Capítulo 13 "La estación muerta"

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Rissandra ágilmente dispara a los Agentes sin ellos poder ejecutar movimientos de contraataque, quedan tendidos en el piso, inmóviles. Ella hace un gesto con su dedo índice indicándonos silencio, aunque de fondo se escucha un ruido blanco de turbinas el silencio se vuelve absoluto, ni pisadas se logran escuchar.

—Estén atentos; más adelante habrán muchos Agentes —susurra Rissandra.

Los ojos de Creta simulan dos platos, me acerco a ella y hago que se concentre en caminar con cuidado. El cabello liso y negro de Samrai le cae al rostro ocultándole la vista, eso se podría convertir en un desperfecto y haría que causara ruido. Rebusco en mi mochila y consigo una cuerda con la que hago una especie de cinta para el cabello.

—Ten —le digo y hago un ademan de recogerse el cabello. Samrai hace lo que le indico al momento.

Caminamos hasta el final del pasillo donde se haya un portón de aluminio, sin manija solo un captador de huellas o el ingreso de un patrón para la apertura de la puerta. Rissandra registra el patrón.

—Patrón incorrecto.

Rissandra ingresa otro patrón, mientras todos esperamos con los nervios disparados, esperando que no aparezca nadie de la nada.

—Patrón incorrecto—repite la voz robótica.

Cuatro Agentes de Seguridad aparecen al inicio del pasillo, y al vernos corren hacia nosotros. Orión se coloca a la cabeza disparando.

—¡Rissandra ingresa rápido los patrones! —grita Wilen lanzándose al piso, disparando también a los Agentes junto con Orión.

Después de varios disparos fallidos logran dar en el blanco, dos Agentes caen al piso. Drud dispara y a la primera deja tendido a los dos Agentes restantes.

A Roraima le tiembla hasta los parpados. Mis rodillas no paran de moverse, y el corazón late como un motor de tren.

Nadie quita la vista del pasillo.

Drud, Wilen y Orión continúan armados y preparados para el próximo ataque. Rissandra no para de mover los dedos en la pantalla táctil, pero se detiene en seco para escuchar lo que dirá lo voz robótica.

—Patrón Correcto.

Todos exhalamos al unísono, y la puerta se abre automáticamente. Una escalera de metal en forma de caracol nos hará descender. El ambiente ahora es un poco más oscuro y lúgubre; hay polvo en la escalera como si ya nadie transitara por aquí. En el aire el polvo se mueve de un lugar a otro con el más mínimo movimiento.

—Bajen con cuidado —indica Rissandra, al pie de la fila.

Descendemos por las escaleras en forma de espiral, las cuales se nos dificulta un poco bajar con la rapidez indicada, pero poco a poco vamos bajando. Debido a la coraza de metal casi oxidado no podemos distinguir bien el lugar, y mucho menos con la poca cantidad de luz.

—¡Bienvenidos a la Estación Muerta! —exclama Rissandra levantado los brazos— Ya el tren debía de estar aquí esperándonos. No se impacienten.

El lugar es grande; tiene una línea de rieles en medio; un techo abovedado y altísimo, cosa que hace ver el lugar aún más espacioso; varios bancos de metal ya oxidados esparcidos; y lo más que se hace notar es un fuerte olor a cosas viejas y guardado.

Un murmullo proveniente del túnel por donde los trenes solían ingresar a la estación nos hace paralizar.

—Eso ha de ser el tren que nos buscara y llevara —explica Rissandra.

—¿Y luego qué, Rissandra? —pregunta Orión.

—Luego iremos a El Macizo, donde podrán ser ustedes mismos, demostrar lo que sienten y nadie podrá juzgarlos, o matarlos, como hicieron con Bendra.

Rissandra hace una pausa y mira hacia el túnel esperando a que llegue el tren.

—En El Macizo nadie muere porque ha cumplido el límite de edad que ha sido establecido, o sea, no existe la inyección Aguthusia, todos pueden vivir lo que quieran. Son tantas cosas que ustedes no saben, que la Presidenta Cassiopeia les ha hecho entender que son totalmente falsas, como las ciudades esas que están por fundar, eso es falso, no existen tales ciudades.

—¿Y por qué la Presidenta Cassiopeia nos mentiría? ¿Por qué haría tal cosa? —pregunta nuevamente Orión.

—Esa no es la pregunta, Orión —dice Samrai—. La pregunta es ¿Para qué?

—Para tenernos a todos dominados, para ser sus esclavos, para vivir solo del trabajo mientras ella disfruta de todos los beneficios. Y nosotros, ni siquiera podemos amar o ser amados.

A Rissandra comienza a brotarle pequeñas y cristalinas gotas de sus ojos marrones, y su voz se vuelve quebrada.

—Ustedes no saben lo felices que son en El Macizo, no saben todo lo que se vive allá. Nunca imagine un lugar igual. Esta estación; la Estación Muerta, divide ambos ambientes, aquí ustedes morirán, literalmente, para volver a nacer y ser felices, o poder llorar sin tener que ocultarlo, o poder reír a todo pulmón.

Escuchamos en silencio, imaginando la vida que se vive en El Macizo. Es de ver para creer. Y saber qué es lo que realmente ocurre con nosotros y con El Gobierno.

El murmullo se iba acercando hasta convertirse en alboroto. Los rieles suenan al paso del tren, y chispas de electricidad brotan con el contacto directo. El tren, el único tren en funcionamiento a esa estación se detiene causando un estropicio.

—Bienvenidos sean.

La voz automatizada aún funciona, cosa que me sorprende. Las puertas se despliegan e ingresamos al tren, el cual da un tiempo prolongado para la entrada. La falta de luz es igual que en la estación, una bombilla alumbra y a la vez titila.

Los armados: Wilen, Orión, Drud y Rissandra; esperan en las afueras del tren, custodiando mientras se cumple el tiempo.

Estoy en sentado, impaciente, esperando a que la voz robótica indique el cierre de puertas. Lerna y Creta están pegadas a las ventanillas, aunque no se vislumbra absolutamente nada, esperan a que tampoco aparezca nada, como yo también. De vez en cuando echo ojeadas.

Ya ha pasado aproximadamente dos minutos. Me estoy comiendo la tercera uña, bueno en realidad no me como, solo la corto con los dientes y luego la lanzo a donde no vuelva a verla.

Todos estamos pegados a las ventanillas. Drud se mantiene erguido en la puerta del tren, Rissandra en cuclillas como igual están Orión y Wilen.

La bombilla del tren sigue parpadeando, sin ningún ritmo, se detiene y se mantiene estática, luego cae y vuelve a parpadear, o titila incesante.

De repente se acaba la espera. Todas las luces de la Estación Muerta se encienden dejando ver todo lo que hay en ella. La estación es aún más espaciosa de lo que imaginaba y el techo abovedado simula un cielo sin nubes.

Del extremo contrario al de nosotros se abre unportal, que al parecer es la entrada principal de la estación. Acto seguido, una docena de Agentes de Seguridad emergen custodiando a la Presidenta Cassiopeia y varios Ministros a su espalda.



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