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Stiles tenía tan sólo diez años cuando lo conoció, cuando vio por primera vez esos puntos verdes tan fríos y esa sonrisita malvada en persona; cuando Derek Hale dejó de ser sólo un nombre que escuchaba por los pasillos.

Para el pequeño castaño, se pareció a lo que pasaba en las películas románticas que veía con su mamá. Cuando el hombre guapo entraba en escena, la música de ambiente se volvía extraña y la mujer despistada caía con sólo una mirada.

Había escuchado antes de él, después de todo su hermana menor estudiaba con él y habían rumores de que era un rebelde. Que le contestaba mal a los profesores sólo porque sí, era un revoltoso y un gruñón de lo peor.

A pesar de sólo tener once, Derek ya tenía una reputación en la escuela (una muy mala) y por suerte el castaño jamás se había encontrado con él en los pasillos o en el pueblo.

Aunque no lo quería admitir Stiles le tenía un poco de miedo, todos los rumores sobre ese niño eran muy malos y su padre siempre le había enseñado a alejarse de lo malo.

Pero, ese día...

Aquél día en el que Derek entró al salón sin tocar, con una cara de pocos amigos y una lonchera de My Little pony en la mano; Stiles sintió de todo excepto miedo.

No lo pudo entender en ese momento, pero el corazón de Stiles se había acelerado tanto que su pecho dolía y sus mejillas se sonrojaron cuando Derek escaneó toda la habitación con sus ojos (a pesar de que ni siquiera le había visto a él, por un segundo pensó que sí).

El mayor entró, diciéndole a la maestra que estaba ahí para darle algo a su hermana y la maestra no se molestó en decirle algo por su interrupción, o que era era un grosero. Ya conocía al Hale mayor y su actitud indeseable.

Derek caminó con el mentón en alto hasta el fondo bajo las miradas curiosas y algunas otras asustadas, de todo el salón y dejó la lonchera sobre el escritorio de Cora sin decir nada.

La niña lo miró con una cara igual de plana que la del mayor (al parecer era cosa de família) y guardó con rapidez la lonchera en su bolso. Parecía algo avergonzada de que los demás se enterarán de su "afición" hacia los ponys.

-¿No vas a decir gracias?-habló Derek, con un tono tal vez demasiado brusco para un niño de once años y el ceño fruncido.

Cora le rodó los ojos al mayor y miró de reojo preguntándose en su mente si su compañera de puesto había visto bien su lonchera.

Derek parecía no tener planes de irse hasta conseguir un gracias (también porque disfrutaba de molestar a su hermanita y no perdería nunca la oportunidad de hacerlo) y se quedó ahí de pie con los brazos cruzados.

La castaña le miró mal, tal vez con mucha molestia hacia el mundo para una niña de nueve (casi diez) y bufó cuando Derek no se movió en lo absoluto.

-Gracias, Derek-se rindió con un tono de mala gana, porque ya estaba harta de ser en centro de atención y porque odiaba ver esa sonrisita en la cara de su hermano.

Derek asintió, satisfecho con el agradecimiento de su hermana y se giró en sus talones dispuesto a irse sin decir nada más.

Ya le había hecho el favor a su mamá de llevarle el almuerzo a Cora (ya que la muy boba lo dejó en la mesa del comedor esa mañana y su madre tuvo que llevárselo hasta la dirección de la escuela) y ya podía volver al patio a seguir jugando basketball.

Derek regresó en su camino hacia la puerta, ignorando a todos los bobos compañeros de Cora que le veían con ese irracional miedo que por alguna razón causaba en todos con una facilidad casi nata. Como si fuese un dragón de dos cabezas o algo así.

Pero, algo llamó su atención.

Unos ojos chocolate, graciosos y gigantescos, que le recordó a los venados que a veces cazaba con su padre cuando su madre se lo permitía. Eran los ojos más bonitos que había visto en su vida; aunque le pertenecieran a un niño.

Si no mal recordaba era el hijo del sheriff, pero Derek sólo sabía eso porque su madre había mencionado a la mamá del castaño varias veces. El mayor lo había visto varias veces en los pasillos, pero Stiles siempre parecía estar escondiéndose de algo.

No le sorprendería que fuese de él.

El niño tenía las mejillas rojas, se veía como si respirar le fuese difícil y sus ojos parecían querer salirse de su cara, se veía hasta doloroso lo mucho que los tenía abiertos.

Tal vez estaba enfermo o algo parecido... pero el sonrojo no hacía más que resaltar sus adorables pecas.

Derek no pudo evitar sonreírle al niño, con esa sonrisa de conejo y colmillos puntiagudos; y así por primera vez desde que entró al salón los ojitos como de Bambi del niño le abandonaron.

Parecía avergonzado, o asustado, o tal vez las dos cosas. Pero Derek no entendía porqué, era muy pequeño todavía para darse cuenta de muchas cosas.

El pelinegro no le dio más importancia, salió sin disculparse del salón y volvió al patio, donde había dejado el partido a la mitad con sus amigos y seguro Isaac le estaba esperando paciente.

Desde ese efímero momento, el corazoncito de Stiles empezó a anhelar a Derek como jamás había anhelado algo en su corta vida, aunque no entendiese nada de lo que estaba pasando por su cabeza.

Y oh, Stiles no se imaginaba todo el dolor que le esperaba.








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Luv u all,

Claude💜

𝐒𝐈𝐌𝐏𝐋𝐄𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐍𝐎 𝐓𝐄 𝐐𝐔𝐈𝐄𝐑𝐄 | 𝐒𝐓𝐄𝐑𝐄𝐊 (𝐏𝐀𝐔𝐒𝐀𝐃𝐀)Where stories live. Discover now