62. Mary

28.6K 6.6K 640
                                    

 El cuchillo se zafa de su agarre en cuanto colapso contra él

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El cuchillo se zafa de su agarre en cuanto colapso contra él.

El metal se desliza con un ruido agudo por la losa. Reacciona con rapidez. Antes de que pueda alejarme, nos hace rodar hasta quedar sobre mí. Tengo la intención de gritar pero no soy capaz de hacerlo, no porque el grito no quiera desgarrar mi garganta, sino porque su puño se avecina a toda velocidad y se estrella contra mi pómulo.

Algo cruje.

El dolor se dispara por todo mi rostro, al igual que el pavor. Me desespero e intento empujarlo, pero obtengo otro golpe que desenfoca mi vista. Me cuesta volver al forcejeo, pero el miedo que me está quitando el aire es el mismo que me impulsa a seguir. Siento sangre salir de mi nariz y, un golpe más tarde, de mi boca. No se detiene ahí. Estrella su codo en mi abdomen, hundiéndolo tanto que me sorprende que no me atraviese.

Quiero ser capaz de defenderme. La impotencia crece con vehemencia en mis adentros tanto como lo hace el horror. Intento usar mis brazos como escudo, aunque los hace a un lado con facilidad. Lo araño pero no tiene efecto. Lo golpeo pero no tengo la fuerza necesaria para hacerlo retroceder.

Estoy a merced de su furia. Sus gritos son tan fuertes que siento que logran fragmentarme los huesos que aún no me ha roto, como si estos fueran de vidrio.

Tengo miedo de cómo va a terminar esto.

Estoy espantada de que haga algo incluso peor que golpearme.

Tengo miedo de morir.

—Por favor, por... Por favor —susurro en un hilo de voz—. Por favor, deten...

Otro golpe al costado de la cabeza. Los sonido se van desvaneciendo.

Presión en el cuello. Me quedo sin aire.

Uno puño cae directo en mi pecho.

—¡Iván! —ruego, suplico, imploro que me oiga—. ¡Iván, contésta...!

Los golpes cesan.

El mundo alrededor palpita, como un estéreo a su máxima potencia tras haber estado a punto de romperse. Me siento mareada y mis pulmones ya no saben cómo hacer para conseguir un poco más de oxígeno cuando él retrocede para tomarme del cabello y tirar de él hasta que me incorporo y tropiezo con mis propios pies.

—¡¿Tú sabes dónde está?! —exige saber. Sollozo en respuesta y vuelve a tirar de mi pelo para echar mi cabeza hacia atrás y que mi cuello quede expuesto—. ¡Respóndeme!

Su aliento es fétido, y lo siento contra la viscosa sangre que cae hacia mi clavícula.

—¡No sé de qué hablas, juro que...! —Mi grito corta la oración en el momento en que me empuja contra una de las paredes y se adentra en el corredor.

Revuelve todo y rompe lo que hay a su paso. Caigo de rodillas y escupo la sangre que se me acumula en la boca. Tanteo la pared con la vista borrosa y hago todo lo que puedo por ponerme sobre mis pies otra vez.

Me tambaleo hasta Iván y ni siquiera lo pienso dos veces. Podría correr directo hacia la puerta y esperar a la policía en la calle, pero no voy a dejarlo con ese monstruo.

Él prometió cuidarme, y yo cuidaré de él.

Cueste los golpes que cueste.

Cueste las cicatrices que cueste.

Aunque cueste más de lo que muchos estarían dispuestos a pagar.

Lo que callo para no herirteWhere stories live. Discover now