Capítulo 3 "La Asignación"

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Me quedo estático en el escenario, buscando con la mirada a Iris y Asir en la multitud, y antes de encontrarlos un Agente de Seguridad me toma por el brazo llevando hacia él, uniéndome con el resto del grupo. Siento como si me quitaran algo que no recuperaré más nunca.

El resto del grupo es bastante numeroso, aunque aún faltaban unos cuantos por ser determinados.

Me siento en unas sillas metálicas y enfrente de mí hay alguien que me mira con ojos perdidos y cristalizados, me desvía la mirada y sin saber por qué le pregunto:

—¿Eres femenino o masculino?

—Femenino, mi nombre es Bendra.

—El mío Anders, masculino —le digo, tratando de continuar la conversación.

Intento fallido.

Otro grupo de determinados ingresan a la estancia y, de inmediato se acomodan en las sillas esperando a que entre la ministra con las instrucciones.

Un enorme monitor holográfico continúa mostrando la Determinación. Falta poco para que acabe.

Ingresan más y más.

Bendra juguetea con sus dedos y yo trato de mirarla buscando algo que no sé qué es, y al parecer ella tampoco lo sabe, aunque sus ojos permanecen hundidos en sus dedos. A su lado está alguien —creo que es un chico— que mira a todo aquel que entre soltando un resoplido.

—¿Cuál es tu nombre? —le pregunto al chico, siendo entrometido.

—Wilen —sus ojos grises y gélidos por primera vez me miraron fijamente.

—Yo soy Anders —respondo con la voz seca.

—Bien —me dijo y continúo mirando a la puerta.

Entra el último lote de diez determinados y al mismo tiempo la presidenta Casiopeia daba el discurso de despedida, y todos en el recinto esperamos a ver qué pasará con nosotros.

Las puertas se vuelven a abrir, pero esta vez no entran determinados sino la mismísima presidenta acompañada de la ministra.

—Polaris —llama la Presidenta Casiopeia y aparece un hombre gigante con traje de agente, y en su pecho reluce una insignia de jefe—, ordénalos a todos y haz que el proceso sea rápido, por favor.

El hombre con cuerpo musculoso y cara dura mueve las manos y otros agentes nos organizan en líneas para proseguir a caminar por un túnel metálico que parece ser infinito. Las luces en el túnel son intensas y casi cegadoras. Detrás de mí sentí la mano de alguien y volteo a ver quién es.

Es el chico del baño... no sé su nombre, pero antes de intentar preguntarle alguien me ordena caminar y no voltear, es un agente con su arma amenazante y su cara cubierta por la máscara. Continuamos caminando mientras las luces se hacen más pálidas y cegadoras hasta llegar a una inmensa sala.

—Todos, formar grupos correspondientes a su mes de nacimiento —ordena Polaris, el jefe de Agentes de Seguridad y Ciudadanía—, luego dividirse en masculinos y femeninos.

Las masas se mueven agrupándose. Yo sigo el procedimiento y me vuelvo a encontrar al chico, estoy tan cerca de él y nadie puede vernos ya que el resto nos oculta.

—Oye, ¿Cómo te llamas? —le susurro.

—Orión —me responde desviando su mirada fijándola en otra cosa.

Orión, como la constelación.

A continuación, se abren dos puertas laterales en la sala dando a otro pasillo.

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