52. Elián

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 —¿Dónde habías ido, muchacho? —regaña una curiosa Hilda

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 —¿Dónde habías ido, muchacho? —regaña una curiosa Hilda.

Me toma del brazo y tira de mí dentro de la casa.

—Lo siento, yo...

¿Qué se supone que voy a decirle? ¿Que me espanté y fui a buscar a Salmeé con la idea de posponer esta conversación? ¿También debería agregar que volví porque la encontré acurrucada con su visita en la cama? ¿Debería aceptar que regresé a esta casa de Barbie versión verde porque no tengo otro lugar al cual ir?

—Necesitabas un minuto —termina por mí con una sonrisa que a medias.

Me obliga a sentarme en el sofá esta vez. No deja ir mi mano al tomar asiento a mi lado. La miro e inhalo con fuerza, ¿por qué siento como si una tonelada de ladrillos hubiera caído sobre mi pecho?

—Lo siento —repito con voz ronca.

No solo por haberla dejado, lo cual fue muy irrespetuoso de mi parte.

Siento mucho lo que le hice a Iván.

Siento ser una carga que sobrevive por caridad.

Siento ser un imbécil.

—He oído cientos de disculpas con mis más de siete décadas de vida. —Da un suave apretón a mi mano—. No necesito escuchar una más, y en lugar de disculparte, deberías estar celebrando. —Frunce el ceño, como si no entendiera por qué no estoy sonriendo—. Tu hermano regresó y tienes un nuevo trabajo.

—¿Nuevo qué?

—¿Creíste que te despediría y dejaría a merced de la calle? —Ríe—. Soy algo perra, pero no tanto. Te despedí porque Salmeé y yo encontramos un gran trabajo para ti, y conociéndote, sabíamos que no ibas a querer aceptarlo. Sin embargo, si te despido no te queda otra opción. —Se encoge de hombros.

—No estaría siguiendo el hilo de esta conversación...

Suspira y deja ir mi mano para juntar las suyas sobre su regazo.

—Bueno, Elián, ¿recuerdas que al principio Salmeé no quería que trabajaras para mí? Más tarde pactamos que sería temporal. Trabajarías en Hilda's hasta que pudiéramos encontrarte un trabajo igual de bueno o mejor, y dimos justo en el blanco.

—Ouch, siento como si todo este tiempo hubieran estado desesperadas por deshacerse de mí.

—Tonterías. Con el paso del tiempo, cuando comenzaste a agradarle a Salmeé, en lugar de parar con la búsqueda de empleo, hicimos lo contrario. Ella me dijo que mereces algo bueno, que servir café no es lo tuyo a pesar de que lo haces genial. —Me guiña un ojo.

—¿Y en qué se supone que soy bueno? Porque no creo tener muchas aptitudes.

—Según Pecas, en todo lo relacionado a la gente, sin importar su edad. Ayudando, aconsejando, animando y divirtiéndolos, en eso eres bueno. Un cliente le dijo acerca de la nueva guardería y espacio recreativo para todas las edades que abrieron en el centro de la ciudad, y te recomendamos. La paga es el triple de lo que ganas conmigo y estarías rodeado desde bebés hasta ancianas que parloteen sobre tu jardín trasero como yo. Los ciudadanos de Viltore City necesitan un poco más de alegría, ¿y quién mejor para traerla que tú?

Estoy mudo.

—Así que, por si no quedó claro, lo repetiré: estás más que despedido y vas a aceptar ese empleo o pondré un explosivo entre tus colinas. Explotaré la tierra e iré por el oro, lo digo en... —la interrumpo, sin poder soportarlo.

La gente no debería hacer cosas buenas por mí. Tendría que ser al revés. No merezco el tiempo que Hilda y Salmeé invirtieron en esto y tampoco que hablen sobre mí como si fuera una especie de ciudadano modelo o un santo.

No soy ninguno de los dos.

—Dejé a mi hermano en coma.

Es su turno de quedarse muda.

Lo que callo para no herirteNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ