Capítulo 19 "Cuento de hadas"

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Movissia se detiene en seco antes de cruzar el umbral de la puerta.

—¡Orión, hijo! —exclama volviéndose hacia nosotros.

Se abalanza sobre Orión sosteniendo su rostro en sus manos, acariciándole. Las lágrimas resurgen en los ojos de Movissia. Creo que ya no debería llamarle Agente, sino madre de Orión, o simplemente Movissia.

Entre lágrimas a Movissia se le escapa una sonrisa que me hace empequeñecer por dentro, como si el corazón se me pusiese del tamaño de un terrón de azúcar. Pero hay algo que me hace agrandar no solo mi corazón sino todo mi ser, son los ojos de Orión, al fin puedo verlos, apagados, pero abiertos.

Me aparto a un lado de la cama, dejando un momento entre madre e hijo, solo observo. Orión aún no puede hablar con tanta facilidad.

—Hijo, has vuelto —susurra Movissia—, por fin, Orión.

Él asiente callado, postrado en la cama. Luego me echa una ojeada a la que solo puedo medio sonreír, haciendo constar que me siento bien que este de vuelta.

Felicidad, esa es la palabra que siento al ver a Orión despierto.

—A... Anders —susurra entre dientes.

No sé qué sentir al escucharlo decir mi nombre. Mi yo interno está dando saltitos de emoción ¿emoción? Sí, esa es la palabra.

Me acerco a él, sin siquiera remover del lugar a su Movissia.

—Orión, aquí estoy —le digo.

—Lo sé... siempre lo estuviste —dice con la voz entrecortada, y en su rostro se traza una línea curvada con los labios ¿está sonriendo?

.

Le devuelvo la sonrisa.

Aún llevo el libro en mis manos, lo tengo pegado a mi pecho, rodeándolo con mis brazos. Orión se da cuenta que lo llevo conmigo, y quiere hablar, pero las palabras no le salen. Debe tener la garganta seca.

—Agua —sugiero—, el agua aclarará un poco su garganta.

Movissia va a un dispensador de agua oculto en la pared lateral a la camilla, acciona los botones táctiles y se dispensa un vaso con el líquido transparente. Luego, lo posa en los labios resecos de Orión y él da varios sorbos hasta saciar su sed. Puedo al final, escuchar un suspiro de sacio.

—Anders, lee para mí —balbucea.

Miro a Movissia, quien con su mirada me da la aprobación.

—Los dejaré solos, tengo unos asuntos pendientes que resolver—nos dice y contempla a Orión por varios segundos, como tratando de hacer una fotografía y retenerla en su memoria.

—Le notificaré al Doctor Arcturus que Orión salió del estado de inconsciencia, nos veremos en un rato.

Después de haber dicho se retira silenciosamente.

—¿Cómo te sientes? —le pregunto.

¡Qué pregunta! Se debe sentir muy adolorido.

—A pesar de todos los dolores físicos que no me dejan ni removerme, me siento bien con solo tenerte a mi lado.

Algo dentro de mí se quebró al escuchar esas palabras, y a la vez me alegra estar aquí para él.

Yo me dispongo a sentarme nuevamente al lado de la camilla, pero antes de iniciar la lectura, Orión me toma de la mano y sus dedos comienza a acariciar los míos, dando vueltas, jugando, entrelazándolos.

—Anders, no me dejes solo —susurra, su voz sigue seca, ronca y entrecortada.

—Nunca te dejaré solo.

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