodamos en nuestros lugares, y Claire comenzó a hablar.

-Buen día a todos -comenzó Claire, de pie en la cabecera de la mesa- Bien, estamos a pocas semanas de la inauguración de la muestra, y, en estas instancias, necesitamos tener definidos varios puntos fundamentales. Josephine, Edward, me han llegado las fotografías que han seleccionado, y si me permiten, estoy sumamente decepcionada -un murmullo sordo inundó la sala, y la señora Munich prosiguió- No estoy de acuerdo con la mayoría de las fotos que han seleccionado. Muchas de ellas son demasiado fuertes para una exposición de esta índole. Tampoco estoy de acuerdo en la cantidad de fotos políticas que han seleccionado -hablaba mirándonos a uno y otro alternadamente.

Mi estómago se estremeció, y Edward se movió a mi lado, cambiando de posición en la silla.

-He visto las fotos. No coincido con Claire, creo que la elección es lo suficientemente poderosa para una exposición de fotoperiodismo de uno de los periódicos más importantes del diario, y me gustaría generar ese impacto, transmitir esa fuerza que ustedes dos le impusieron a la selección. Pero, como saben, Clarie es quien está a cargo de la nueva imagen del periódico, y quizás hemos llegado a un punto en donde también es necesario hacer un cambio en la manera en la que mostramos nuestro trabajo.

Edward se apretó las manos sobre la mesa, estrechándolas con fuerza. Claire no nos quitaba la vista de encima.

-Sé que han estado trabajando mucho, y lamento tener que darles esta noticia, pero creo que deberán redoblar sus esfuerzos para llegar a tiempo. Necesitamos tener estas fotos para fines de esta semana, y poder así enviarlas a impresión...

-No -dijo Edward, con una voz tan profunda que todos dirigieron su vista hacia él- No lo haremos.

-¿Disculpa? -dijo la señora Munich, mirándolo con los ojos abiertos como dos enormes platos.

-Dije que no lo haremos, Claire. No recibimos de tu parte ningún lineamiento que nos indicara qué tipo de mensaje querías transmitir en esta exposición. ¿Simplemente nos dejaste trabajar durante todo este tiempo, sólo para echarles un vistazo y decidir que no es lo que quieres? Si tenías tan en claro qué es lo que querías, creo que deberías haberlo comunicado desde un principio, ¿no crees?

Te odiaré quizás mañanaWhere stories live. Discover now