Capítulo 7 "La nota"

17 2 0
                                    



Lo recojo. Mis dedos palpan el papel arrugado y desdoblan la nota dejando ver el escrito a puño, cosa que hace mucho tiempo ha dejado de hacerse, con letra temblorosa y varios tachones, tiene inscrito:

"No están a salvo. Bendra fue asesinada, yo logré escapar y estoy a salvo".

¡¿Qué?!

¿Cómo puede ser posible?

El corazón se me detuvo en seco y al instante me estalla en millones de volutas que se volvieron gotas ásperas que rompieron mis ojos queriendo salir corriendo a donde nadie las viese nunca.

Un grito ahogado; callado por mis manos. Las gotas saladas y cristalinas se reúnen en mi barbilla cayendo a mi pecho. Apoyo mi espalda sobre la pared, mi cuerpo sin fuerza se desliza por superficie hasta caer al piso. Oculto mi rostro entre mis rodillas, y el fluido las baña con delicadeza.

Escucho movimiento en el pasillo, son pasos, y se acercan minuciosamente hasta la entrada de mi habitación, deteniéndose justo enfrente de ella. Puedo atisbar las sombras por la rendija. El ruido sobre el metal de la puerta irrumpe en mí, desconcertándome.

Me detengo de pie enfrente de la puerta. Toco el pomo metálico, gélido, y finalmente me decido a abrir. Es Orión. Su cabello húmedo le resbala por el rostro cubriéndole parte de la ceja izquierda.

—¿Puedo pasar? —musita, casi susurrando y su voz sale débil y a la vez tosca, agrietada.

—Sí, supongo.

Él entra y no consigo que hacer ante su presencia. Nos vamos a la encimera, donde aún reposa el plato con restos de comida.

Ahora, bajo la luz de la bombilla anclada al techo, Orión nota mis ojos enrojecidos. Lo sé por cómo me mira.

—¿Qué tienes? ¿Por qué tienes los ojos rojos? —Su voz se aviva con cada palabra que pronuncia mientras me levanta el rostro.

—¡Orión, no lo sé! —Siento el quiebre de mi voz— No sé qué decirte, de verdad.

—Pero dime, Anders, por favor, solo dime algo ¿Te hicieron algo? ¿Te dijeron algo?

—¡No! ¡No! Orión, no me han hecho nada, solo resulta que Bendra está muerta.

El agua resurge en mi ser emergiendo por los ojos, las ventanas de mi cuerpo, dejando ver todo lo que siento.

La cara de Orión se torna roja. Y sus ojos son un reflejos de los míos, aunque antes de yo poder observar algún indicio de agua brotando de sus ojos él se me lanza encima cubriéndose con sus fibrosos brazos. Uno encima del otro, en modo de protección contra cualquiera.

Siento su respiración quebrada junto a mi pecho. No quiero dejar de soltarle, quiero seguir estando ahí, parado con él, cubriéndonos uno a otros. Y salir corriendo a donde nadie nos viese nunca.

Sin más remedio, nos separamos. Sin querer, pero debiendo.

Su rostro continúa rojo y ahora mojado, goteando.

—Anders... Algo está pasando, algo pasa, lo sé, lo presiento.

—Es obvio que algo está pasando —Siento ganas de gritarle, y drenar el hervor que llevo por dentro.

—Orión, tenemos que indagar qué está ocurriendo —continúo—, porque algo ocurre.

—Ya es hora de irme, Anders. Mañana comenzaremos a buscar y saber. No te preocupes, descansa.

DiferentesWhere stories live. Discover now