49. Elián

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El vecino de Hilda es un extemporáneo, y esa es mi palabra del día

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El vecino de Hilda es un extemporáneo, y esa es mi palabra del día.

Aproveché para marcharme por la puerta trasera. No es como si me fuera para siempre. Sabía, o mejor dicho tenía, que regresar a escuchar lo que tenía para decir, pero era demasiado.

Mentiría si dijera que no he pensado en Iván durante todo este tiempo. El recuerdo siempre vuelve en las noches, carcomiendo mi conciencia cuando me tomo un segundo en silencio para pensar.

Por eso hablo mucho.

Por eso me gusta estar rodeado de personas.

Por eso intento no estar solo.

Así no tengo que enfrentar lo que hice.

Para mi mala suerte, escapar del remordimiento no es algo sencillo. No hay fórmula mágica o máquinas del tiempo para volver al pasado por más películas que miremos. Si las hubiera ya habría dado marcha atrás y deshecho todo lo que hice hace un largo tiempo.

Ahora, mientras me dirijo a Hilda's con los nervios desbordando mi sistema, no veo la hora de llegar. Salmeé me ayudó a no pensar en mi hermano, y en este momento eso es lo que necesito.

Quiero intentar descifrar sus miradas y gestos, enfocarme en develar los misterios que la rodean. Deseo oírla hablar sobre su infancia. Quiero mirarla mientras se ata el cabello, prepara café o lee un libro.

Eso es lo bueno de Salmeé, que haciendo lo que sea que haga, me absorbe. No deja lugar para otros pensamientos.

El frío me cala los huesos y el camino se hace solitario e infinito. Sé que está con visitas y probablemente sea incómodo que me presente a su madre, a su abuela o a quien sea que esté ahí, pero prefiero eso antes de enfrentar a Hilda, porque sé que cuando pase tendré que decirle la verdad sin censura.

Tendrá que dolerme.

Me pregunto hace cuánto sabe sobre Iván y ha estado esperando a poder alejarme de Salmeé para decirlo. ¿Habrá hecho que llegaran dichas visitas solo para confrontarme?

Por suerte no han cerrado el café con llave, así que me deslizo dentro tiritando. No hay nadie alrededor, lo que me parece extraño, así que voy a través de la cocina y el patio, hasta el depósito. Subo las escaleras y estoy a punto de tocar la puerta de la habitación, pero está abierta.

Me quedo inmóvil.

¿Es ese...?

Lo que callo para no herirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora