Capítulo 12 "Efecto Catatumbo"

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—Tenemos que avisarle al resto cuanto antes —masculla Orión.

Yo diviso al grupo que, a lo lejos bordea la fogata.

En medio del cielo una luz blanca rompe con gran estruendo y hace que me sobresalte. El silencio vuelve de inmediato. Me quedo estático mirando al cielo estrellado.

—¡Es el Efecto Catatumbo! Acaba de comenzar—explica Rissandra—. Debemos apresurarnos.

Orión me toma por la mano y me hace reaccionar. Corro hacia el resto del grupo reunido alrededor del chisporroteante fuego.

—¡ES UNA TRAMPA! —les grito— ¡Todo! Todo es una trampa!

Un estruendo ilumina el cielo cortándome la respiración.

—Déjame explicarles —tercia Rissandra detrás de mí, seguido de una pausa donde toma aire—. El enigma nunca se iba a descifrar porque está hecho para los diez, dichos diez no estamos completos porque...

—Bendra está muerta —completa Wilen, cabizbajo.

—Correcto. Solo estamos nueve, faltara una pieza para completarlo. La idea fue reunirlos para tomarlos y examinarlos. Entiéndanlo somos diferentes a ellos, a todos —Rissandra se nota agitada—, una amenaza para ellos, y principalmente para la presidenta Cassiopeia.

Otra luz el cielo se ilumina con mucha más intensidad, y corre con rapidez y bullicio.

Nadie habla. Todos esperamos que Rissandra vaya desgranando cada mínimo detalle.

—El efecto Catatumbo —dice y señala el firmamento— es la oportunidad para escapar de este campus, bueno, jaula.

Varias luces iluminan el cielo nuevamente, en ráfagas como ramificaciones extendiéndose hasta caer aunque sea una en la superficie.

—Traje setas —musita Rissandra extrayendo de la mochila una bolsa repleta de setas— y también pan integral.

Drud se acerca al instante, supongo que ha de estar muerto de hambre. A cada uno se le entrega una ración de pan con setas, dichas setas son asomadas al fuego para ser cocidas.

—Como dirían en El Macizo ante todo comer —dice Rissandra y hace un ruido con su boca.

—¡Rissandra! ¿Qué estás haciendo? —le pregunto, extrañado—. ¿Qué es El Macizo?

—Riendo, a esto se le llama reír —explica y continua «riendo».

Todos paran de comer solo para contemplarla. Es como si nos perdiéramos en pequeñas cosas que aún no logramos entender. Rissandra para de reír y traga en seco.

—El Macizo es un campamento subterráneo donde nos hospedaremos —Hace una pausa para contemplar la expresión de cada uno de nosotros—. Son tantas preguntas y respuestas que será mejor que lo vean con sus propios ojos.

Una capa de nubes grisáceas se esparce por todo el cielo, cubriéndolo ocultando las estrellas. Lo último que veo es un punto azul parte de la constelación de Andrómeda. Nos refugiamos más al centro de la caverna evitando una inundación por el próximo aguacero.

—No se adentren mucho en la caverna que la lluvia nos ayudara, pronto será el momento de escapar —anuncia Rissandra desde la entrada de la cueva.

Wilen se acerca a ella, casi puedo oír lo que hablan, como un suave rumor, camino un poco hacia ellos.

—... cuando el cielo se torne completamente blanco y los rayos caigan por doquier, ese será el momento —le explica Rissandra recostada de una pared rocosa con la mirada hacia arriba, esperando—. Yo estaré aquí al pendiente.

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